martes, 28 de diciembre de 2010

¿Somos como Dios?

Somos como dioses cada vez que deseamos algo o queremos a alguien, ya que querer es una manifestación de nuestra voluntad; y es propio de Dios tener voluntad; y es manifestación de su absoluto poder y libertad el hacer realidad su voluntad. Por esto, para poder emular a los dioses, intentamos convertir en realidad cada uno de nuestros caprichos. No es casualidad que la cultura del egocentrismo -que ha tratado de matar a Dios- sea también la "cultura del deseo".

Como Dios nos hizo a su imagen y semejanza, nos hizo efectivamente libres y con voluntad; pero, porque Dios es amor, nuestra libre voluntad debe dirigirse no a la satisfacción del deseo, sino a amar. Y amar no es buscar el bien propio en lo que se ama (persona o cosa), sino buscar el bien de lo amado, incluso por encima del propio bien. Esto es lo que nos hace como Dios, lo que realmente nos asemeja a Él; lo otro -la satisfacción del deseo- nos hace diosecillos, nos aleja de Dios. Y cuanto más cerca estamos de Dios es cuando le amamos a Él sobre todas las cosas.

Este fue el engaño del maligno a nuestros primeros padres; y lo sigue siendo en la actualidad: incitarnos a ser como dioses, pero ocultándonos la diferencia que hay entre esto y ser como Dios; que es nuestro auténtico destino.

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