miércoles, 16 de noviembre de 2011

El IBI de la Iglesia

No me resisto a copiar íntegro el comentario que circula por la WEB, remitido por Jorge, sacerdote de la parroquia Beata María Ana Mogas, del barrio Tres Olivos de Madrid

REFLEXIONES SOBRE EL IBI
En algunos ayuntamientos de Madrid Izquierda Unida está pidiendo a la iglesia que renuncie al privilegio de su exención del IBI. Y creo que puede ser bueno aclarar a la gente qué es eso.
Ya sabes, por si te parece oportuno difundirlo.
En estos días se han levantado voces que solicitan que la iglesia deje de estar exenta del pago del IBI, el impuesto de bienes inmuebles, porque es un privilegio y porque en estos tiempos de crisis los ayuntamientos no se pueden permitir el renunciar a lo recaudado por ese concepto.
Quiero con esta entrada aclarar algunas cosas sobre ese supuesto privilegio de la Iglesia católica, haciendo dos consideraciones.

PRIMERA CONSIDERACIÓN

La exención del IBI  (impuesto sobre bienes inmuebles) no es en absoluto un privilegio especial de la iglesia católica.
Por ley, están exentos de IBI:
·         Servicios públicos (Defensa, Seguridad, Educación y Servicios penitenciarios).
·         Los inmuebles destinados a usos religiosos por aplicación de Convenios con la Santa Sede, con la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas, con la Federación de Comunidades Israelitas y con la Comisión Islámica.
·         Pertenecientes a gobiernos extranjeros o que les sea de aplicación la exención por convenios internacionales.
·         Los pertenecientes a Cruz Roja.
·         Los terrenos ocupados por las líneas de ferrocarriles y los edificios enclavados en los mismos terrenos.
·         Colegios concertados.
·         Pertenecientes al patrimonio histórico-artístico.
·         Entidades sin fines lucrativos

Y no digamos las ventajas fiscales de que gozan partidos políticos y sindicatos: No tienen que declarar lo ingresado por cuotas, las subvenciones, las donaciones, los rendimientos de sus actividades económicas, los rendimientos procedentes de las rentas de su patrimonio.
Pues ya ven:
Nadie pide que partidos políticos y sindicatos renuncien a sus enormes ventajas fiscales.
Nadie que paguen el IBI las mezquitas o templos budistas.
Nadie clama por el pago del IBI de embajadas o colegios, o grandes palacios.
Ni exigen que lo pague el ejército o las comisarías, las estaciones de RENFE o las cárceles.
No. Nada de nada, pero que lo pague la Iglesia.

SEGUNDA CONSIDERACIÓN

Leo que se pide el pago del IBI por parte de la Iglesia porque en un momento de crisis los ayuntamientos necesitan ese dinero. Pues se me ocurren varias cosas. Pero sólo me voy a detener en una de ellas.
Esta crisis está generando evidentemente una gran pobreza.
¿Qué están haciendo por los pobres las embajadas, los propietarios de los grandes palacios, las mezquitas…?
¿Qué están haciendo por ellos los ayuntamientos?
Porque a Caritas llegan cada día personas enviadas por sus ayuntamientos para que les echemos una mano, ya que ellos andan justos de presupuesto.
No los envían a los sindicatos ni a los partidos, a las mezquitas o sinagogas, embajadas o legaciones diplomáticas.
No. Los envían a las parroquias.
En esta parroquia de un servidor llevamos atendidas más de 250 personas sin trabajo, de las que ya han conseguido empleo más de ochenta.
Ayudamos con alimentos a treinta familias a las que se llena el carro de la compra dos veces al mes. Y no es nada. Compañeros tengo que atienden a ciento cincuenta familias.
Pues ya ven la solución. Que el IBI lo pague la Iglesia para ayudar a salir de la crisis. Justo a la institución que más está haciendo por sacar adelante a esa gente, justo a ésa, que le suban los impuestos.
Y los partidos y sindicatos, tan solidarios ellos, ¿no van a renunciar a alguno de sus privilegios? ¿Nadie va a pedir que paguen el IBI las embajadas de USA, Rusia, Cuba o China? ¿Nadie exigirá impuestos a las mezquitas? ¿Y a Renfe? ¿Y a la duquesa de Alba?
Pues no, que pague la Iglesia.

Y mientras, los ayuntamientos enviándonos pobres porque ellos no tienen presupuesto.
Ayer nos llegaron otras dos familias derivadas desde la junta municipal.
Resulta divertido: Iglesia, que paguen ustedes el IBI, que hay que salir de la crisis, y de paso que me atiendan a estas familias, que me he quedado sin presupuesto.

¡¡YA ESTÁ BIEN DE CALLAR!!

domingo, 13 de noviembre de 2011

La parábola de los talentos

En este penúltimo domingo del tiempo ordinario se nos recuerda la parábola de los talentos: las diferentes reacciones de aquellos que reciben talentos.
Por supuesto, estamos todos representados en esas dos actitudes: hacer fructificar los talentos recibidos o guardarlos celosamente para no arriesgarlos.
Habitualmente se comenta esta parábola criticando a aquéllos que con comparten y pone al servicio del bien común los bienes y talentos recibidos; y me parece correcta esta interpretación.
Pero también hay otra interpretación, que incluso se ajustaría más al la literalidad de la parábola:
Dios, al repartir sus bienes, tiene más interés en que los utilicemos que en conservarlos. No le preocupa que los arriesguemos y podamos perderlos, sino que lo que reprueba es que no los pongamos en circulación.
Vayamos ahora a donde realmente quería llegar: Dios no quiere que conservemos nuestra inocencia sin pecado alguno, sino que amemos activamente, aunque de vez en cuando metamos la pata. Por esto, junto a santos que lo han sido "toda la vida", veneramos a muchos que han sido "grandes pecadores".
Y es que hay más alegría en el Cielo por un pecador que se arrepiente y ama de veras, que por 100 justos que guardan celosamente sus talentos sin arriesgarlos.
Sobre este tema te recuerdo una entrada anterior: El jardín del alma

sábado, 12 de noviembre de 2011

Las fuentes del conocimiento

Ya hemos hablado de esto en otras ocasiones; pero ahora quiero comentar un matiz distinto.
Las distintas fuentes del conocimiento son aquellas vías que nos ayudan a alcanzar la verdad; porque si ni nos llevan a la verdad, entonces no obtenemos conocimiento, sino error.
El hombre actual piensa que la única forma de alcanzar dicha verdad es mediante el conocimiento científico; es decir, mediante el experimento que nos manifieste sin duda una realidad material.
Pues bien, como ya he dicho muchas veces, constatar el resultado de un experimento no significa que éste nos haya mostrado la verdad. De hecho, la Ciencia va modificando sus conclusiones experimentales constantemente: lo que ayer era una "verdad científica", hoy es un error superado. Luego, aquella verdad científica no era la verdad verdadera, auténtica.

Existen otros modos de conocimiento:

El razonamiento, que nos lleva a la verdad mediante el encadenamiento de argumentos lógicos. En otras épocas, la verdad filosófica tenía bastante más aceptación que la científica. Pero nadie nos asegura que nuestra verdad lógica o filosófica sea también la verdad verdadera, auténtica.

La evidencia, es el medio más común y aparentemente certero. Consideramos verdad aquello que se nos presenta inmediatamente como tal: ahora es de día o es de noche, de forma evidente. Pero también esta vía nos puede llevar al error; por ejemplo, un espejismo puede jugarnos una mala pasada.

Y la última vía del conocimiento es la Fe: mediante la cual consideramos verdad aquello que otros han considerado como tal. Por supuesto, nuestro acierto dependerá de la autoridad y certeza de aquél de quien nos fiamos: el catedrático, el periodista, nuestros padres, etc.

Como vemos, todas estas formas de conocimiento comparten un mismo grado de falibilidad, sin que una de ellas se pueda considerar superior a las demás; salvo la Fe en aquello que nos ha revelado Quien no puede engañarse ni engañarnos, el que posee la verdad absoluta porque Él la ha creado...

¿Porqué entonces ese complejo de superioridad de los científicos?

sábado, 5 de noviembre de 2011

La Iglesia siempre tan antigua y tan nueva

Es curioso cómo algunas formas de vocación son aptas para tiempos tan distintos. La consagración de laicos al servicio de Dios, que parecen haber inventado los nuevos Insitutos seculares nacidos en el siglo XX (Opus Dei, Neocatecumenales, Comunión y Liberación, etc...) ya existía en el siglo II. Y no podía ser de otra forma, ya que los primeros cristianos no eran sino eso: ciudadanos dedicados a Dios en medio del mundo. Os recuerdo ahora las entradas sobre la carta a Diogneto y su continuación.
Es interesante el artículo que el diario El Mundo (que no destaca por su defensa del cristianismo) ha publicado sobre las vírgenes laicas. Para que luego digan que la Religión es cosa pasada.
Quizá debiéramos ocuparnos más en transmitir al mundo las bondades del Cristianismo, que de marcar nuestras diferencias.

jueves, 3 de noviembre de 2011

El Cristianismo es la mejor sociedad

Ya he comentado en entradas anteriores mi convencimiento de que la concepción social cristiana es la que nos lograría una sociedad mejor: más justa, más feliz e incluso más avanzada; pero con un avance "sostenible", como le gusta decir a los progres. No es un brindis al sol, sino la más pura realidad: la sociedad occidental actual quiso encontrar la felicidad en la elusión de los compromisos; y empezó por eludir la paternidad. Efectivamente, uno puede parecer más feliz libre de las ataduras de la prole -sobre todo si es numerosa-; pero esta felicidad no es sostenible. Occidente se está dando cuenta demasiado tarde de que la falta de paternidad -es decir, de relevo generacional- hace imposible mantener cualquiera de los demás logros sociales: sin población no hay sociedad ni progreso ni futuro.

Pero no quería volver sobre este tema que ya he tratado muchas otras veces. Lo que ahora quiero poner de manifiesto es que una cosa es que el Cristianismo sea la mejor sociedad posible y otra, muy distinta, que los cristianos tengamos como meta exclusiva la consecución de esta sociedad perfecta. De ninguna manera es así: los cristianos tenemos que transmitir el amor de Dios y muy especialmente el mensaje de su Hijo; en definitiva, tenemos que transmitir amor.

Si lo hacemos así, seguramente la consecuencia sea que alcancemos algo muy parecido a la sociedad perfecta; pero si nos empeñamos en conseguir directamente ésta, no sólo no lo conseguiremos, sino que además habremos defraudado nuestra vocación de cristianos, de hijos de Dios.

Es algo muy simple; pero cuesta verlo cuando estamos metidos en los afanes de cada día.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

El único lugar sin Dios es el infierno

Un conocido periodista ha escrito un libro en el que dice que la Revolución Francesa empezó como una gran utopía y desembocó en el terror. Estoy totalmente de acuerdo con esa descripción. La Revolución francesa acabó siendo terrorífica para el hombre, como suele ocurrir con todas aquellas utopías bienintencionadas que pretenden lo mejor para el hombre, pero dejando de lado las indicaciones que nuestro Creador nos ha dado.
Ya lo hemos comentado otras veces: cuando la humanidad pretende un mundo sin Dios, suele conseguirlo temporalmente; pero enseguida alcanza su objetivo y termina en el único lugar sin Dios: el infierno. ¿Acaso no fue un infierno la época del terror en Francia, o la Alemania nazi, o el exterminio comunista soviético, o la Cuba de Castro…?
Y ahora que la posmodernidad sigue empeñada en expulsar a Dios –sí, especialmente al Dios Padre de los cristianos- de la vida del hombre: ¿en qué nuevo infierno caeremos?

sábado, 24 de septiembre de 2011

Los apuros de la Ciencia

El CERN (organización europea para la investigación nuclear) ha descubierto que una partícula ya conocida, el neutrino, puede viajar a velocidad superior a la de la luz. Llevan tres años repitiendo este experimento y el resultado no ofrece dudas. Esto pone en tela de juicio toda la teoría de la relatividad de Einstein: a velocidad superior a la de la luz no se puede viajar, ya que se retrocedería en el tiempo. Ante este descubrimiento, los científicos se han quedado desconcertados, ya que se tambalearían las leyes fundamentales de la física moderna, que habría que reformular pacientemente. Pero los hechos son tozudos y el experimento demuestra la excepción a esa teoría: los científicos no saben qué hacer ni cómo interpretarlo.
De hecho, ya existe otro ejemplo de algo que actúa a más velocidad que la luz: la gravedad, que actúa instantáneamente en todo el universo, aunque la luz tarde miles de años en recorrerlo. Pero los científicos no han querido hasta ahora afrontar este reto y dicen que eso se deberá a “curvaturas del espacio tiempo”; es decir, que no conocen la respuesta.
Las normas del conocimiento científico y experimental exigen a los científicos que ante una comprobación empírica del fallo de una teoría, se modifiquen las leyes que la formulan; pero, simultáneamente, el sentido común les dice que eso puede ocasionar un caos profundo en la física moderna.
No pretendo hablar de física ni juzgar sus leyes o sus experimentos, ya que es un tema que me supera; sino que pretendo poner de manifiesto la actitud con la que los científicos han afrontado este “revés” a sus “dogmas”. Y quiero comparar esta actitud con la que mantienen frente a otros tipos de conocimiento, como son la fe o la intuición.
Los científicos han dicho que no se alarme nadie, que de ninguna manera van a modificar las leyes físicas fundamentales por el “pequeño detalle” de que se haya comprobado que están equivocadas. Es decir, que se comportan como si sus leyes –formuladas en base a experimentos anteriores- fuesen dogmas irrefutables: han convertido la ciencia en religión.
Efectivamente, cuando un creyente se encuentra frente a un dilema que no comprende, su religión le pide que siga su fe antes que su razón. No es por obcecación, sino por el convencimiento de que la fe que se profesa contiene la verdad, mientras que la razón humana –como comprobamos a diario- puede estar equivocada. En el caso de los cristianos, conocemos la verdad por revelación directa de Dios; y muchas veces hemos descubierto que las leyes divinas –físicas o morales- a la postre son las verdaderas, aunque la razón humana haya estado extraviada durante una temporada. El seguimiento de la fe nos ha llevado a evitar errores en los que otras personas no creyentes han caído.
Me gusta la actitud del CERN: hay cosas que ni siquiera el experimento más sofisticado debe cambiar; si el resultado nos arroja un absurdo, se debe rechazar ese resultado. Pero creo que deberíamos aplicar este criterio también a otros aspectos de la vida: cuando la ciencia nos ofrece la posibilidad de algo aberrante, ese avance no debe ser aplicado: fecundación in vitro, experimentación con embriones, aborto, armas nucleares, etc…
Quizá Dios les haya gastado a los científicos esta pequeña broma para rebajar un poco su soberbia; y poner de manifiesto que todavía son demasiadas cosas las que desconocemos como para empezar a juzgar al Creador…, y mucho menos a imitarle.

miércoles, 24 de agosto de 2011

¿Cómo encontrarse con Cristo?

Sigamos hablando de la JMJ; y como prometí en una entrada anterior, vamos a hablar de cómo encontrarse con Cristo.
Hay tres formas principales:
La primera, por supuesto, es encontrarse en donde Él mismo previó, en donde Él quiso quedarse, que es en la Eucaristía. Si quieres de verdad encontrarle no tienes más que acercarte a una iglesia y arrodillarte en frente de un sagrario; y mucho mejor si puedes adorarle cuando está fuera del sagrario... Realmente, no tienes que hacer nada más, simplemente ponerte delante de Él y esperar a que que sea Él quien te diga algo... Por supuesto, tienes que ir con ganas de comunicarte con Cristo y con actitud receptiva; seguro que con esto basta...; pero también puedes empezar tú la conversación, diciéndole lo que te parezca. Hay un antecedente de encuentro con Cristo por esta vía que es especialmente llamativo: André Frossard, en su libro "Dios existe, yo me lo encontré", nos cuenta cómo él -que era un judío ateo proveniente de una familia comunista- simplemente entró en una iglesia para comprobar si un amigo suyo estaba dentro y quedó súbitamente convertido porque -como él dice- "se encontró con Dios...". Y ni siquiera lo iba buscando...

Otra forma de encontrar a Cristo es buscarle en los demás; y ésta es también una forma prevista por el propio Cristo: "Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros" (Jn 15, 12); "En esto conocerán que sois mis discípulos: en que os amáis unos a otros" (Jn 13,35). Por esto, cuando una persona se siente amado por otra en razón de su fe, es como si el mismo Cristo le estuviese amando. Este es el camino que siguió la beata Teresa de Calcuta, mostrando a Cristo a través de su caridad; y es el camino que siguen los Cursillos de Cristiandad (ver esta entrada).
Y, por supuesto, amando a otro en razón de nuestra fe nos convertimos auténticamente en Cristo, que así se muestra a los demás.
Personalmente, te aconsejo que practiques las tres formas: no serás defraudado...

martes, 23 de agosto de 2011

Mi experiencia de la JMJ

Mi experiencia personal de la JMJ no se ha producido en ninguno de los actos a los que he asistido, ni siquiera por las acertadísimas palabras que le he escuchado a Benedicto XVI. Mi experiencia se ha producido con los cuatro peregrinos que he tenido en mi casa durante esta semana. Han sido cuatro chicos estudiantes universitarios que venían de EEUU (Missouri y Pennsylvania), Gales e Irlanda del Norte. Por supuesto, hasta el día en que llegaron a mi casa no tenía ni la menor idea de su existencia: solo sabía que venían a participar en este encuentro juvenil y que compartíamos una misma fe.
Pero he podido comprobar cómo el deseo de Cristo, expresado en su oración sacerdotal durante la última cena, se ha hecho realidad: que todos seamos uno, como Tú Padre en mí y yo en ti (Jn 17, 21). Como ya he dicho en anteriores entradas, lo que une a la humanidad es la realidad de ser hijos de un mismo Padre; aunque, como ocurre con todos los hermanos, muchas veces nos enfadamos entre nosotros. Pero sin este Padre, no sería posible esa unidad: el ateísmo y el agnosticismo no nos traen la tranquilidad, sino que nos quitan la fraternidad. Esos cuatro chicos han sido como mis propios hijos en mi casa, mientras mis hijos trabajaban de voluntarios fuera de ella...
Imagino que la misma sensación de fraternidad universal habrán sentido el resto de las familias que han acogido peregrinos; y los peregrinos entre sí, durante los muchos actos a los que han asistido.
Pero también se pone de manifiesto claramente la labor del maligno: ¿Cómo se puede criticar un encuentro así? ¿Cómo se puede rechazar una fe que produce tanto bien? Es que el maligno redobla sus esfuerzos, pues pensaba que después de los horrores del siglo XX y de la orgullosa postura racionalista de la humanidad, ya había expulsado a Dios de los corazones de los hombres. Pero ha podido comprobar que, en cuanto se nos da una oportunidad, reconocemos a Dios en nuestro corazón y en el del prójimo. Una vez más, el maligno ve cómo el éxito se le escapa de las manos: y es que su poder no prevalecerá contra la Iglesia de Cristo.
Esto, que lo conocemos por la fe, es bueno comprobarlo de vez en cuando en nuestra vida: en cada JMJ tenemos una oportunidad para ello.

lunes, 22 de agosto de 2011

¿Droga o religión?

Dicen que la religión es el opio del pueblo; pero los jóvenes que han estado con el Papa Benedicto en Madrid no han tenido los problemas que otros jóvenes que prefirieron otras formas de diversión aparentemente más intensas. Esto es lo que les pasó, según el periódico el Mundo.
Y es que ya lo dice el Papa: Cristo no quita nada y lo da todo..., no se puede decir lo mismo de compañías.

La Jornada Mundial de la Juventud en Madrid

Ha pasado la JMJ 2011en Madrid y ha sido como un huracán. Pero no de esos huracanes que lo arrasan todo, sino un huracán que nos ha levantado hasta muy arriba y luego nos ha dejado suavemente en el suelo.
Cada uno deberá meditar sobre su experiencia y los efectos de este huracán de juventud.
Yo trataré de transmitir en diversas entradas cuál ha sido mi experiencia; pero antes de comenzar me gustaría manifestar una queja: es la Jornada de la Juventud "Católica". Me gustaría que este apelativo figurase muy claro en la denominación de estos encuentros, porque el denominador común de todos estos jóvenes es precisamente que son católicos. Y es importante tenerlo en cuenta a la hora de comparar la actuación de estos dos millones de jóvenes con el comportamiento que otros jóvenes tienen en otro tipo de reuniones. ¿Es posible juntar a dos millones de jóvenes por cualquier otro motivo sin que la ciudad quede arrasada? Pues esa es la diferencia: éstos son jóvenes católicos.
¿Qué diferencia a un joven católico de otro que no lo es? Pues aparentemente nada: tendrán las mismas aficiones, ambiciones, errores y aciertos. Pero el jóven auténticamente católico buscará siempre el bien, aunque no lo logre; y el joven sin ideal cristiano, o no sabrá o no querrá buscarlo. La diferencia radica en que una persona se haya encontrado con Cristo, que es el Camino, la Verdad y la Vida, o no se haya encontrado y ande tan despistado que -aunque pretendiese ser un buen hombre- no sabrá cómo hacer el bien.
¿Cómo encontrarnos con Cristo? Esta es una cuestión que trataremos en otra entrada posterior.

domingo, 21 de agosto de 2011

Una pequeña anecdota

Me cuentan que durante un acto de miembros del Camino Neocatecumenal, con ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid, pasó cerca un ciclista que se permitió increparles gritando "Dios no existe". Inmediatamente perdió el control de su bicicleta y se estrelló. Dos miembros del Camino se apresuraron a ayudarle; perro él rechazó la ayuda porque el golpe había sido leve.
Moraleja: sin Dios no es que sea imposible conducir la propia vida, es que ni siquiera somos capaces de conducir la bicicleta.
Ni me atrevo a pensar lo que hubiese sido la historia de la humanidad sin la providenccia divina. Bueno, sí, tenemos un ejemplo: el siglo XX.

viernes, 19 de agosto de 2011

¿Ateos por un mundo mejor?

En Madrid, con ocasión de la visita del Papa Benedicto XVI, la asociación Ateos por un Mundo Mejor convocó la llamada manifestación "laica" en la que se oponían a la visita del Papa; y aprovecharon para ofender nuestra religión y a nuestro representante; y, ya puestos, agredieron a algunos pacíficos jóvenes peregrinos que pasaban por allí. La realidad es que la policía tuvo que acabar cargando contra ellos, para evitar mayores altercados. Al día siguiente, repitieron la jugada y la policía volvió a cargar porque alteraron gravemente el orden público. No podemos sospechar de connivencia de la policía (al servicio de un Gobierno abiertamente hostil a la religión, especialmente la católica) con los peregrinos, sino que los manifestantes debieron hacer "méritos" suficientes para que la policía les disolviese a palos dos días. 
Hasta aquí los hechos, ahora vamos con las consideraciones.
¿Considera esa asociación que el ateísmo debería imponerse por la fuerza para conseguir un mundo mejor? Si no es así -como espero- entonces no entiendo por qué ofende a los que no opinan como ellos: que se limiten a hacer proselitismo de su propuesta, al igual que la Iglesia hace proselitismo de su fe.
Por el contrario, si pretenden imponer el ateísmo, se me ocurre otra pregunta: ¿creen que un mundo en el que una ideología se ha impuesto por la fuerza puede ser mejor? (Que cada uno se conteste con sinceridad).
Pero también quiero hacer una precisión histórica. Estos ateos piensan que la culpa de todos los conflictos es la religión y por eso habría que abolirla. Por supuesto esto no sólo no es cierto, sino que es todo lo contrario: los dos grandes ateísmos del siglo XX -comunismo y nazismo- han provocado más muertes que todas las demás ideologías y religiones juntas durante el resto de la historia del hombre; y muy probablemente han provocado más muertes que todas las demás guerras juntas.
Es importante tenerlo en cuenta, porque quizá si volvemos al ateísmo vuelva a ocurrir lo mismo...
Y es que sin un Dios Padre, los hombres dejamos de ser hermanos, incluso dejamos de ser humanos. 

sábado, 6 de agosto de 2011

El Papa en España

Faltan ya pocos días para que el Papa llegue a España para la Jornada Mundial de la Juventud: el evento que más jóvenes congrega de todos los que han existido; y, por supuesto, muchos más que los conciertos rock. Pero esto levanta muchas ampollas entre los ateos y laicistas. El colectivo "ateos por un mundo mejor" está promoviendo en España una campaña para que el Estado no financie ni un euro del coste de la visita papal.
Si lo pensamos bien, no les falta razón. según la doctrina social de la Iglesia, el papel del Estado es subsidiario: es decir, que aquello que puedan hacer los particulares lo deben hacer ellos, y el Estado no puede inmiscuirse en todas las actividades ciudadanas. Por lo tanto, yo soy de los que opinan que cada uno debe financiarse sus aficiones, sus actividades y sus creencias. Hasta aquí, de acuerdo.
Pero el problema es que con los impuestos de todos -incluidos los de los nueve millones de católicos que en España frecuentan la Misa dominical- se están subvencionando las aficiones y actividades de otros. Por ejemplo, en España el estado paga parte del coste del cine, el teatro, los sindicatos, los partidos políticos, las asociaciones vecinales, los conciertos rock, los colectivos homosexuales, el estudio de la rana verde... y cien inventos más que únicamente sirven para que los políticos consigan votos.
Por lo tanto, mientras las cosas estén así, ¿por qué no se va a gastar parte de los impuestos de los católicos en financiar la visita de su líder?

martes, 26 de julio de 2011

Pecado vs libertad

El pecado es una ofensa grave a Dios, por el que despreciamos su plan divino, su Providencia, y elegimos nuestro propio plan o nuestro propio capricho. No solamente ofende a Dios, sino que también afecta negativamente a toda la humanidad; y más gravemente a los más cercanos.
Pero esa posibilidad de pecar -es decir, la ausencia de bien- no es tan grave que pueda compensar la libertad humana, que es lo que permite al hombre amar; en definitiva, lo que le permite hacer el bien.
Muchas veces clamamos a Dios para que evite el mal a toda costa. Pero si el mal es al ausencia del bien posible, y para evitarlo eliminamos la libertad humana, entonces estamos anulando cualquier posibilidad de bien.
Sería un despropósito que para evitar algunas ocasiones de ausencia de bien, lo impidiésemos siempre.
Dios, en su infinita sabiduría lo tiene muy claro: la libertad del hombre, su capacidad de amar, compensa cualquier riesgo...

lunes, 25 de julio de 2011

El mal llamado fundamentalismo cristiano

A raíz del loco ataque terrorista de Noruega se ha acuñado un término que no se oía: fundamentalismo cristiano. Se le atribuye al loco autor de dichos atentados. Imagino que el término se ha copiado literalmente del fundamentalismo islámico; pero es muy desafortunado.
El  fundamentalismo cristiano no existe, ya que no hay ninguna doctrina ni corriente cristiana que defienda la "guerra santa" o la "conversión de los infieles" por la violencia. El cristianismo es por definición pacifista, por lo que cualquier fundamentalismo violento no puede ser cristiano: es una contradicción "in términis", un absurdo imposible.
Por desgracia, lo que sí puede haber es cristianos locos, o violentos que digan serlo. Por lo tanto, los medios de comunicación deberían haber hablado de un "loco cristiano" o mejor, de un "loco anti-islamista".
Pero es que además, el tal individuo no se define como cristiano más que de una forma cultural, como una oposición formal al islam. En realidad, se trata de un Masón, que es una corriente filosófica opuesta al cristianismo -por mucho que traten de ocultarlo- y más específicamente, opuesta a la Iglesia Católica.
Entre los escritos de dicho individuo se encuentran afirmaciones que nos permiten llegar inequívocamente a esta conclusión. Copio párrafos de la información difundida por la agencia ZENIT:

El terrorista habría fundado, en 2002, en Londres, junto a otros activistas, la orden templar de los Pobres Compañeros de Cristo del Templo de Salomón, inspirado inspirado en los grados Templarios de la Masonería – una organización de la que forma parte Breivik y a la que alabó por su “papel esencial”, pero a la que considera incapaz de pasar a la acción militar.

Esta supuesta Orden está abierta a “los cristianos, cristianos-agnósticos y ateos-cristianos”, es decir, a todos aquellos que reconocen la importancia de las raíces culturales cristianas, “pero también a las judías e ilustradas”, así como a las “paganas y nórdicas” por oponerse a los verdaderos enemigos, el islam y la inmigración.

Lejos de ser un fundamentalista cristiano --aclara Introvigne-- Breivik, bautizado en Iglesia Luterana de Noruega, se define un 'cristiano cultural', cuya apelación a la herencia cristiana tiene una función instrumental anti-islámica”.

La Iglesias, según el terrorista, no están dispuestas a luchar contra el Islam. Por ello, propone un Gran Congreso Cristiano Europeo del cual nazca una nueva Iglesia Europea y anti-islámica. Y amenaza directamente al Papa Benedicto XVI, pues “ha abandonado el cristianismo y a los cristianos en Europa y debe ser considerado un Papa cobarde, incompetente, corrupto e ilegítimo”.

Los “justicieros Templarios” de Breivik deberían promover tres fases de la “guerra civil Europea”, explica el sociólogo.

“En la primera (1999-2030), deberían despertar la conciencia dormida de los europeos a través de 'ataques sobrecogedores de las células clandestinas', desencadenando la acción de grupos que utilizan el terror': grupos pequeños, incluso de una o dos personas.

En la segunda fase (2030-2070), se debe pasar a la insurgencia armada y a los golpes de Estado; en la tercera (2070-2083), a la verdadera guerra en contra de los inmigrantes musulmanes.

Breivik es consciente de que los ataques de la primera fase transformarán a los conspiradores en terroristas odiados por todos, pero ésta es la forma del “martirio templario” que busca. Los objetivos de “los ataques sobrecogedores” son los partidos políticos: el Partido Laborista Noruego, en primer lugar, pero también apunta contra los partidos europeos que boicotearían de diferentes maneras la guerra al Islam. Escribe amenazas contra partidos políticos italianos cómplices de esta acusación y contra Benedicto XVI.

martes, 28 de junio de 2011

La última cena

Nos recuerda Benedicto XVI en la segunda parte de su libro "Jesús de Nazaret" la importancia de la Última Cena de Jesús con sus apóstoles. E insitse en que la importancia no se debe a que se trate del último convite de Jesús con sus discípulos, sino por lo que en ella aconteció: se instituyó el sacramento de la Eucaristía, el sacramente de la presencia real de Jesús con nosotros para siempre.
Por lo tanto, nos insiste el Papa, la conmemoración que diariamente se hace de esa última cena, no debe convertirse en un convite entre los seguidores de Cristo, sino en la conmemoración de lo que Él instituyó: la entrega de su cuerpo y de su sangre.
La Misa no es tanto una "asamblea de fieles" o un "convite fraterno", como la reunión para hacer presente a Cristo (que nos amó hasta el extremo) y recibirle bajo las especies de pan y vino. Esto es lo que debe inspirar toda la liturgia eucarística: la presencia de Cristo entre nosotros; y a Él se le deberá dar toda la prioridad. Si olvidamos esto, estaremos convirtiendo la maravilla de amor de la Eucaristía, en una convención de colegas.  
Y así lo entendieron los apóstoles y los cristianos durante siglos, ya que hasta la reforma del siglo XVI no se utiliza ningún término que signifique convite para referirse a la celebración de la Eucaristía.

domingo, 26 de junio de 2011

La voluntad y el amor de Dios

Los cristianos solemos hablar de la voluntad de Dios, como de una losa que se nos impone para poder alcanzar el paraíso. Y esto no es en absoluto así por dos motivos:
En primer lugar, la voluntad de Dios no es una especie de prueba caprichos que se nos impone, sino el mejor camino para nuestra felicidad, que se nos sugiere. Tenemos que tener la seguridad de que el plan de Dios para nuestra vida es el mejor de los posibles y el que nos hará más felices, antes y después de la muerte: ahora, el ciento por uno; y después, la vida eterna.
Por otra parte, es Dios el que va adaptando su voluntad a la libre y cambiante decisión del hombre. Es Dios el que, a cada NO que le decimos, hace brotar una nueva vía de su amor, y se inventa un nuevo plan para nosotros. La historia de la salvación está llena de estas rectificaciones: rectifica su plan original ante el pecado de Adán,  el de Caín, la inmoralidad en tiempos de Noé, la afrenta de Babel, la exigencia de un rey por parte de Israel. Y, mientras tanto, prepara a Abraham, nos saca de Egipto, nos envía profetas y, por último, manda a su Hijo para que lo crucifiquemos en redención de nuestros pecados.
¡Y todavía hay quien se niega a cumplir la voluntad de Dios, porque la considera arbitraria y tiránica!

sábado, 25 de junio de 2011

La vida eterna

Sigo ahora con los comentarios al segundo libro de Bernedicto XVI sobre "Jesús de Nazaret".

Habitualmente, cuando los cristianos hablamos de "vida eterna", estamos pensando en la vida que hay después de la muerte; y esto es un grave error. Benedicto XVI nos recuerda que vida eterna no significa la vida que nos espera después de muertos, como una contraposición de la vida actual. La vida eterna es toda la vida del hombre, la única vida desde que nace y su alma es creada, hasta toda la eternidad durante la que perdurará esa alma. Así nos lo aseguró el Señor: "el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre" (Jn 11,25); es decir, para él la muerte será sólo un tránsito para continuar con la vida…
Al hablar de vida eterna, estamos estableciendo una diferencia no entre dos etapas de la vida, sino entre dos formas de vivirla. Porque, en efecto, hay una diferencia entre el mero existir de los seres vivos y el vivir de quien transciende la mera vida material y llega a la plenitud de la vida espiritual. Y ¿cómo se transciende este mundo? Pues Benedicto XVI nos indica que la respuesta nos la da el mismo Cristo en su oración sacerdotal: "ésta es la vida eterna: que te conozcan a Ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien Tú has enviado" (Jn 17,3). Por tanto, la vida eterna, la trascendencia, se nos da por el simple conocimiento de Dios y de Cristo que nos ha sido revelado. En el fondo, es así de simple: el hombre se hace inmortal uniéndose al que es Inmortal; y para esta unión basta con conocerle.
E incluso ese simple conocimiento se nos ha puesto bastante fácil, ya que, en Cristo, Dios sale continuamente al encuentro de los hombres, para que ellos puedan ir hacia Él. Dar a conocer a Cristo significa dar a conocer a Dios: "si me has conocido a mí, has conocido al Padre".

sábado, 28 de mayo de 2011

Los cristianos, la libertad y la cuestión social

La libertad del hombre es algo tan importante, que Dios arriesgó el éxito de su creación con tal de garantizar nuestra libertad. De hecho, con nuestra libertad hemos alterado bastante los planes de Dios. Pero sin libertad, nuestros actos carecerían de todo valor y sería imposible el amor. Y Dios quiero sobre todo que amemos y nos sintamos amados.
Los cristianos debemos proteger la libertad humana y fomentar su ejercicio real; y tener en cuenta esto en toda nuestra acción social.
Todos los hombres somos iguales en dignidad, porque compartimos una misma naturaleza humana. Pero nuestra condici´n de seres libres nos hace únicos, radicalmente distintos unos de otros e irrepetibles como persona.
Estos claros conceptos deben informar la actitud del cristiano frente a la cuestión social: fomentar la dignidad individual, la iniciativa privada, la propiedad privada y las libertades civiles; pero con una estructura social que proteja decididamente al más débil y que cubra esas facetas que la iniciativa asociativa ciudadana no puede cubrir.
Por esto, el cristianismo no es de derechas ni de izquierdas, sino que integra a ambos en defensa del ser humano.
En lenguaje coloquial se podría resumir diciendo que en una sociedad cristiana los ciudadanos serían de derechas y el Estado de izquierdas: aquéllos garantizan la dignidad individual, respetada por el Estado; y éste garantiza la protección social, distribuyendo entre todos lo imprescindible.

viernes, 6 de mayo de 2011

¿Se esconde Dios detrás del mal?

Estamos hablando de la huella de Dios en el mundo y de la queja de muchos de que Dios se esconda del hombre. Esto por supuesto es falso: es precisamente Dios quien ha tomado la iniciativa y se ha revelado al hombre para que éste pueda conocerlo. Y no le ha bastado con revelarse: también se ha encarnado para que podamos "tratarle" de una manera más humana. No obstante, reconozco que en ocasiones a todos nos parece que Dios se ha escondido o, por lo menos, se ha retirado a descansar por un tiempo.
Algunos piensan que donde mejor se esconde Dios es detrás del mal. Para muchos la constatación del mal, de los horrores que sufre la humanidad [a veces el dolor de unos hombres a manos de otros hombres] les impide ver a Dios. Pero la realidad es que Dios no se esconde detrás del mal -ni en ningún otro lugar-, porque el mal no existe por sí mismo: el mal es la ausencia de bien, la ausencia de Dios. El mal es lo que queda cuando eludimos el bien, cuando eludimos a Dios. Por desgracia tenemos dos buenos ejemplos de esta afirmación: los tres totalitarismos que negaron a Dios fueron los más terroríficos de la historia. Me refiero a la Revolución Francesa (que exaltó la razón), el Nazismo (que exaltó la superioridad de la raza) y el Comunismo (que exaltó al estado y abolió la dignidad individual).
Por tanto, no es que Dios se esconda detrás del mal o que éste le sea indiferente, sino que nosotros le hemos apartado y Él simplemente ha respetado nuestra libertad; y podríamos decir que la respeta "muy a su pesar", porque sin libertad humana no hay bien posible.
No culpemos a Dios de un mal del que sólo nosotros tenemos la culpa.

martes, 3 de mayo de 2011

Tenemos que ser como niños

Nos cuesta distinguir lo que es realmente extraordinario. al parecer sólo puede serlo aquello que no constatamos con nuestros sentido (lo sobrenatural) y no caemos en la cuenta de la cantidad de cosas extraordinarias e inexplicables que ocurren en el orden de lo natural, lo material. Lo venimos comentando y lo comentaremos más adelante.
Pero quiero ahora constatar un hecho que nos pasa habitualmente inadvertido: para los niños, todo es nuevo y extraordinario y, por tanto, todo es "normal". Parta ellos todo es posible y todo se lo creen: ¿por qué dudar de un ratón pérez que pone caramelos a los niños a los que se les cae un diente?; o ¿qué es más increíble, que una cigüeña traiga a los niños de París o que se desarrollen por arte de magia desde una minúscula célula en la tripita de mamá?.
Tenemos que ser como niños, para creer en la realidad y la verdad; recuperar lo asombroso de lo cotidiano y la sencillez de lo sobrenatural. Tenemos que perder la costumbre de lo habitual y recuperar su maravillosa realidad.
Cuando veamos la maravilla de lo sobrenatural en todo lo natural que vemos, entonces dejaremos de dudar de todas las maravillas sobrenaturales que no vemos.

jueves, 28 de abril de 2011

Hechos extraordinarios

Hablábamos en la entrada anterior de que la huella de Dios puede también encontrarse en una serie de hechos extraordinarios; y es que Dios busca que le queramos más por la fe que por el conocimiento, por esto parece que está jugando al escondite con los hombres.
Pero también muchos hechos ordinarios -muy materiales y humanos- carecen de explicación; y no por eso los negamos científicamente. En realidad, si todo aquello que no llegamos a conocer en profundidad se rechazase del conocimiento científico, nuestra vida sería mucho más atrasada de lo que lo es. Y es que a los científicos les basta con la certeza de que algo existe para reconocerlo aunque no lo entiendan; pero no les basta la existencia del mundo como prueba irrefutable de la existencia de un Creador: ¡paradojas de la Ciencia!
Por ejemplo, nadie sabe lo que es la gravedad, por muy estudiada que esté su famosa Ley. Sabemos cómo se comportan los cuerpos en razón de la atracción que experimentan unos por otros; pero no tenemos ni la más remota idea de en qué consiste esa atracción: ¿son ondas?; ¿es la curvatura del espacio-tiempo?; ¿cómo puede influir instantáneamente a distancias de millones de años luz? Esto último, por cierto, es incompatible con la teoría de la relatividad, pues ésta afirma que nada puede viajar más rápido que la luz. Pues bien, la gravedad es instantánea, una molificación de masa en un rincón del universo afectaría a todo él (y, de hecho, los cuerpos siempre se están afectando  mutuamente) a pesar de las astronómicas distancias que separan a unos cuerpos de otros.
Pero, por supuesto, nadie negaría la gravedad por el pequeño detalle de no entenderla; sólo nos permitimos negar a Dios porque no le entendemos; ¡nosotros, sus criaturas!

martes, 26 de abril de 2011

La firma de Dios

Muchos ateos y agnósticos basan su postura en la queja de que dios debería haber firmado su obra una vez terminada la creación, así no nos resultaría tan difícil reconocer su existencia. La verdad es que esta es una postura tentadora y que a mí también me hubiese gustado poder ver claramente la firma de Dios en su creación.
Por otra parte, todo esto depende de lo que se considere como firma, ya que Dios sí ha dejado muchas huellas de su paso por la creación. algunas de esta huellas podrían ser las pruebas de Santo Tomás y el reconocimiento de que entre lo creado hay aspectos espirituales que no pueden tener explicación con la mera materia.
Pero lo que yo considero la gran firma de la creación -al menos de la creación del hombre-; y que es bastante más que una firma o una simple huella es el paso de Jesucristo por la Tierra.
Y es que Jesucristo, el Dios hecho hombre -con su naturaleza divina y su naturaleza humana en una única persona- es la firma más completa que se puede plasmar: Dios firma con toda una naturaleza humana. Y más que una huella, se trata de todo un rastro, ya que puede seguirse; y si se sigue con constancia se acaba encontrando a Dios sin lugar a dudas.
Es una firma tan intensa, que puede incluso amarse; y es ésta la manera más segura de acabar encontrando a Dios.
Estamos ahora en la octava pascual, celebrando la resurrección del Señor: la firma viva que Dios quiso imprimir en la naturaleza humana y en toda la creación.
Y si alguien duda que la naturaleza humana y divina de Jesucristo es la firma de Dios, su huella más profunda en la creación y todo un rastro que puede ser seguido, que estudie con detenimiento el mensaje evangélico, que trate de seguirlo; y le aseguro que comprobará la autenticidad de la firma divina... y mucho más.
¿Alguien puede dudar de que el rastro de Cristo en la tierra no es divino? 

lunes, 11 de abril de 2011

Los cristianos y la guerra

En España ha habido en los últimos años varios debates fuertes sobre la participación en conflictos bélicos. Y en uno de los casos, la postura se politizó mucho, ya que tuvo importante influencia en un proceso electoral. A muchos les extrañó el apoyo a la entrada en la guerra de Irak por parte de un amplio sector de la "derecha española", a pesar de que el propio Juan Pablo II se manifestó en contra del inicio de dicha guerra. Recientemente ha sido un gobierno de "izquierda" el que ha decretado la participación en la guerra civil de Libia. Esto nos pone de manifiesto dos ideas muy claras:
- El belicismo no es de derechas ni de izquierdas, sino que depende de los intereses del gobierno de turno.
- La "derecha española" no se guía por las indicaciones del Papa; y ya no mantiene posturas netamente cristianas, como lo hacía antaño. Y es que una cosa son las posturas políticas y otra las creencias religiosas o morales. Tradicionalmente se ha considerado a los católico como votantes de derechas (y puede que así sea) pero esto es una mera coincidencia, no una consecuencia lógica.
Hecha la anterior advertencia, paso a lo importante.
La postura auténticamente cristiana es siempre pacifista; y a esta conclusión se llega mediante la lectura del sermón de la montaña, que es sin duda el compendio más importante del mensaje evangélico. En este sermón se contienen las bienaventuranzas; la séptima de las cuales no admite lugar a dudas: "Bienaventurados los pacíficos porque ellos serán llamados hijos de Dios". Y si repasamos el resto del sermón veremos que Jesús nos anima  a no reclamar nuestros derechos: "si te quitan el manto dale también la capa"; " a quien te obligue a caminar un trecho, acompáñale dos".
Ya sé que la moral cristiana permite el ejercicio de los propios derechos, incluso admite la guerra justa en defensa propia; pero lo propio del cristiano, lo más coherente con el espíritu evangélico es la actitud pacífica.
Y me ha gustado mucho encontrar esta confirmación en el nuevo libro de Benedicto XVI (la segunda parte de Jesús de Nazaret), en donde pone de relieve que el pacifismo de los cristianos se puso de manifiesto desde el principio, renunciando a la lucha armada contra Roma e incluso negándose a combatir en la defensa de Jerusalén, ni siquiera para impedir la destrucción del Templo. Efectivamente, siguiendo el consejo evangélico, huyeron a la montaña, en vez de participar en su sangrienta defensa; y esto no fue por cobardía, sino por coherencia con el mismo mensaje evangélico.
No debemos olvidar esta enseñanza, ni siquiera cuando esta postura coincida con la de nuestro oponentes políticos...

miércoles, 6 de abril de 2011

La verdad y la política

Dedica Benedicto XVI un apartado de la segunda parte de su Jesús de Nazaret a comentar el juicio que sufrió Jesús ante Pilatos; y cómo salió entonces a relucir la Verdad. Y así llega a afirmar que el Reino de Dios no es un reinado de poder, sino la implantación de la Verdad como forma de llegar a la justicia y la paz. 
Y esta es la gran diferencia: los reinos de los hombres pretenden alcanzar la paz imponiendo el criterio de la mayoría; y los más violentos, pretenden imponer la paz con fuerza bruta. Pero ninguna de estas vías es posible si esa paz no se basa en la Verdad sobre el hombre, por mucha fuerza que se haga o mucha mayoría que se siga.
Al hombre sólo le colma la paz que se deriva de la Verdad, del conocimiento certero de su propia naturaleza y su propio destino.

lunes, 4 de abril de 2011

El culto y la moral no bastan

En el Antiguo Testamento la fe se mantenía a base de ritos; es decir, descansaba sobre el culto, los sacrificios y otra serie de costumbres que el pueblo debía seguir para mantener la alianza. Esta ritualización se llevó hasta el extremo; y en tiempos de Jesucristo, ya había suplantado totalmente a la verdadera moral, llegándose a la hipocresía de cumplir minuciosamente la norma sin practicar el amor a Dios ni al prójimo.
Jesús no ocultó su rechazo de esta hipocresía y se permitió denominar como “sepulcros blanqueados” y “raza de víboras” a estos cumplidores de palabra. Así las cosas, los cristianos se liberaron de la Ley y pusieron en énfasis en la moral: no basta con seguir una serie de normas aparentes, hay que adherirse de verdad a los mandamientos y cumplirlos personalmente. Por supuesto, esto significa un avance importante frente a la mera hipocresía anterior; pero también tiene sus riesgos.
De hecho, con el tiempo, este predominio de la moral también acabó corrompiéndose y pretendió reducir nuestra fe a una mera moral sexual. Desde el siglo XIX, esto se acentuó tanto que se llega a identificar como buen cristiano a todo aquél que es decente.
Esto no es así. El cristianismo no es una moral –aunque contenga una moral-: el cristianismo es el seguimiento de una persona, que concretó su mensaje con el mandamiento de “amar a Dios y al prójimo”. De nada vale ser el más decente del barrio, la más pudorosa de las mujeres, si no se ama de verdad a Cristo. Cierto que ´Él mismo dijo: “si me amáis guardaréis mis mandamientos”, y por tanto, hay que guardarlos; pero no dijo “si guardáis mis mandamientos me amaréis”, y por tanto, no basta con el mero cumplimiento.
En la segunda parte de su libro Jesús de Nazaret, Benedicto XVI lo deja bien claro: "En lugar de la pureza ritual no ha entrado simplemente la moral, sino el don del encuentro con Dios en Jesucristo".
Sin encuentro personal con Cristo, de nada sirven ni el culto ni la moral; porque todo eso sólo alcanza su pleno sentido en Cristo.

miércoles, 23 de marzo de 2011

El crucifijo en Occidente

Una sentencia del Tribunal Constitucional de Perú aclara perfectamente la polémica entre los laicistas empedernidos (que quieren eliminar cualquier símbolo religioso y cercenar la libertaad de expresión de los creyentes) y los auténticos tolerantes (que toleran tanto las expresiones religiosas como las agnósticas o ateas):

“El Tribunal Constitucional considera que la presencia de símbolos religiosos como el crucifijo o la Biblia que se encuentran histórica y tradicionalmente presentes en un ámbito público, como en los despachos y tribunales del Poder Judicial, no afecta la libertad religiosa ni el principio de laicidad del Estado, en tanto que la presencia de esos símbolos responde a una tradición históricamente arraigada en la sociedad, que se explica por ser la Iglesia Católica un elemento importante en la formación histórica, cultural y moral del Perú, conforme lo reconoce el artículo 50º de la Constitución”.
“De este modo, si bien en un templo el crucifijo tiene un significado religioso, en un escenario público (como en los despachos y tribunales del Poder Judicial) tiene un valor cultural, ligado a la historia del país, a su cultura o tradiciones. En tal contexto, que el Estado mantenga dichos símbolos en tales espacios públicos no significa que abandone su condición de Estado laico para volverse un Estado confesional”.
“Además, la sola presencia de un crucifijo o una Biblia en un despacho o tribunal del Poder Judicial no fuerza a nadie a actuar en contra de sus convicciones, pues no puede sostenerse que de la presencia de tales símbolos se derive alguna obligación de, por ejemplo, adoración o veneración, cuyo cumplimiento afecte la conciencia de los no creyentes.Tal supuesto de coacción no sucede ni se configura por el solo hecho de exhibir o colocar crucifijos siguiendo una tradición arraigada a nuestra historia y a nuestras costumbres”.

Está muy claro; pero el que no quiere entender...

viernes, 18 de marzo de 2011

Dios y la libertad

Dios es lo que hace grande al hombre, le otorga la dignidad que posee y le revela el secreto de la naturaleza humana, que Dios conoce perfectamente por haberla creado. Pero es precisamente esta condición de criatura de Dios, el tener una naturaleza creada, lo que limita su campo de acción a aquello que le es propio según su naturaleza. El origen de nuestra grandeza es precisamente la causa de nuestra limitación en el obrar, si queremos mantenerla. Pero esta limitación no hace sino manifestar la libertad que tenemos para mantenernos dentro de dichos límites o saltárnoslos olímpicamente.
Por el contrario, sin Dios, sin un origen personal que nos conforme según un plan creador, el hombre no es más que una cosa, fruto de la casualidad y que actúa en función de un cúmulo de reacciones electroquímicas. Si el hombre no tiene una naturaleza personalmente concebida, entonces puede actuar como quiera en cada momento, modificando su naturaleza a capricho y despreciando la de los demás seres que -como casuales- también carecen de dignidad. Pero si todo es fruto de la casualidad, entonces el propio actuar humano también lo es: el hombre sin límites naturales no es libre, ya que no actúa según una voluntad ni un plan, sino simplemente siguiendo los sentimientos que sus reacciones electroquímicas le imponen en cada momento.
Es decir: solo Dios nos da la libertad, aunque nos marque límites; sin Dios no hay límites, pero tampoco somos libres...
¿Es que seríamos personas sin Dios?

jueves, 10 de marzo de 2011

El humanismo cristiano

Seguimos con el tema de la entrada anterior.
La diferencia entre el humanismo inmanentista -en el que el hombre es soberano de si mismo y centro del universo, lo que le permite cualquier conducta que su razón le muestre- y el humanismo cristiano -en el que el hombre posee una dignidad trascendente, pero está sometido a una Ley superior, que le impone límites y le exige el respeto de los demás seres, humanos o no-, no radica en su racionalidad -que ambos la tienen- sino en la Fe, que sólo el último tiene.
Como decía Juan Pablo II, sin Dios no es posible un auténtico humanismo; es decir, un humanismo que sea realmente humano. Porque sólo Dios revela al hombre su propio misterio, su fin último y sus límites como criatura.
Por desgracia, demasiados ejemplos nos dan la razón: sin Dios el hombre se vuelve irracional e inhumano.

lunes, 7 de marzo de 2011

El Renacimiento

Leo en un libro de texto escolar la siguiente frase referente al Renacimiento, plagada de errores:
El humanismo es una nueva corriente de pensamiento que supone un gran cambio con respecto a la Edad Media, por la que se pone al hombre como centro del universo se le libera de la religión y se proclama su capacidad de actuar y pensar racionalmente.
Vayamos por partes:
  • Efectivamente, se produce un gran cambio con respecto a la Edad Media. Durante ésta, la cultura y el arte está exclusivamene ligado con la religión y se desarrolla en los monasterios, que fueron los encargados de hacernos llegar toda la cultura clásica. La sociedad civil no religiosa fue tremendamente oscura y bárbara, dominada por un feudalismo señorial que sometía a la pleve a la esclavitud de la incultura. Por lo tanto, es la religión la que preserva toda esa cultura y permite que en el Renacimeinto llegue al resto de la sociedad civil.
  • Al hombre como centro del universo le pone el Cristianismo, al afirmar que es la única criatura creada a imagen y semejanza de Dios; y, por lo tanto, con una dignidad intrínseca que nos iguala a todos y nos pone en un plano infinitamente superior al del resto de los seres creados.
  • Si el humanismo libró al hombre de la religión, por qué siglos después sigue habiendo religión en el mundo. ¿De qué religión le liberó? Porque, por ejemplo, en España durante la Edad Media la religión mayoritaria era el Islam; y precisamente a la salida de la Edad Media fue volviendo al Cristianismo.
  • El humanismo proclama la capacidad del hombre de pensar y actuar racionalmente al margen de la religión. Por esto, en las ocasiones en que más renegó de la religión actuó racionalmente (¿?) pero no tan humanamente. Tenemos tres ejemplos de esto:
    • La época del terror en la revolución francesa, que tras entronizar a la diosa razón, se dedicó a cortar la cabeza a todo aquél que se puso a mano, incluidos los propios revolucionarios; pero, por supuesto, lo hizo racionalmente: utilizó un invento aseptico y efectivo, la guillotina.
    • El Comunismo, tanto el soviético como el chino o camboyano, que utilizó los mejores métodos de manipulación personal y social para torturar y aniquilar a todos sus oponentes, con el sano objetivo de imponer el paraíso del proletariado... allí en donde ya había acabado con todos los proletarios.
    • El nazismo científica doctrina para solucionar finalmente el problema del odio y la envidia y establecer el orgullo humanista de la raza aria: exterminar a todo aquél que nos estorba ya sea en el campo de batalla o en los científicamente diseñados hornos crematorios después de aplicar el último invento de la razón: el gas ziklon.
Después de apreciar estos ejemplos de racionalismo, ¿quien puede no sentirse atraído por este humanismo sin religión?
Y conste que soy admirador de los logros del Renacimiento; pero estos no se produjeron de espaldas a la religión, sino gracias al valor que el Cristianismo otorga al ser humano y a su paso por la Tierra.

viernes, 4 de marzo de 2011

El humanismo sin Dios

En la entrada anterior incluíamos una parábola sobre la creación de dios por el hombre: sigamos ahondando en las graves consecuencias de esto.
Sin Dios, no se puede siquiera crear un auténtico humanismo, ya que la dignidad del hombre procede precisamente de su condición de ser criatura de Dios, hecha a su imagen y semejanza. Sin un Dios Padre común, ¿cómo ser hermanos?; y si no somos hermanos, ¿por qué respetarnos en vez de buscar exclusivamente el propio provecho? 
Un mundo sin Dios es un mundo sin esperanza, y una cultura sin Dios lleva en su núcleo la desesperación, se vuelve inevitablemente cultura de la muerte.” Joseph Ratzinger, 2001. Por desgracia, hemos podido comprobar la realidad de esta afirmación con los millones de muertes derivados de la sustitiución de Dios por un ideal a la medida del hombre: el comunismo, el nazismo; pero también el aborto, la eutanasia y las esterilizaciones masivas, porque sin Dios y sin esperanza la vida deja de tener sentido.
Por el contrario, la esperanza en Dios nos lleva a la actividad, al progreso, a compartir con nuevos hombres lo logrado. Por esto, Pablo VI afirmaba sin miedo que "el humanismo cristiano es la fuerza más poderosa al servicio del desarrollo". Puede parecer exagerada esta frase, pero ¿de dónde proviene el desarrollo del mundo, sino de la cultura cristiana?

lunes, 28 de febrero de 2011

...Y el hombre se hizo un dios a su imagen y semejanza...

Al sexto día, el hombre miró todo lo que había hecho y cómo había dominado la naturaleza y las ciencias y vio que todo era bueno; y entonces se dijo "hagamos un dios a nuestra imagen y semejanza".
Y tomó un poco de su entendimiento y modeló un dios que el hombre pudiese comprender; y le dijo: "puedes dominar toda la tierra y las leyes de la naturaleza; pero la voluntad humana no podrás dominarla, porque el día que lo intentases te desterraré de mi fe". Y dios fue feliz poniendo nombre a todas las cosas, pero no se atrevió a contradecir la voluntad humana.
Y al séptimo día, una vez dominadas todas las cosas -incluso su dios-, el hombre descansó.
Pero, cuando el hombre despertó de su descanso, descubrió que desconocía de dónde venía y cual era su destino. Comprobó que, siguiendo su propia voluntad sin moral alguna, el hombre no lograba respetar ni su naturaleza ni a sus semejantes. Vio cómo los animales y las plantas -dominados por dios- prosperaban, crecían y se multiplicaban, mientras que el hombre se iba aniquilando a sí mismo. Y quiso buscar una norma que seguir, al igual que los demás seres de la naturaleza; pero no la encontró, porque el dios que hizo a su imagen y semejanza, con su mismo entendimiento y voluntad, no podía mostrársela.
Y cuando el hombre estaba más abatido y desconcertado, Dios creyó en el hombre y tuvo misericordia de él y barrió de la tierra al dios que el hombre había creado, y se mostró al hombre para que éste pudiese conocerle y amarle; y, al fin, el hombre creyó y amó a un Dios que lo había creado a su imagen y semejanza.

lunes, 21 de febrero de 2011

La idea-sentimiento

Estoy leyendo a Dostoyevsky -uno de los escritores que mejor describe la personalidad humana-, y me he encontrado en su obra El Adolescente con un personaje que afirma que de poco valen los razonamientos para convencer a alguien si, además de las razones, no le transmitimos también una idea-sentimiento que sustituya a sus anteriores convencimientos y llene el vacío que éstos dejan.
Me ha gustado mucho esta afirmación, ya que -de algún modo- la había utilizado yo en entradas anteriores para expresar que sólo con razones -por muy fuertes e inteligentes que sean- no se llega a convertir a nadie. Nadie cambia de vida porque se le convenza de que su forma de actuar no es la más lógica posible. Lo que cambia a las personas es encontrarse con una idea nueva que suscita en ellos un sentimiento -una especie de intuición- de que merece la pena seguir dicha idea; y, entonces, ya no hacen falta las razones porque la Fe -ese conocimiento no comprobable- se habrá aposentado en su mente y en su corazón.
Precisamente, en el Cristianismo tenemos la mejor idea-sentimiento que pudiese pensarse (si se me permite esta burda comparación): tenemos a Cristo. Es el conocimiento de Cristo y de su mensaje lo que cambiará nuestra forma de actuar; lo que hará que encontremos más lógico el mensaje evangélico, que el absurdo mensaje egoísta que transmite el mundo.
Demos a conocer a Cristo -también con nuestro ejemplo- y quizá después ya no haya que razonar tanto.

lunes, 31 de enero de 2011

Una propuesta política cristiana

Con objeto de plasmar en política mi interpretación de la concepción social cristiana -de la que he hablado en muchas ocasiones en este blog-, he decidido abrir un nuevo blog dedicado a este objetivo: El Socialcristianismo, una propuesta política cristiana
Espero que sea de vuestro interés.

sábado, 15 de enero de 2011

Elección, decisión e instinto

La manifestación de la libertad humana es la elección: el hombre elige entre varias alternativas.

Nuestras decisiones son fruto del razonamiento: se ponderan los pros y los contras de cada alternativa y se acaba escogiendo la que racionalmente se nos presenta como mejor. De algún modo, nuestra elección está determinada por nuestro conocimiento y por nuestra razón.

Cuando actuamos sin deliberación previa, siguiendo simplemente nuestro instinto, la falta de libertad se muestra de forma más patente: elegimos aquello que se presenta como bueno para nuestra naturaleza y difícilmente podríamos actuar de otra forma; aunque, por supuesto, el hombre siempre puede dominar su instinto. También es cierto que, en algunos casos, nuestro instinto ya está corrompido por el vicio; y se nos presenta como bueno lo que simplemente nos resulta necesario -por necesidad creada- e inevitable [por ejemplo, con las adicciones a las drogas o al sexo]. De una u otra forma, cuando actuamos instintivamente, nuestro actuar refleja más nuestro aspecto animal que el racional.

Resumiendo: el hombre, como animal racional, suele estar influido en su proceso de elección por la razón o por el instinto.

Pero no siempre es así. En ocasiones (de hecho en las más importantes de la vida), el hombre elige opciones sin que sean fruto ni de una decisión razonada ni del impulso ciego del instinto. Por ejemplo, este tipo de decisiones (ni racionales ni instintivas) se producen cuando el amor está por medio; pero no es la única circunstancia en que esto se da: elegimos "irracionalmente" nuestra vocación o carrera, nuestra pareja, nuestro trato con los demás, nuestras amistades y aficiones... Parecería como si sólo aquellos aspectos menos importantes de nuestra vida se decidiesen tras una detenida ponderación: las inversiones financieras, la elección de coche o de casa...; y no siempre. Y también suelen ser irrelevantes las decisiones que tomamos de forma exclusivamente instintiva.

Y es más, cuanto menos razonada ha sido una elección, más nos empeñamos en mantenerla, más "nuestra" nos parece.

Y la más importante de todas nuestras elecciones es nuestra fe, nuestra aceptación de un conocimiento no comprobable: precisamente por no ser comprobable, no puede ser razonada su elección (esto no excluye que la fe pueda ser a posteriori razonable); y por ser un conocimiento, no puede ser meramente instintivo. Y será la elección de nuestra fe la que más influya en todas nuestras demás elecciones.

Quizá todo esto se produzca porque la libertad del hombre no se basa tanto en su naturaleza humana -animal racional- cuanto en su alma, en aquello espiritual que juntamente con la naturaleza material constituye al hombre. Porque si no tuviésemos alma, nuestras elecciones serían siempre fruto de razonadas decisiones o impulsos instintivos, entre los que nunca podría aparecer el amor... Por tanto, la fe, el amor, la vocación, serían elecciones del alma y su manifestación más patente.

Por el contrario, quien elige el ateísmo suele hacerlo tras una larga deliberación: es una decisión meramente humana, determinada por la razón, sin escuchar al alma...; y, por tanto, menos libre.

domingo, 2 de enero de 2011

La vida, un derecho y un deber

Comienza un nuevo año y la vida sigue... Pero no siempre dejamos que la vida, toda vida, siga.

Por desgracia, en España se vuelve a hablar de legalizar la eutanasia, es decir, de permitir que aquellos que no encuentran un motivo para seguir viviendo -en definitiva, aquellos que no se sienten amados-, se puedan quitar de en medio. Es la solución más cínica y cobarde que se le ha ocurrido a nuestra progresista civilización: aquellas vidas que no apreciamos, porque no tienen "utilidad" para nosotros, lo mejor es aniquilarlas. En vez de convencer a todos de que una vida tienen valor en sí misma porque es algo único e irrepetible, les permitimos marchar con la seguridad de que a nadie le interesa que se queden.

Se reclama la eutanasia como el derecho a una muerte digna. Pero el suicidio nunca puede ser una muerte digna, sino el más indigno de los destinos: la desaparición porque a nadie le interesamos. La eutanasia es la manifestación patente del fracaso de una sociedad que confunde "vida digna" con "satisfacción del deseo"; como si la vida no tuviese una dignidad intrínseca, independientemente se las condiciones en que se desarrolle.


La eutanasia, el suicidio -asistido o no- nunca es lícito. Hablábamos hace unas entradas de que las libertades de unos se entrelazan con las de otros, hasta un punto en el que libertades, derechos y obligaciones acaban confundiéndose con las propias personas, con el prójimo. Pues estamos ahora ante una manifestación clara de esto: la vida es nuestro derecho, que los demás deben respetar siempre; pero también es nuestro deber, que debemos respetar frente a los demás. Y es que olvidamos que nuestra vida también es un derecho de los demás: evidentemente, sin las vidas de unos y otros no existiría ni la sociedad ni la humanidad.


Así, nuestra libertad de desear una vida placentera y libre de sufrimientos (lo que constituye un aspecto muy accesorio y pobre de la vida), tiene como límite la propia vida; es decir, nunca puede llevarnos a prescindir de ella.Y siempre podremos exigir que los demás la valoren como tal, cualquiera que sean sus circunstancias.


La vida, toda vida, la vida de cada uno, es un regalo que Dios hace al resto de la humanidad y, por tanto, a cada uno de los demás seres humanos. Nuestra obligación es agradecerlas, respetarlas y cuidarlas para que se desarrollen en óptimas condiciones. Y como ese regalo pertenece a todos, nadie, ni el propio individuo, puede aniquilarlo.