sábado, 27 de abril de 2024

Ecología humana

Sigamos con el asunto de la ecología. Es curioso que esta se centre en el cuidado de casi todas las especies... Porque hay una especie a la que muchos ecologistas pretenden extinguir: el hombre. Y los que no llegan a tal extremo, tampoco se preocupan por "desnaturalizar esta especie". ¿Cuándo tendremos ecologistas preocupados por la naturaleza del hombre? ¿Por respetar su constitución biológica? Los ejemplos contrarios son muchos.

Defendemos los huevos de los animales hasta imponer penas de cárcel por estropear un huevo de lagarto o de buitre. Pero consideramos que matar el embrión humano no solo está permitido, sino que es un derecho. Recientemente, los franceses han considerado que este derecho es tan evidente, que lo han protegido incluyéndolo en su Constitución: ¿Dónde quedan la Liberté, Fraternité y Egalité de su famosa Revolución? ¿Qué fraternidad, igualdad y libertad se le muestra al que se le impide nacer?

Por otra parte, los ecologistas se posicionan en contra de los alimentos transgénicos; pero nada dicen de las leyes que permiten (incluso fomentan) los cambios transgénero humanos: ¿Es que esta especie no debe ser protegida? ¿Es que el hombre deber cuidar y respetar todo menos a sí mismo?

Uno de los retos que la humanidad se ha planteado es la llamada Agenda 20-30, indicando el rumbo que debe seguir la humanidad. Pero es curioso que en dicha Agenda (realmente un nuevo Decálogo laico para la Humanidad) las palabras padre, madre o familia no aparezcan mencionadas. ¿No serían estas las claves para una correcta ecología humana? 

Esta nueva "moral laica", convertida en la nueva religión universal, con sus mandamientos, dogmas, herejes y casi sacerdotes, solo aborda parte de las dimensiones del hombre, dejando de lado aquellas que no se consideran "políticamente correctas". Por el contrario, el Decálogo que Dios entregó a Moisés es un breve compendio de todas las dimensiones del hombre, incluidas aquellas que la Agenda 20-30 silencia.

martes, 23 de abril de 2024

La Ecología

Según la creencia cristiana, el hombre es el culmen de la Creación, la guinda que la hace perfecta. Sin el hombre, ¿quién disfrutaría de todas las maravillas creadas?, ¿quién se admiraría de todo esto?

Es por este motivo por el que el hombre tiene una responsabilidad: ha de usar y cuidar de lo que se le ha dado; no puede derrochar estas maravillas de forma egoísta. Así visto, la ecología sería parte de ese mandato que recibió: ¡dominad la Tierra!... pero sin estropearla, añadiría yo.

En ocasiones, el hombre se ha mostrado como un depredador ecológico, cazando o pescando especies hasta ponerlas en riesgo de extinción; o contaminando el aire, los ríos y los mares... Pero no podemos culpar al hombre de aquellos otros fenómenos que son propios de la evolución natural del planeta.

La mayor extinción de especies (al menos por su tamaño) fue la de los dinosaurios... y el hombre no tuvo nada que ver con aquello. Y cuando el clima del planeta cambió entre glaciaciones y temperaturas más suaves, tampoco el hombre tuvo nada que ver. Cuando los volcanes arrojan a la atmósfera miles de toneladas de gases tóxicos o arrasan con los cultivos que les rodean, el hombre no tiene más responsabilidad que la de haber cultivado o construido en la falda de estos monstruos naturales. ¿Qué culpa tuvo el hombre de que el mar que existió en otra época ahora sea el desierto del Sáhara? La Naturaleza también evoluciona por sí misma y tiene como norma evolutiva que el más fuerte se coma al débil... ¡No he oído a nadie quejarse de esto! Cuando un león se come un cordero es algo natural; pero cuando lo hace un hombre (cordero que no existiría si él no lo hubiese criado) entonces es un ataque a la Naturaleza.

Repito: el hombre tiene una responsabilidad; pero no saquemos las cosas de quicio. El hombre no es el enemigo de la Naturaleza... Su mayor enemigo es ella misma...; al menos durante los millones de años que lleva existiendo nuestro planeta.