domingo, 24 de diciembre de 2006

¡FELIZ NAVIDAD!

Sí, feliz Navidad; es decir, feliz Natividad del Señor.













Hoy conmemoramos el hecho más importante que jamás ocurrió en la Historia: el mismo Dios se hace hombre... y lo hace para salvarnos. Desde ese instante el rumbo de la humanidad cambió: ahora las riendas las lleva Dios... aunque nosotros sigamos sin entender "sus caminos"; y cada vez que acudimos a Él implorando "Señor, sálvanos que perecemos", Él sigue contestándonos: "todavía no tenéis fe".

Y es que todavía no nos creemos que, desde la primera Navidad, el rumbo de la humanidad no es otro que el de nuestra salvación... a pesar de los pesares... y a pesar de lo mal que puedan parecernos las cosas en nuestros días: el triunfo de Dios -el nuestro- está asegurado.

Lástima que, como celebramos esta importantísima conmemoración cada año, ya casi hemos olvidado que se trata del día más importante, junto con la Resurrección del Señor... y no por los turrones, las reuniones familiares ni los deseos de paz, sino porque ya nada puede torcer el buen rumbo de la humanidad... ni siquiera la torpeza y maldad humanas.

Por todo esto: ¡feliz Natividad del Señor!

lunes, 4 de diciembre de 2006

¿Qué es más razonable?

A los creyentes nos acompleja pensar que nuestra Fe no es razonable, que no podemos transmitir nuestros convencimientos a los demás si éstos no creen. Nada m´s lejos de la realidad.

En primer lugar la fe es una forma de conocimiento tan válida como cualquier otra... y diría que es la más habitual. ¿No es fe cuando me creo la información que me ofrece la prensa? ¿No es fe cuando me creo las afirmaciones científicas que no puedo entender por falta de conocimientos previos? ¿No es fe cuando me creo los datos históricos que otros me ofrecen; o los datos geográficos que leo en los atlas? ¿No es fe la del científico que admite el resultado pensando que ha realizado el experimento correctamente? Pues va a resultar que uso la fe para aceptar cualquier cosa; pero cuando se trata de Religión, ¡entonces exijo que me lo expliquen!

Por esto, quiero ahora comparar la postura social que ofrece mi Fe católica y la que ofrece la sociedad científica y plural, para ver qué es más razonable.

Qué es más razonable: el respeto a la vida -desde que ésta se concibe hasta que se pierde- que propugna el cristianismo, o la propuesta de eliminar al hijo no deseado símplemente por eso, porque no lo deseo... como si la vida de alguien pudiese depender de deseo de otro.


Qué es más razonable: la propuesta de amor hasta que la muerte nos separe, sobre la que se puede construir un matrimonio estable y feliz, o convertir el matrimonio en el único contrato que puede disolverse sin mediar explicación alguna.


Qué es más razonable: la propuesta cristiana de amarnos mutuamente como a nosotros mismos, o el liberalismo actual de hacer cada uno lo que le apetezca siempre que no perjudique a otro ... y cuando le perjudique -aborto, eutanasia, explotación, etc- ya buscaremos alguna excusa.

Qué es más razonable: el consejo evangélico de compartir lo que tenemos, o la solidaridad ONG de dar lo que nos sobra.

Qué es más razonable: el mandato bíblico de creced y multiplicaos y henchiz la Tierra, o la homosexualidad estéril dedicada a la satisfacción de los propios deseos.

Qué es más razonable: adorar al Dios que nos ha creado, o blasfemar contra un dios en el que ni siquiera se cree.

Qué es más razonable: afirmar que los Derechos Humanos son universales y afectan a todos los hombres porque Dios nos creó iguales; o afirmar que son derechos humanos porque así lo determinaron algunos hombres reunidos en la ONU.

Qué es más razonable: el mandato apostólico de amar a tu mujer como Cristo amó a su Iglesia (entregando la vida), o las leyes de violencia de género que enfrentan a los cónyuges.

Qué es más razonable: el ayuno evangélico para mantener el espíritu en forma y dar al que tiene hambre, o la dieta carísima para mantener la línea esbelta.
Qué es más razonable: retirarse a hacer un rato de oración y de paso dar gracias a Dios por todo lo que tenemos, o acudir a "la vidente" para que nos tome un poco el pelo y nos saque la perras. O qué es más razonable, acudir al confesor para pedir perdón a Dios de nuestras faltas, o acudir al psicólogo para que cambie nuestra forma de ser a 60euros la hora.

Qué es más razonable: el mandato Católico universal de ir y evangelizar a todas las gentes haciendo de todos discípulos de Cristo, o los absurdos regionalismos que nos dividen y enfrentan a muerte.

Qué es más razonable: controlar la propia actividad sexual por amor a Dios, o tener como dios al sexo.

...y no sigo porque sería una tarea inacabable...

¿Hay todavía quien se sienta acomplejado porque su Fe no es razonable?

Cultivar nuestra alma

Nuestra alma es como un campo: en esa tierra pueden crecer tanto los cardos y malas hierbas como las flores.
Si nos dedicásemos exclusivamente a arrancar las malas hierbas y cortar los cardos, tendríamos un terreno limpio, pero no un jardín. Si cultivamos flores preciosas, pero no eliminamos las malas hierbas, el jardín no podrá lucir.
El ideal es hacer ambas cosas: cultivar lo bonito y evitar los cardos.


Así pasa en nuestra alma, si sólo nos limitamos a evitar los pecados, tendremos un alma limpia; pero no hermosa. Por otra parte, pretender hacer obras buenas sin evitar el pecado sería un absurdo que nos llevaría a tener un alma aborrecible. Quizá la táctica más acorde con el mensaje evangélico sea cultivar activamente las obras buenas y estar atentos a eliminar las malas obras en cuanto aparezcan. Dedicarse obsesivamente a luchar contra el pecado no tendría sentido si, simultaneamente, no cultivamos las obras buenas.

Santa Teresa de Jesús explicaba cómo debe ser el cultivo del alma en una de sus memorias:


"Qué fácil resulta librar el combate entre el bien y el mal y decidirse a favor del bien; pero cuando nos debatimos interiormente entre el bien y lo que es un bien mejor, la situación es enteramente otra".

Nuestra preocupación debe situarse en el nivel de elegir entre los mejores bienes (cultivar las flores más hermosas), dando por descontado que rechazaremos el mal (arrancaremos los cardos) en cuanto se presente.