lunes, 27 de noviembre de 2023

Felicidad y sufrimiento

Sigamos hablando de esa prueba de amor que es el sufrimiento. Si el secreto de la felicidad es "amar y sentirse amado"; y no hay amor sin sufrimiento, entonces ¿es compatible la felicidad con el sufrimiento? Estoy convencido de que sí, incluso por propia experiencia. Puede parecer extraño; pero esto se debe a que se habitualmente se confunde la felicidad con la alegría, el placer o la comodidad. La autentica felicidd la proporciona la sensación de estar en el buen camino, de saber que se está haciendo lo que uno está destinado a hacer. La alegría la puede proporcionar, en un momento dado, la facilidad de ese camino, la superación de un escollo o la recuperación de un amor que se consideraba perdido. La alegría es también un sentimiento del alma, como la felicidad (¡salvo cuando procede del exceso de alcohol, claro!). El placer y la comodidad son sensaciones del cuerpo y dependen de nuestros sentidos: el primero es pasajero y la segunda puede ser más perdurable; pero todos tenemos experiencia de que ni el uno ni la otra proporcionan la felicidad. En muchas ocasiones, ese placer intenso nos ha provocado desilusión o incluso amargura; y se puede ser muy infeliz disponiendo de una vida llena de comodidades. Quizá este sea el gran drama de nuestra juventud: en occidente y japón el suicidio es la primera causa de muerte de los jóvenes. Supongo que, en muchos casos -aun disponiendo de todo el placer a su alcance y disfrutando de una vida cómoda- se sienten infelices porque desconocen "nuestro secreto": amar y sentirse amado. En otras ocasiones, se dejarán llevar por la desesperación al comprobar que todos sus esfuerzos por ser felices a través de placer son vanos. También es cierto que hay casos en los que quienes quieren obtener el auténtico amor, no lo logran; y no aciertan a suplirlo con su amor hacia los demás. ¿Como compaginar felicidad y sufrimiento? Ya lo comentaba en la entrada anterior: el sufrimiento por amor escuece; pero no crea infelicidad. El sufrimiento por egoísmo (incluido el odio) genera amargura y desesperación. Es por esto por lo que se entienden las Bienaventuranzas: bendito el que sufre, el que llora, el que es pobre o perseguido, sobre todo, el limpio de corazón, el misericordioso, el que busca la paz... Porque todos estos sufrimientos, sobrellevados por amor, no solo son compatibles con la felicidad, sino que frecuentemente la alcanzan.

martes, 14 de noviembre de 2023

Si amar es sufrir, ¿cómo ama Dios?

El amor es una moneda de dos caras inseparables: el gozo y el sufrimiento. En el momento en el que empezamos a amar a alguien (amor de verdad, no simple atracción) empezamos a gozar con su presencia, su afecto (si es que nos corresponde); pero también empezamos a sufrir por él, compartiendo sus problemas y sufrimientos, echándolo de menos cuando no está presente, por el temor a perderle, etc. De este modo, se podría decir que el sufrimiento por amor es una forma de gozo. Claro que cuando ese sufrimiento lo provoca el otro con su rechazo o desprecio, entonces no es gozoso, sino doloroso; pero sigue siendo un sufrimiento generado por el amor. De hecho, la única prueba válida del amor es el dolor: si estamos dispuestos a sufrir por el otro, no hay duda de que lo amamos.

Para mí, esto es muy claro. Pero se me presenta una duda: Si Dios es amor, ¿cómo sufre? Por supuesto, un Dios NO puede sufrir de ninguna forma. Entonces, el amor de Dios estaría "exento" de esta cualidad inseparable: como su amor es perfecto, no necesita someterse a esta prueba. Es una explicación que parece acertada. Pero se me presenta otra duda: el amor hay que comunicarlo, manifestarlo. El que ama quiere que el amado lo sepa; y en nuestro caso, los hombres no somos perfectos y SI necesitamos de la "prueba" del amor, que no es otra que el dolor.

Ya os estáis imaginando la solución que Dios le dio a este dilema: que el Hijo hecho hombre y, por tanto, capaz de sufrir, nos mostrase su amor. Jesucristo se encarnó para ser "el rostro de la misericordia del Padre" (palabras de Benedicto XVI). Primero mostrando su misericordia con las dolencias humanas, curándolas y perdonando los pecados; después mostrando su amor sufriendo -"nadie tiene más amor que quien da su vida por los demás"-; y un sufrimiento extremo en su Pasión y muerte en la Cruz.

Resueltas estas dudas, me surge una pregunta: Cristo resucitado y ascendido al cielo, esa naturaleza humana inserta en el seno de la Santísima Trinidad: ¿puede sufrir? ¿Es esta la forma como nos sigue mostrando Dios su amor después de la Redención? Pues yo creo que SI, que Cristo, como cualquier hombre, sufre por nuestros desprecios y ausencias; un sufrimiento gozoso, pero real. Y esto me interpela profundamente: ¿qué parte de ese sufrimiento lo provoco yo?