Pero a vosotros los que oís, os digo:
Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen;
bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian.
Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra;
y al que te quite la capa, ni aun la túnica le niegues.
A cualquiera que te pida, dale;
y al que tome lo que es tuyo, no pidas que te lo devuelva.
Y como queréis que hagan los hombres con vosotros,
así también haced vosotros con ellos.
Porque si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis?
Porque también los pecadores aman a los que los aman.
Y si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis?
Porque también los pecadores hacen lo mismo.
Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis?
Porque también los pecadores prestan a los pecadores, para recibir otro tanto.
Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien,
y prestad, no esperando de ello nada;
y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo;
porque él es benigno para con los ingratos y malos.
Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso. (Lucas 6, 27-36)
Éste es el camino de la perfección. Como ninguno somos perfectos, no lograremos seguirlo; pero es bueno conocerlo para, por lo menos, intentarlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario