jueves, 20 de noviembre de 2014

El cristianismo es religión de pecadores.

Sí, el Cristianismo es religión de pecadores. y este no es un invento mío, sino una afirmación rotunda de su propio Fundador: no he venido a llamar a los justos sino a los pecadores (Mc 2, 17); y pronuncia esta frase precisamente después de haber llamado a Leví (Mateo), considerado pecador público y traidor a su pueblo. No es por tanto una mera expresión, sino la confirmación de lo que acaba de hacer.
Si el cristianismo consiste en seguir a Cristo, los llamados a seguirlo somos los pecadores.
Y por si no nos había quedado claro, volvió sobre el tema con ocasión de que la Magdalena le ungiese los pies con perfume: Al que poco se le perdona, poco ama.... (Lc 7, 41-47); y así le perdona a esta pecadora pública sus muchos pecados, porque ha amado mucho...
Si fuésemos perfectos y no tuviésemos falta alguna, ¿qué tendría que perdonarnos? ¿cuanto le amaríamos si no nos tuviese que perdonar nada? Porque lo importante no es ser inmaculados, sin tacha alguna, sino amar y amar mucho...; y precisamente porque amamos, trataremos de no caer en la tentación...

Por todo esto, resulta muy absurdo ese afán de algunas instancias cristianas (eclesiásticas o no) de presentar a los cristianos, nuestras instituciones o a los miembros relevantes de la jerarquía, como perfectos. Ese afán de perfección no solo nos hace quedar en ridículo con mucha frecuencia, sino que espanta a los que se sienten atraídos por el mensaje evangélico, pero son muy conscientes de que su debilidad no les permitirá seguirlo en su integridad... ¡ni a ellos ni a nadie!

martes, 18 de noviembre de 2014

Sin Fe, más que racionales somos animales.

Los hombres tenemos una especial capacidad de adaptación, y dejando de ser espirituales podemos llegar a ser cien por cien materiales; e incluso en casos extremos dejar de ser racionales, para ser solo y del todo animales.” [Pasaje de Fulgencio Espa; “Junio 2014, con Él.” Ediciones Palabra]
El hombre es un animal racional; pero su racionalidad le viene precisamente de su condición de ser espiritual, compuesto de cuerpo y alma. Por supuesto que la negación de la existencia del alma no produce que ésta desaparezca; al igual que negar la existencia de Dios no hace que Dios "muera" (como decía Nietzsche). Pero la tozuda negación del alma y sus facultades, el encierro voluntario del hombre en su inmanencia meramente corporal, ha debilitado esa facultad del hombre que es la inteligencia, la racionalidad. 
Primero se sustituyó la fe por la "diosa razón" en la Revolución Francesa (razón que duró bien poco y fue devorada por el Terror); pero si lo importante es lo que el hombre piensa, ¿por qué no dar prioridad a lo que quiere? Y así, el hombre actual ya no es racional, sino que rinde su razón a su voluntad: ¿si es lo que me apetece, por qué no voy a hacerlo? Como mucho se pone el absurdo límite de... ¡si no hago mal a nadie! Y esta estúpida excusa justifica desde el aborto (homicidio de otro ser humano) hasta la degradación de la droga, pasando por el adulterio. La cultura del deseo ha sustituido a la razón ante el vacío creado por la supresión de la fe, de la existencia de una norma superior que limite nuestra voluntad... y así nos va.

martes, 4 de noviembre de 2014

Libertad, igualdad y fraternidad

Este era el lema de los revolucionarios franceses en 1789; y por supuesto es un lema ambicioso que todos deberíamos seguir. Pero es curioso que esos mismos revolucionarios rechazasen y combatiesen los lemas mucho mejores que ofrece el Cristianismo; y tanto se empeñaron en demostrar que sólo sus ideas eran correctas y buenas, que acabaron matándose entre ellos, después de acabar con todos los que consideraban sus enemigos. La Revolución Francesa, la libertad de los oprimidos franceses, de los pobres y despreciados, acabó con lo que la Historia conoce como El Terror, así sin más apelativos: el monstruo se devoró (mejor dicho, se decapitó) a sí mismo en la guillotina.
Y es que cuando esa Libertad, Igualdad o Fraternidad no están soportadas por sólidas bases (conocimiento profundo del origen de la dignidad del hombre, su transcendencia) acaban siendo meras palabras que justifican la violencia y el odio que trataban de erradicar.

En cambio, el Cristianismo nos ofrece Verdad (que nos hará libres), Dignidad de hijos de Dios (que nos hará hermanos) y Caridad (que nos hará iguales). Es inexplicable que en general la revoluciones que han pretendido la liberación de los oprimidos hayan empezado por perseguir a los cristianos...
¡Que mal hemos tenido que transmitir el mensaje evangélico! ¡Que mal lo estaremos viviendo cuando transmitimos exactamente lo contrario de lo que predicamos!

viernes, 31 de octubre de 2014

Lucy

Seguimos con películas. En Lucy (Francia, 2014: dirigida por Luc Besson y protagonizada por Scarlett Johansson y Morgan Freeman) se nos presenta la potencialidad del cerebro humano, que si llegase a rendir al 100% de su capacidad lograría cosas asombrosas.
Es como llevar al extremo la teoría de la evolución. No es que en la película se diga expresamente, pero se deja claro que el hombre, que ha evolucionado como fruto de la casualidad desde una energía-materia (por supuesto, para nada se menciona una inteligencia creadora) puede llegar a dominar solo con su voluntad no sólo su cuerpo, sino también los de los demás e incluso todo el cosmos. El hombre puede llegar a convertirse en Dios omnipotente y omnipresente.
Es curioso como en esta película de ciencia ficción (que refleja la concepción occidental sobre la evolución) se rechaza la existencia de Dios como origen de todo (y esto evita que tengamos que rendir cuentas a ningún creador); pero se admite que ese Dios pueda aparecer al final como simple evolución del hombre (y así el hombre sólo se tendría que rendir cuentas a sí mismo).
A ver si la ciencia (aunque sea ficción) se aclara:¿ si no existe algo más allá de la energía-materia, anterior a ella, cómo pueden aventurar que exista algo más allá de dicha materia, posterior a ella?
Y es que la ciencia (aunque sea ficción) sabe que no sabe lo que existe más allá de la materia... por mucho que se empeñe en negarlo...

miércoles, 29 de octubre de 2014

City of Angels

En la película City of Angels (Nicolas Cage y Meg Ryan) puedes escuchar esta explicación del llanto: ...el llanto es consecuencia de la emoción; cuando el espíritu es más fuerte que el cuerpo -la materia-, éste se resiente y reacciona excitando las glándulas lacrimales, que fisiológicamente solo deberían servir para lubricar los ojos. 
Cuando el alma asume el control del cuerpo, las reacciones de ésta ya no se corresponden con las funciones fisiológicas, sino que éstas pueden alterarse; y estos cambios son como la manifestación de que en el alma pasa algo. El llanto es la manifestación del alma humana en el cuerpo, y éste tiene que "lubricar esa fricción" que se produce entre lo espiritual y lo material...
Yo añadiría que la sonrisa, la risa y la carcajada, que tampoco responden a ninguna función fisiológica, también son manifestación del alma en el cuerpo.
Ni llorar, ni reír son cosas de niños, sino de humanos adultos "con mucha alma"...

lunes, 27 de octubre de 2014

Arrodillarse ante Dios (2)

Por otra parte, si el mismo Cristo, Dios Hijo de Dios, se arrodilló ante los hombres -el traidor Judas incluido-, ¿como podemos nosotros despreciar a ninguno de nuestros hermanos, cualquiera que sean sus circunstancias o condiciones morales? 

domingo, 26 de octubre de 2014

¿Arrodillarse ante Dios?

Le regateamos a Dios nuestra adoración, arrodillándonos cada vez menos; ni en la liturgia de la Misa, ni en el momento de la comunión. A algunos les parece que es demasiado humillante para el hombre, que su dignidad intrínseca le dispensa de tal signo de sumisión. 

Pues bien, si el mismo Cristo se arrodilló ante los hombres, justo antes de la primera Misa ( la institución de la Eucaristía y su posterior sacrificio en la cruz) y además les lavó los pies, ¿cómo podemos nosotros negarnos a hacer lo mismo con Él? 

Y Él lo hizo no por servilismo -aunque vino a servir-, sino que lo hizo por amor: ...habiendo amado a los suyos, los amó hasta el extremo... (Juan, 13 1)

¡Que tentación diabólica la de regatearle al Señor nuestras muestras de amor y adoración?

viernes, 24 de octubre de 2014

El alcalde y sus hijos

Os propongo un ejemplo sobre cómo es imposible amar a Dios sin amar a los demás.

Imaginaos al típico adulador que se cruza con el alcalde de su pueblo y no deja de saludarle, decirle cosas amables e incluso invitarle a una cerveza en el bar más cercano. Pensará que se ha ganado su amistad y que el alcalde estará encantado con su compañía. Pero poco después de dejarle, se cruza con los hijos del alcalde y los desprecia, les retira el saludo e incluso los insulta. Cuando estos le cuenten a su padre la conducta de ese vecino, ¿estará contento el padre o se enfadará con él?

Por el contrario, otro vecino que ha tenido serios problemas con el Ayuntamiento y su alcalde, aprovecha la menor oportunidad para demostrarle su desprecio, en público y en privado. Esto, por supuesto, levanta las iras del alcalde, que trata de responderlo de la misma forma. Pero este ciudadano, se encuentra en una ocasión con uno de los hijos menores del alcalde, que acaba de tener un accidente con su bicicleta y ha quedado tendido en la calzada y lleno de magulladuras. Lo auxilia, lo lleva a su casa en su coche, lo reconforta con una buena merienda y finalmente lo conduce a casa de su padre el alcalde, aunque tiene la precaución de parar bien lejos, para no encontrarse con su enemigo.

Cuándo el alcalde se entere de su conducta, ¿Cómo reaccionará? ¿No sentirá aprecio por ese vecino que se ha portado tan bien con su hijo?

Si Dios es Padre, sólo se le puede amar amando a sus hijos.

miércoles, 22 de octubre de 2014

Perder la vida

El mal del mundo actual es que se busca solo el placer, la sensualidad, el propio capricho; y esto nos hace esclavos de ese placer y esa sensualidad
A lo más, estamos dispuestos a renunciar a parte de nuestra comodidad para seguir el plan que nos hemos trazado a largo plazo para obtener cosas de los demás. Nos sacrificamos por conseguir una mayor formación o una mejor forma física, porque esto nos permitirá competir con ventaja sobre los demás y llevarnos lo mejor de lo que el mundo ofrece. Y nos hacemos esclavos de ese plan tan ambicioso.
Si por el contrario nuestro objetivo fuese servir a los demás, capacitarnos mejor para poder dar más, en vez de recibir más, entonces seriamos libres y señores de nuestras propias vidas. 
El que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mi causa, la encontrará (Mateo, 16,25)

miércoles, 2 de abril de 2014

Tres tipos de pobreza

El Papa Francisco nos habla en su carta-mensaje para la cuaresma de 2014 de los tres tipos de pobreza que pueden afectar al hombre.
La primera es la pobreza material, lo que él llama miseria. La privación de los derechos fundamentales y de los bienes de primera necesidad es un atentado contra la dignidad del hombre y nada tiene que ver con la pobreza evangélica que se predica en las bienaventuranzas. Todo cristiano está obligado a tratar de curar estas heridas de sus hermanos y cubrir sus necesidades materiales; pero no como una especie de condescendencia hacia el otro, sino como una obligación hacia aquél que comparte una misma dignidad de hijo de Dios. Vuelvo a recordar la enseñanza de Juan Pablo II sobre la propiedad privada: que está gravada con una hipoteca en favor del bien común, en favor de aquellos que no disponen de lo necesario para una vida digna.
Otra forma de pobreza e la pobreza moral, que esclaviza al hombre al pecado y al vicio. En algunos casos se llega a la miseria moral por propia voluntad, aunque después ya no se pueda uno librar del alcohol, las drogas, el juego o la pornografía. Pero nos recuerda el Papa que en otras ocasiones esta dependencia nace de las propias condiciones sociales injustas: falta de trabajo, marginación, inmigración, etc. En estos casos, el cristiano debe ayudar en lo que esté en su mano a modificar las circunstancias para hacer posible la liberación del hermano o evitar que otros caigan.
Por último, está la miseria espiritual, aquella que nos enajena del amor de Dios, que deja al hombre en la peor de las pobrezas, la que más le aleja de su dignidad de hijo de Dios. Y aquí el cristiano tiene un arma poderosa para combatirla: el Evangelio, que muestra al hombre la misericordia de Dios, su deseo de perdonarnos y que conozcamos su amor.
¡Qué buena ocasión la Cuaresma para acercarnos más a Dios a través del prójimo!... prioritariamente del más necesitado, material, moral o espiritualmente.

miércoles, 5 de febrero de 2014

En defensa de la vida

Es cierto que el Papa Francisco ha puesto el acento en la totalidad del mensaje evangélico, que va mucho mas allá que la mera defensa de unas cuestiones morales concretas. Entre otros motivos, porque a quien no se le ha transmitido el mensaje de salvación y se le ha explicado que Dios con su enseñanza lo único que pretende es nuestro bien, no se le puede pedir que siga una conducta que con frecuencia es muy dura.
Pero esto no significa que determinadas cuestiones hayan dejado de ser importantes, simplemente porque no forman la centralidad del Cristianismo.
En concreto, con respecto al respeto que se debe a toda vida humana, el Papa ha querido ser muy charo y dedicarle al tema unos párrafos de su Evalgelii Gaudium:
Frecuentemente, para ridiculizar alegremente la defensa que la Iglesia hace de sus vidas, se procura presentar su postura como algo ideológico, oscurantista y conservador. Sin embargo, esta defensa de la vida por nacer está íntimamente ligada a la defensa de cualquier derecho humano. Supone la convicción de que un ser humano es siempre sagrado e inviolable, en cualquier situación y en cada etapa de su desarrollo. Es un fin en sí mismo y nunca un medio para resolver otras dificultades. Si esta convicción cae, no quedan fundamentos sólidos y permanentes para defender los derechos humanos, que siempre estarían sometidos a conveniencias circunstanciales de los poderosos de turno.
Cuando se abre una brecha en la defensa de la vida y se considera que durante determinados periodos ésta puede ser eliminada, lo que se está haciendo es despreciar la dignidad de la propia vida humana; y si el hombre no tiene, por el mero hecho de serlo, una dignidad intrínseca, entonces ¿como defender sus otros derechos?

lunes, 3 de febrero de 2014

Cristianismo y nacionalismos

Una de las cosas que más le costó a Cristo enseñar a sus discípulos es la vocación universal del Cristianismo: con la venida del Reino de Dios, el Evangelio pasa a ser propiedad de toda la humanidad, sin distinción de cultura nación ni raza. Y les costó entenderlo porque hasta entonces Dios había sido sólo para el pueblo de Israel... Quizá el primero en comprenderlo y ponerlo en práctica fue San Pablo; y esta apertura le costó más de un disgusto entre los judíos e incluso entre los discípulos.
Por esto la Iglesia que continúa la tradición apostólica desde Roma se llama Iglesia Católica, entendiendo este término como universal... Y al igual de las demás confesiones cristianas, trata de llevar el mensaje evangélico a todo el mundo.
Si hay algo contrario al espíritu del cristianismo es esa cortedad de miras de quien, por defender sus costumbres o su lengua, rechaza la de los demás. Y los nacionalismos, muy habitualmente, caen en este defecto... Es de bien nacido amar la propia tierra, la propia cultura y la propia lengua; pero es mera soberbia encerrarse en ellas y rechazar al que no las comparte. 
No siempre los clérigos lo han entendido así y con frecuencia se alinean con posturas nacionalistas excluyentes, creyendo que así hacen un servicio a la fe. Nada más opuesto a la realidad del cristianismo.
El Papa Francisco dedica un párrafo de su exhortación Evangelii Gaudium a este asunto. Y aunque se refiere a los gobiernos... sería plenamente aplicable a las Diócesis: 
Por ello, exhorto a los países a una generosa apertura, que en lugar de temer la destrucción de la identidad local sea capaz de crear nuevas síntesis culturales. ¡Qué hermosas son las ciudades que superan la desconfianza enfermiza e integran a los diferentes, y que hacen de esa integración un nuevo factor de desarrollo! ¡Qué lindas son las ciudades que, aun en su diseño arquitectónico, están llenas de espacios que conectan, relacionan, favorecen el reconocimiento del otro!

sábado, 1 de febrero de 2014

La caridad cristiana no es ideología

Dos párrafos del Papa Francisco aclaran la actitud que la caridad cristiana debe infundir en todo discípulo de cristo, saliendo al paso tanto de los que se preocupan sólo por transmitir ortodoxia al prójimo, como de los que su solidaridad les lleva a olvidar que el Cristianismo en una religión: el camino para unir a la criatura con su Creador.
No nos preocupemos sólo por no caer en errores doctrinales, sino también por ser fieles a este camino luminoso de vida y de sabiduría. Porque «a los defensores de “la ortodoxia” se dirige a ve ces el reproche de pasividad, de indulgencia o de complicidad culpables respecto a situaciones de injusticia intolerables y a los regímenes políticos que las mantienen».
Pero para que ese rechazo de los regímenes injustos no nos desvíe del camino, en otro párrafo nos aclara:
El pobre, cuando es amado, «es estimado como de alto valor», y esto diferencia la auténtica opción por los pobres de cualquier ideología, de cualquier intento de utilizar a los pobres al servicio de intereses personales o políticos. Sólo desde esta cercanía real y cordial podemos acompañarlos adecuadamente en su camino de liberación. Únicamente esto hará posible que los pobres, en cada comunidad cristiana, se sientan como en su casa.
No es que el Papa o la Iglesia esté en contra de la política, sólo están en contra de confundir el mensaje evangélico con una ideología concreta; pero animan a todo cristiano a participar en este servicio social (porque la política, por mucho que hoy no lo parezca, debe ser un servicio):
La política, tan denigrada, es una altísima vocación, es una de las formas más preciosas de la caridad, porque busca el bien común. Tenemos que convencernos de que la caridad «no es sólo el principio de las micro-relaciones, como en las amistades, la familia, el pequeño grupo, sino también de las macro-relaciones, como las relaciones sociales, económicas y políticas». ¡Ruego al Señor que nos regale más políticos a quienes les duela de verdad la sociedad, el pueblo, la vida de los pobres! Es imperioso que los gobernantes y los poderes financieros levanten la mirada y amplíen sus perspectivas, que procuren que haya trabajo digno, educación y cuidado de la salud para todos los ciudadanos.

miércoles, 29 de enero de 2014

Evangelii Gaudium: la solidaridad.

Recuerdo cómo explicaba Juan Pablo II el tema de la propiedad privada, recordándonos que ésta tiene como una hipoteca en favor de los necesitados. Ya comentamos sobre lo que Benedicto XVI nos explicó sobre este asunto en la entrada del 22-2-2012. El Papa Francisco lo explica de otra forma: la propiedad privada se justifica por su servicio al bien común. "Sensu contrario", que dirían los juristas, cuando la propiedad privada no sirve al bien común, entonces ya no tiene justificación...

La solidaridad es una reacción espontánea de quien reconoce la función social de la propiedad y el destino universal de los bienes como realidades anteriores a la propiedad privada. La posesión privada de los bienes se justifica para cuidarlos y acrecentarlos de manera que sirvan mejor al bien común, por lo cual la solidaridad debe vivirse como la decisión de devolverle al pobre lo que le corresponde. Estas convicciones y hábitos de solidaridad, cuando se hacen carne, abren camino a otras transformaciones estructurales y las vuelven posibles. Un cambio en las estructuras sin generar nuevas convicciones y actitudes dará lugar a que esas mismas estructuras tarde o temprano se vuelvan corruptas, pesadas e ineficaces.

En definitiva, esa solidaridad depende más de la actitud de quienes detenten la propiedad o el poder que de la estructura política implantada. No basta con un cambio en los actores: la revolución bolquevique retiró la propiedad de los poderosos, pero no se la entregó al pueblo.  

lunes, 27 de enero de 2014

Evangelii Gaudium: el amor es la medida del hombre.

Insiste una y otra vez el Papa Francisco en la dignidad intrínseca de todo hombre; y por eso rechaza de plano cualquier tipo de exclusión o imanación:
Confesar a un Padre que ama infinitamente a cada ser humano implica descubrir que «con ello le confiere una dignidad infinita». Confesar que el Hijo de Dios asumió nuestra carne humana significa que cada persona humana ha sido elevada al corazón mismo de Dios. Confesar que Jesús dio su sangre por nosotros nos impide conservar alguna duda acerca del amor sin límites que ennoblece a todo ser humano.
Por esto, insiste el Papa, la mejor expresión del Evangelio, la mejor manifestación del amor a Dios, es el amor a los demás, sin discriminación alguna:
La Palabra de Dios enseña que en el hermano está la permanente prolongación de la Encarnación para cada uno de nosotros: «Lo que hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, lo hicisteis a mí» (Mt 25,40). Lo que hagamos con los demás tiene una dimensión trascendente: «Con la medida con que midáis, se os medirá» (Mt 7,2); y responde a la misericordia divina con nosotros: «Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo. No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados; dad y se os dará [...] Con la medida con que midáis, se os medirá» (Lc 6,36- 38). Lo que expresan estos textos es la absoluta prioridad de la «salida de sí hacia el hermano» como uno de los dos mandamientos principales que fundan toda norma moral y como el signo más claro para discernir acerca del camino de crecimiento espiritual en respuesta a la donación absolutamente gratuita de Dios.

Sí, ya sé que esto ha formado parte de la enseñanza de la Iglesia desde los primeros tiempos; pero que bueno es que se nos recuerde de vez en cuando...

sábado, 25 de enero de 2014

El océano del bien

Quizá una de las mayores armas del maligno sea la magnificación del mal en el mundo. Los modernos medios de comunicación le permiten hacer que el mal sea inmediatamente conocido por todos; y el constante machaqueo de males nos aturde y provoca la sensación de que todo esta podrido. No es así. En el mundo prevalece el bien, la solidaridad, la bondad de unos con otros, la apreciación de la familia y el matrimonio, la defensa de la vida y de los derechos humanos, aunque todo esto rara vez salga en las noticias. Los actos de bien son innumerables y constantes; los actos malignos son raros y pocos (por esto son noticia); pero el maligno los utiliza para desanimarnos y que nos dejemos llevar por esa aparente corriente de mal, que es un simple arroyo en comparación con el inmenso océano de bien.

jueves, 23 de enero de 2014

La Caridad es la prueba

La fe no permite demostraciones ni seguridades tipo científico, entonces, ¿que medio nos dejo Cristo para "convencer" a los demás de su mensaje? ¿Cómo demostraremos a los seguidores de otras religiones o o a los ateos la verdad del cristianismo? ¿Cuáles serán las señales que den credibilidad a nuestro mensaje? 
La respuesta es sencilla: la prueba es el amor. Si Dios es amor, la mejor manifestación de su existencia es mostrar ese amor. Y, ¿qué es el amor, la caridad? Pues es esa capacidad de vivir siempre para los demás. 
Este es el ejemplo que Jesús mismo nos ha dejado. Él se alegra con las alegrías de sus amigos, como en las bodas de Caná o cuando aquellos 72 volvieron de predicar el Evangelio; y sufre también con el dolor ajeno, cuando siente lástima por los leprosos, los ciegos, los endemoniados o la viuda de Naín.
La caridad cristiana es la demostración "cientifica" de la verdad y bondad del Cristianismo; cada vez que un cristiano atenta contra la caridad en su condición de tal, niega el mensaje evangélico. Por esto, la fe se ha transmitido siempre en familia y por amistad (ámbitos de la caridad) y a través de las obras de caridad: hospitales, misiones, atención a cautivos, enseñanza, etc... 
Mucho mejor que con razonamientos!(1)
Y al revés; como el mismo Jesús nos dijo: En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si os tenéis amor los unos a los otros (Jn 13, 35).
¡Es una gran responsabilidad para nosotros los cristianos!
(1) Espa, Fulgencio. “Adviento Navidad 2013, vívela con Él.” Ediciones Palabra, 2013-10-25. iBooks

miércoles, 22 de enero de 2014

Evangelii Gaudium: las maneras también son importantes.

Y si el Papa quiere que recuperemos el mensaje fundamental de la evangelización, también nos indica cómo debe transmitirse ese mensaje, porque no solo el contenido es importante, también la manera de transmitirlo debe ajustarse a la enseñanza evangélica:
Necesitamos ejercitarnos en el arte de escuchar, que es más que oír. Lo primero, en la comunicación con el otro, es la capacidad del corazón que hace posible la proximidad, sin la cual no existe un verdadero encuentro espiritual. La escucha nos ayuda a encontrar el gesto y la palabra oportuna que nos desinstala de la tranquila condición de espectadores. Sólo a partir de esta escucha respetuosa y compasiva se pueden encontrar los caminos de un genuino crecimiento, despertar el deseo del ideal cristiano, las ansias de responder plenamente al amor de Dios y el anhelo de desarrollar lo mejor que Dios ha sembrado en la propia vida.
Pero el respeto a la libertad ajena, no nos debe hacer olvidar que en algunos casos tenemos que liberar al hermano de su erróneo ejercicio de la libertad, 
Aunque suene obvio, el acompañamiento espiritual debe llevar más y más a Dios, en quien podemos alcanzar la verdadera libertad. Algunos se creen libres cuando caminan al margen de Dios, sin advertir que se quedan existencialmente huérfanos, desamparados, sin un hogar donde retornar siempre. Dejan de ser peregrinos y se convierten en errantes, que giran siempre en torno a sí mismos sin llegar a ninguna parte. El acompañamiento sería contraproducente si se convirtiera en una suerte de terapia que fomente este encierro de las personas en su inmanencia y deje de ser una peregrinación con Cristo hacia el Padre.
No olvidemos que nuestra tarea es transmitir la verdad: dejar en un cómodo error al hermano, sería hacerle un flaco favor... Tenemos que advertirle del error; aunque el cambio dependa exclusivamente de su voluntad.

lunes, 20 de enero de 2014

Evangelii Gaudium: el kerigma.

Quiere el Papa Francisco -y lo ha demostrado desde que fue elegido- que la Iglesia vuelva a la centralidad del mensaje fundamental del Cristianismo -lo que se llama el kerigma-: que Dios nos ha querido salvar por amor; que Dios quiere compartir su vida con los hombres, por simple amor, sin exigir nada más que la correspondencia a ese amor, con respecto a Él y a los demás hombres.
En la práctica, esta correspondencia se plasma en multitud de detalles y prácticas que la Iglesia ha ido recopilando y enseñando durante 20 siglos; y esto es bueno. Pero lo que no es bueno es que tanto "detalle", nos haga olvidar el mensaje fundamental:
La centralidad del kerygma demanda ciertas características del anuncio que hoy son necesarias en todas partes: que exprese el amor salvífico de Dios previo a la obligación moral y religiosa, que no imponga la verdad y que apele a la libertad, que posea unas notas de alegría, estímulo, vitalidad, y una integralidad armoniosa que no reduzca la predicación a unas pocas doctrinas a veces más filosóficas que evangélicas.
Y con respecto al necesario anuncio de la moral evangélica, matiza:
En lo que se refiere a la propuesta moral de la catequesis, que invita a crecer en fidelidad al estilo de vida del Evangelio, conviene manifestar siempre el bien deseable, la propuesta de vida, de madurez, de realización, de fecundidad, bajo cuya luz puede comprenderse nuestra denuncia de los males que pueden oscurecerla. Más que como expertos en diagnósticos apocalípticos u oscuros jueces que se ufanan en detectar todo peligro o desviación, es bueno que puedan vernos como alegres mensajeros de propuestas superadoras, custodios del bien y la belleza que resplandecen en una vida fiel al Evangelio.
En definitiva, como decía Santo Tomás de Aquino: explicar que "el pecado es lo que es malo para el hombre", no la mera transgresión de una normativa arbitraria. 

sábado, 18 de enero de 2014

La unidad de los cristianos

Hoy comienza la semana por la unidad de los cristianos, ya que ese deseo de Cristo manifestado en la oración sacerdotal antes de su Pasión "que todos sean uno como tú Padre y Yo somos uno", en la actualidad no se cumple, por la múltiple división entre los bautizados.
Y aunque entre muchos cristianos sí se puede hablar de un solo rebaño bajo un solo Pastor, ya que todos tenemos como Pastor y Guía a Cristo, otros cristianos se han alejado tanto de la doctrina del Evangelio, ya puede ponerse en duda que pertenezcan al "rebaño".
Lo importante no es la unificación de ritos y obediencias, sino la unidad en el seguimiento de Cristo. Así lo expresa el Papa Francisco en su Evangelii Gaudium:
Las diferencias entre las personas y comunidades a veces son incómodas, pero el Espíritu Santo, que suscita esa diversidad, puede sacar de todo algo bueno y convertirlo en un dinamismo evangelizador que actúa por atracción. La diversidad tiene que ser siempre reconciliada con la ayuda del Espíritu Santo; sólo Él puede suscitar la diversidad, la pluralidad, la multiplicidad y, al mismo tiempo, realizar la unidad. En cambio, cuando somos nosotros los que pretendemos la diversidad y nos encerramos en nuestros particularismos, en nuestros exclusivismos, provocamos la división y, por otra parte, cuando somos nosotros quienes queremos construir la unidad con nuestros planes humanos, terminamos por imponer la uniformidad, la homologación. Esto no ayuda a la misión de la Iglesia.
Este párrafo, que se refiere a la propia Iglesia Católica, también podría aplicarse a la unión de los cristianos: debe ser el Espíritu el que indique el camino: ni tratar de imponer los particularismos de cada uno, ni exigir que desaparezca toda diferencia.
Por ejemplo, ente los Católicos y los Ortodoxos, no hay más distancia que la que reflejan los distintos ritos y la obediencia a la cabeza.
¡qué fácil sería la unión si nos centrásemos en la obediencia a la Cabeza que ya es común a ambos: Cristo!


jueves, 9 de enero de 2014

Evangelii Gaudium: ¿qué anunciamos?

Este es el objeto de la auténtica evangelización:
...la evangelización, como predicación alegre, paciente y progresiva de la muerte y resurrección salvífica de Jesucristo, debe ser vuestra prioridad absoluta...
Y si nuestro mensaje es el amor de Cristo por todos, las personas que se acerquen a la Iglesia tienen que notar la coherencia entre nuestra vida y nuestro mensaje:
La Iglesia tiene que ser el lugar de la misericordia gratuita, donde todo el mundo pueda sentirse acogido, amado, perdonado y alentado a vivir según la vida buena del Evangelio.
Y nunca confundamos nuestras costumbres, nuestra cultura cristiana (que es lo accesorio) con el mensaje fundamental:
...en la evangelización de nuevas culturas o de culturas que no han acogido la predicación cristiana, no es indispensable imponer una determinada forma cultural, por más bella y antigua que sea, junto con la propuesta del Evangelio. El mensaje que anunciamos siempre tiene algún ropaje cultural, pero a veces en la Iglesia caemos en la vanidosa sacralización de la propia cultura, con lo cual podemos...
Una vez más, el Papa Francisco en esta Exhortación nos ha recordado cosas que parecen obvias, pero que frecuentemente se olvidan.

viernes, 3 de enero de 2014

Evangelii Gaudium: actitudes a evitar

El Papa Francisco identifica dos actitudes a evitar en la evangelización, porque en vez de facilitar la cercanía a los demás y la transmisión del mensaje evangélico, alejan a los que las mantienen por el camino diametralmente opuesto:

Una es la fascinación del gnosticismo, una fe encerrada en el subjetivismo, donde sólo interesa una determinada experiencia o una serie de razonamientos y conocimientos que supuestamente reconfortan e iluminan, pero en definitiva el sujeto queda clausurado en la inmanencia de su propia razón o de sus sentimientos. 
En definitiva, el cristiano no tiene que transmitir una mera filosofía de vida o una aséptica doctrina social: el cristiano debe transmitir su propio testimonio de amor a Dios y, por esto, de amor a los demás.

La otra es el neopelagianismo autorreferencial y prometeico de quienes en el fondo sólo confían en sus propias fuerzas y se sienten superiores a otros por cumplir determinadas normas o por ser inquebrantablemente fieles a cierto estilo católico propio del pasado. Es una supuesta seguridad doctrinal o disciplinaria que da lugar a un elitismo narcisista y autoritario, donde en lugar de evangelizar lo que se hace es analizar y clasificar a los demás, y en lugar de facilitar el acceso a la gracia se gastan las energías en controlar. 
Si nos presentamos ante los demás como seres perfectos, una especie de super-héroes-, además de ser bastante hipócritas, no podremos animar a nadie a seguir el camino evangélico, ya que los demás son muy conscientes de sus propias limitaciones. Quizá por esto, el propio Evangelio no oculta los errores, debilidades y traiciones de quienes después tendrían el encargo de transmitir la buena nueva a los demás. Con nuestro testimonio de vida, con más sombras que luces, pero con empeño y confianza en la ayuda del Señor, sí podremos ayudar a los demás.

En los dos casos, ni Jesucristo ni los demás interesan verdaderamente. Son manifestaciones de un inmanentismo antropocéntrico. No es posible imaginar que de estas formas desvirtuadas de cristianismo pueda brotar un auténtico dinamismo evangelizador.
Y es que a veces confundimos el transmitir a los demás el mensaje recibido con el imponerles nuestras propias convicciones; y esto no es apostolado, sino soberbia.

miércoles, 1 de enero de 2014

Evangelii Gaudium: con optimismo.

Llama la atención el optimismo del Papa, que, sin negar la crudeza de nuestro tiempo, nos anima a confiar con paciencia tanto en la acción de Dios -que es el principal interesado en la evangelización- como en la bondad de fondo de las gentes:
Nuestra fe es desafiada a vislumbrar el vino en que puede convertirse el agua y a descubrir el trigo que crece en medio de la cizaña...
en contraposición con
...la conciencia de derrota que nos convierte en pesimistas quejosos y desencantados con cara de vinagre. El mal espíritu de la derrota es hermano de la tentación de separar antes de tiempo el trigo de la cizaña, producto de una desconfianza ansiosa y egocéntrica.
Y por esto identifica las peores tentaciones que puede sufrir un evangelizador: el individualismo, el complejo de inferioridad, refugiarse en seguridades económicas o de poder, búsqueda del propio tiempo libre, falta de espiritualidad que impregne la acción, proponerse tareas irrealizables, tener prisa por cosechar los frutos, diseñar proyectos imaginados por la vanidad, cuidar más las organizaciones que las personas, no tolerar las contradicciones y las cruces del camino:
...así la fe se desgasta y lleva a una tristeza dulzona, sin esperanza...