Hace unos días me encontré en la edición del periódico El País del 23-7-24, la siguiente frase atribuida a una escritora que estaba siendo entrevistada:
"Dios no nos creó libres: nos trajo al mundo con unos mandamientos y una lista de pecados"
A primera vista, podría parecer una afirmación ingeniosa; pero, si se le dedica un pensamiento, aparece como profundamente falsa y denota un desconocimiento total de lo que se dice. Analicemos por partes: ¿Qué es un mandamiento? ¿Qué es un pecado?
Los mandamientos que Dios nos comunicó no son una lista de normas arbitrarias para tenernos sometidos a Él, sino el "libro de instrucciones" para desarrollar nuestra naturaleza, que Él conoce mejor que nadie, ya que nos ha creado. ¿Atenta esto contra nuestra libertad? Veamos.
La obligación de descansar el domingo y las fiestas, la obligación de respetar a los padres, la prohibición de matar, robar, mentir o quitarle la mujer al prójimo: ¿nos hace menos libres? ¿A quien le quita la libertad: al asesino, al ladrón, al mentiroso?; ¿o más bien le asegura la libertad a la víctima?
En serio: ¿quién puede pensar que esto nos quita la libertad a los humanos? Sigamos.
¿Qué es un pecado? Pues el pecado es el error que cometemos cuando infringimos alguno de los mandamientos. Porque, al saltarnos el "libro de instrucciones", hacemos daño al prójimo o a nosotros mismos. Y la lista de pecados se nos ha dado para que lo tengamos en cuenta.
Pues bien, a pesar de que tanto los mandamientos como la lista de pecados se nos ha proporcionado para nuestro bien, Dios quiso CREARNOS LIBRES para que con nuestra voluntad decidiésemos cumplir esos mandamientos o incurrir en pecado. No nos creó con instintos irrenunciables, como a los animales, sino con voluntad libre para llevar la contraria a quien nos creó. Y esta es la grandeza de Dios y del hombre. Además, cuando cometemos uno de esos pecados, no nos extermina, ni nos reduce a la animalidad, sino que pacientemente espera a que nos arrepintamos.
En serio: ¿quién puede pensar que una actitud así nos quita la libertad? ¿Se puede conceder más dignidad a algo creado que hacerle dueño de su propio destino? ¿Os imagináis que nosotros a nuestras máquinas les diésemos la posibilidad de funcionar como ellas quisieran? Pues así de magnánimo es Dios que nos creo a su imagen y semejanza.
Pero no solo en el marco de la religión, sino en toda la vida humana, las normas -cuando son justas- no quitan libertad, sino que la proporcionan. Sin las normas de tráfico, sería imposible circular. Nos sentimos libres de ir a 100 por hora en una carretera porque sabemos que el coche que viene de frente va a respetar su derecha. Cruzamos como peatones una calle sin miedo, porque tenemos el semáforo abierto; y en correspondencia, el coche que tiene abierto el semáforo, cruza el paso de peatones sabiendo que estos se van a esperar en la acera. La señal de "curva peligrosa" o ´los pretiles de las curvas -que son los equivalentes a la lista de pecados-: ¿nos quitan la libertad? ¿o más bien nos permiten circular con seguridad? Las normas, las advertencias, cuando son justas e inteligentes, son las que nos proporcionan la libertad de actuar.
Pues eso: Dios nos hizo libres; y para salvaguardar nuestra libertad nos indicó unos mandamientos y una lista de pecados.