He tratado este tema en varias entradas; pero como es un asunto recurrente, que se presenta cada vez que nos topamos con algo malo, vuelvo a insistir.
El bien y el mal no son opuestos. El bien existe y el mal NO existe, es simplemente la ausencia de bien.
Algo parecido ocurre con el amor y el dolor, que muchos identifican con el bien y el mal: cuando amo a alguien disfruto de un bien y cuando pierdo a ese alguien entonces me sobreviene un mal. Realmente esto no es así. El amor es un bien sin paliativos y cuando pierdo ese amor, lo que se produce es su ausencia, que me causa dolor. Pero ese dolor de la ausencia del amor se produce precisamente porque amaba. La única forma de evitarlo sería negarse a amar, para no llegar nunca a sentir el dolor de la pérdida. Porque el dolor es la mejor prueba del amor. Santa Teresa de Calcuta lo tenía muy claro y nos dijo: ama hasta que te duela el amor. Si no llega a doler, es que no amas bastante.
No debemos confundir lo anterior con el odio: cuando odiamos (quizá a quien antes habíamos amado) lo que se produce no es sólo una ausencia del amor (el bien supremo), sino una ausencia real de cualquier bien. El odio no es sólo el rechazo del amor, sino el rechazo del bien, de la bondad. Y si el amor produce gozo y es fecundo, el odio sólo produce amargura y destrucción. El dolor por la pérdida del amado es una consecuencia lógica; el odio es una reacción irracional, por muy habitual que sea.
Volviendo al bien y el mal, el amor y el dolor: sería poco inteligente renunciar a la luz para evitar que se produjesen sombras. Si hay luz (bien, amor) forzosamente se presentarán sombras; pero no como algo opuesto a la luz, sino como su simple carencia.
Merece la pena amar,aunque tengamos la certeza de que nos acabará doliendo.
Es mi experiencia
Hay quien piensa que fe es lo opuesto a razón. Hay quien piensa que los que tenemos fe no somos personas razonables. No comparto estas opiniones; y para mostraros que en la razón hay mucha parte de fe y que en la fe hay mucha parte de razón, es para lo que comienzo este blog (28-9-2005).
viernes, 29 de noviembre de 2019
lunes, 4 de noviembre de 2019
¿Los ateos?
Un porcentaje
de la población se declara ateo; y yo me pregunto: ¿saben realmente lo que
dicen? ¿Saben lo que implica declararse ateo?
En
primer lugar, significa que no creen en la existencia de un Dios, esto está
claro. Pero esta afirmación tiene una consecuencia que no se puede eludir: Si
no existe un Dios creador, ¿de dónde ha salido el mundo?
¡Pues
de la evolución, como nos muestra la Ciencia! Vale, pero repasemos esto más
despacio.
En primer
lugar, la Ciencia no nos muestra (ni demuestra) nada, sino que simplemente
afirma que, como no tiene otra respuesta, pues es evidente que todo evolucionó
desde la energía primigenia hasta la complejidad de la vida humana, incluidos los
sentimientos y pasiones de los humanos.
Y en
esto estamos de acuerdo: todo evolucionó desde la energía del Big Bang hasta
los tres mil millones de pares de bases, constituidos por combinaciones de unos
25.000 genes distintos, que conforman el genoma humano; y éste es el que le
indica a cada célula dónde y cómo debe comportarse.
Pero ¿la
energía evolucionó dirigida por alguien o por simple casualidad?
Si evolucionó
dirigida por alguien, ¡ya hemos encontrado a Dios?
Si
evolucionó por mera casualidad… ¡Es mucha esta casualidad!
La ley
de la entropía nos dice que por sí solas las cosas sólo evolucionan hacia un menor
orden, nunca un mayor orden. Si tiramos un mazo de cartas ordenadas al aire, la
probabilidad de que caigan perfectamente ordenadas es casi nula. Pero si
tiramos las cartas ya desordenadas, es absolutamente imposible que caigan
ordenadas. Igual que si tiramos un vaso se romperá en mil pedazos; pero si
volvemos a tirar los pedazos, nunca se formará un vaso.
Una
explosión de energía produce, como cualquier otra explosión, un gran desorden.
Para que produzca un orden mayor, esa explosión debe estar previamente organizada
perfectamente… Esto es claro; pero ¿quién la organiza? [1]
Es
decir: o hay un Dios que dirige la evolución, o la propia energía primigenia ya
estaba organizada para que su explosión acabase ordenando los tres mil millones
de pares de cromosomas del genoma humano… ¡Tres mil millones!
¿Cómo
hay que organizar algo para que tres mil millones de cambios después quede
perfecto?
O ¿es
que de verdad te crees que fueron tres mil millones de casualidades?
Y
ahora, ¿te sigues declarando ateo? O ¿crees que la energía primigenia es tu
dios?
[1] El astrofísico Alan Lightman
reconoció que a los científicos “les parece misterioso el hecho de que el
universo fuera creado con este elevado grado de orden”. Agregó que “cualquier
teoría cosmológica viable debería explicar en última instancia esta
contradicción de la entropía”, es decir, que el universo no se halle en estado
caótico.
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