jueves, 14 de noviembre de 2024

Al amor por el sufrimiento

 

Hace unos días, durante una ceremonia de boda, el sacerdote nos explicaba que la novia le dijo: "supe que estaba enamorada de él cuando empecé a preocuparme por lo que le pasaba". Es una bonita manera de ratificar que el amor es una moneda de dos caras. Por una parte, se siente el gozo de querer a alguien y compartir este sentimiento con él; por otra, precisamente porque se le quiere, se sufre con sus problemas. Y esta es la mejor prueba de que el amor es auténtico: si se llega a sufrir por el otro. Por el contrario, si lo único que sentimos es el gozo, la felicidad o el placer, entonces puede tratarse de una especie de egoísmo: quiero al otro porque me produce ese gozo o ese placer, pero no estoy dispuesto a sufrir por él. En realidad el amor auténtico debe ser "quiero que mi amado sienta gozo, felicidad y placer; y estoy dispuesto a renunciar a lo que sea por proporcionárselo".

Un amor así, si es recíproco, sí es posible mantenerlo toda la vida. Es más, merece la pena mantenerlo toda la vida... y más.

martes, 22 de octubre de 2024

Convivencia prematrimonial

En la actualidad parece no haber más razón que la de la moral cristiana para reprobar la convivencia prematrimonial. No me refiero a aquellos casos en los que por convicciones -o pura pereza- deciden vivir en pareja sin formalizarlo mediante un vínculo matrimonial, ya sea civil o religioso, pero lo hacen con una intención de permanencia. Ahora quisiera referirme a aquellos caos en los que, antes de decidirse a establecer ese vínculo permanente -ya sea civil, religioso o de hecho- quieren convivir "a modo de prueba". Incluso es habitual que algunos supuestos expertos recomienden: "no se te ocurra casarte antes de haber convivido, para comprobar que lo vuestro funciona".

Me parece el peor consejo que puede darse a una pareja que realmente se quiera; y no lo rechazo solo por una cuestión moral, sino porque esa decisión denota una ausencia de amor verdadero. Trataré de explicarme:

"Poner a prueba la convivencia" de ese modo manifiesta que lo que subyace en esa relación es egoísmo, más que amor; o, dicho de otra forma: amor a sí mismo, en vez de al otro. Cuando se pretende comprobar si una convivencia funciona es porque se quiere calibrar si lo que yo tendré que entregar en esa relación -o aquello de lo que tendré que prescindir- me será compensado por lo que recibiré a cambio. Se está poniendo a prueba que el contrato matrimonial estará equilibrado y nos merecerá la pena. Dicho de forma más descarnada: si la gratificación que recibo por mantener relaciones sexuales libres me compensa suficientemente de tener que soportar las manías del otro. Esto es lo más distinto del amor verdadero, por el cual soy capaz de renunciar a todo, para buscar la felicidad del ser amado. Repito: del ser amado, no la mía... Porque, si en esa relación busco mi felicidad, en el momento en el que no me sienta satisfecho, no habrá razón para continuarla... Y, de hecho, muchas relaciones se rompen al poco tiempo de comenzar.

El amor es la determinación de la voluntad de buscar como único bien propio el bien ajeno... Es decir, como única felicidad propia, la felicidad del otro... Es que lo que me hace feliz es ver feliz al ser amado... Y esto no se "comprueba" adelantando la convivencia, sino decidiéndose incondicionalmente a hacer feliz al otro.

Todo lo demás son formas de buscar mi felicidad; y, cuando el otro no sepa proporcionármela, pues el "supuesto amor" desaparece y todo se acaba.

A ver si va a ser que la moral cristiana es la que mejor interpreta el amor humano...

martes, 8 de octubre de 2024

La vida por amor

He leído un resumen del documental sobre la vida de Christopher Reeve, el actor que encarnó por primera vez en el cine al famoso personaje de Supermán. Años después de alcanzar la fama haciendo de superhombre, ya que estaba dotado de un formidable y atlético cuerpo, sufrió una caída mientras montaba a caballo y se quedó tetrapléjico. Él, que había podido incluso volar en sus películas, se quedó recluido en una silla de ruedas, sin poder siquiera mover las manos.

Lo que me ha llamado la atención es la reacción de su pareja cuando se enteró de la parálisis de Christopher: "Sigues siendo tú y te amo", le dijo. Al parecer, para ella lo importante de una persona es la capacidad de amar, mucho más que su posibilidad de "volar". Esto demuestra también que su amor era auténtico, no esa caricatura de sentimiento que lo único que busca es sexo.

Pero también es importante la respuesta de Christopher: se dejó amar. Y esto es muy importante. A pesar de que se pueda pensar que una vida condenada a la silla de ruedas y dependiendo de los demás no le merece la pena al tetrapléjico; no es esta la única opinión que importa. Nuestra vida no es solo nuestra, sino también de aquellos que nos aman: Christopher lo tuvo muy claro; y dedicó su vida a corresponder a ese amor.

Porque el secreto de la felicidad es amar y sentirse amado. Sin esto, no es posible ser feliz. Y, al parecer, solo con esto sí se puede.

Como dato adicional: Christopher creó una fundación para el estudio del la tetraplejia que introdujo importantes avances en el tratamiento de esta enfermedad. El amor, cuando es intenso, no se restringe a una sola persona, se expande como los gases.


jueves, 25 de julio de 2024

¿Nos creó Dios libres?

Hace unos días me encontré en la edición del periódico El País del 23-7-24,  la siguiente frase atribuida a una escritora que estaba siendo entrevistada:

"Dios no nos creó libres: nos trajo al mundo con unos mandamientos y una lista de pecados"

A primera vista, podría parecer una afirmación ingeniosa; pero, si se le dedica un pensamiento, aparece como profundamente falsa y denota un desconocimiento total de lo que se dice. Analicemos por partes: ¿Qué es un mandamiento? ¿Qué es un pecado?

Los mandamientos que Dios nos comunicó no son una lista de normas arbitrarias para tenernos sometidos a Él, sino el "libro de instrucciones" para desarrollar nuestra naturaleza, que Él conoce mejor que nadie, ya que nos ha creado. ¿Atenta esto contra nuestra libertad? Veamos.

La obligación de descansar el domingo y las fiestas, la obligación de respetar a los padres, la prohibición de matar, robar, mentir o quitarle la mujer al prójimo: ¿nos hace menos libres? ¿A quien le quita la libertad: al asesino, al ladrón, al mentiroso?; ¿o más bien le asegura la libertad a la víctima? 

En serio: ¿quién puede pensar que esto nos quita la libertad a los humanos? Sigamos.

¿Qué es un pecado? Pues el pecado es el error que cometemos cuando infringimos alguno de los mandamientos. Porque, al saltarnos el "libro de instrucciones", hacemos daño al prójimo o a nosotros mismos. Y la lista de pecados se nos ha dado para que lo tengamos en cuenta.

Pues bien, a pesar de que tanto los mandamientos como la lista de pecados se nos ha proporcionado para nuestro bien, Dios quiso CREARNOS LIBRES para que con nuestra voluntad decidiésemos cumplir esos mandamientos o incurrir en pecado. No nos creó con instintos irrenunciables, como a los animales, sino con voluntad libre para llevar la contraria a quien nos creó. Y esta es la grandeza de Dios y del hombre. Además, cuando cometemos uno de esos pecados, no nos extermina, ni nos reduce a la animalidad, sino que pacientemente espera a que nos arrepintamos.

En serio: ¿quién puede pensar que una actitud así nos quita la libertad? ¿Se puede conceder más dignidad a algo creado que hacerle dueño de su propio destino? ¿Os imagináis que nosotros a nuestras máquinas les diésemos la posibilidad de funcionar como ellas quisieran? Pues así de magnánimo es Dios que nos creo a su imagen y semejanza.

Pero no solo en el marco de la religión, sino en toda la vida humana, las normas -cuando son justas- no quitan libertad, sino que la proporcionan. Sin las normas de tráfico, sería imposible circular. Nos sentimos libres de ir a 100 por hora en una carretera porque sabemos que el coche que viene de frente va a respetar su derecha. Cruzamos como peatones una calle sin miedo, porque tenemos el semáforo abierto; y en correspondencia, el coche que tiene abierto el semáforo, cruza el paso de peatones sabiendo que estos se van a esperar en la acera. La señal de "curva peligrosa" o ´los pretiles de las curvas -que son los equivalentes a la lista de pecados-: ¿nos quitan la libertad? ¿o más bien nos permiten circular con seguridad? Las normas, las advertencias, cuando son justas e inteligentes, son las que nos proporcionan la libertad de actuar.

Pues eso: Dios nos hizo libres; y para salvaguardar nuestra libertad nos indicó unos mandamientos y una lista de pecados.



sábado, 27 de abril de 2024

Ecología humana

Sigamos con el asunto de la ecología. Es curioso que esta se centre en el cuidado de casi todas las especies... Porque hay una especie a la que muchos ecologistas pretenden extinguir: el hombre. Y los que no llegan a tal extremo, tampoco se preocupan por "desnaturalizar esta especie". ¿Cuándo tendremos ecologistas preocupados por la naturaleza del hombre? ¿Por respetar su constitución biológica? Los ejemplos contrarios son muchos.

Defendemos los huevos de los animales hasta imponer penas de cárcel por estropear un huevo de lagarto o de buitre. Pero consideramos que matar el embrión humano no solo está permitido, sino que es un derecho. Recientemente, los franceses han considerado que este derecho es tan evidente, que lo han protegido incluyéndolo en su Constitución: ¿Dónde quedan la Liberté, Fraternité y Egalité de su famosa Revolución? ¿Qué fraternidad, igualdad y libertad se le muestra al que se le impide nacer?

Por otra parte, los ecologistas se posicionan en contra de los alimentos transgénicos; pero nada dicen de las leyes que permiten (incluso fomentan) los cambios transgénero humanos: ¿Es que esta especie no debe ser protegida? ¿Es que el hombre deber cuidar y respetar todo menos a sí mismo?

Uno de los retos que la humanidad se ha planteado es la llamada Agenda 20-30, indicando el rumbo que debe seguir la humanidad. Pero es curioso que en dicha Agenda (realmente un nuevo Decálogo laico para la Humanidad) las palabras padre, madre o familia no aparezcan mencionadas. ¿No serían estas las claves para una correcta ecología humana? 

Esta nueva "moral laica", convertida en la nueva religión universal, con sus mandamientos, dogmas, herejes y casi sacerdotes, solo aborda parte de las dimensiones del hombre, dejando de lado aquellas que no se consideran "políticamente correctas". Por el contrario, el Decálogo que Dios entregó a Moisés es un breve compendio de todas las dimensiones del hombre, incluidas aquellas que la Agenda 20-30 silencia.

martes, 23 de abril de 2024

La Ecología

Según la creencia cristiana, el hombre es el culmen de la Creación, la guinda que la hace perfecta. Sin el hombre, ¿quién disfrutaría de todas las maravillas creadas?, ¿quién se admiraría de todo esto?

Es por este motivo por el que el hombre tiene una responsabilidad: ha de usar y cuidar de lo que se le ha dado; no puede derrochar estas maravillas de forma egoísta. Así visto, la ecología sería parte de ese mandato que recibió: ¡dominad la Tierra!... pero sin estropearla, añadiría yo.

En ocasiones, el hombre se ha mostrado como un depredador ecológico, cazando o pescando especies hasta ponerlas en riesgo de extinción; o contaminando el aire, los ríos y los mares... Pero no podemos culpar al hombre de aquellos otros fenómenos que son propios de la evolución natural del planeta.

La mayor extinción de especies (al menos por su tamaño) fue la de los dinosaurios... y el hombre no tuvo nada que ver con aquello. Y cuando el clima del planeta cambió entre glaciaciones y temperaturas más suaves, tampoco el hombre tuvo nada que ver. Cuando los volcanes arrojan a la atmósfera miles de toneladas de gases tóxicos o arrasan con los cultivos que les rodean, el hombre no tiene más responsabilidad que la de haber cultivado o construido en la falda de estos monstruos naturales. ¿Qué culpa tuvo el hombre de que el mar que existió en otra época ahora sea el desierto del Sáhara? La Naturaleza también evoluciona por sí misma y tiene como norma evolutiva que el más fuerte se coma al débil... ¡No he oído a nadie quejarse de esto! Cuando un león se come un cordero es algo natural; pero cuando lo hace un hombre (cordero que no existiría si él no lo hubiese criado) entonces es un ataque a la Naturaleza.

Repito: el hombre tiene una responsabilidad; pero no saquemos las cosas de quicio. El hombre no es el enemigo de la Naturaleza... Su mayor enemigo es ella misma...; al menos durante los millones de años que lleva existiendo nuestro planeta.

sábado, 24 de febrero de 2024

La Moral, esa gran desconocida.

Recientemente he asistido a una exposición sobre la situación de la Moral en nuestros días; y algunas de las ideas escuchadas me han resultado impactantes y quisiera compartirlas.

Se reduce la moral al impacto emotivo que producen los actos humanos. Por esto, es más impactante la muerte de un animal, que puede verse, que la muerte de un feto, que no se ve, entre otros motivos, porque las clínicas abortivas se encargan de que no circulen imágenes de los niños descuartizados. Hace más daño a un joven respirar el humo de un cigarrillo que ver pornografía en la red, porque los efectos de aquello son visibles; pero los de esto no lo son.

La moral es el ejercicio responsable de la libertad en orden al bien; y, para esto, lo primero que hay que hacer es pensar. Este es el reto del individuo occidental: pensar por sí mismo.

La libertad humana está condicionada (que no determinada) por la cultura social del lugar y el momento, sobre todo cuando se ha tratado de sustraer al hombre de su aprendizaje y su capacidad de razonar. El individuo occidental, formado por los medios de comunicación y las redes sociales, ha renunciado a pensar por sí mismo. Los intelectuales son los "influencers" y el individuo adopta sus ideas porque es más cómodo que pararse a pensar. En la sociedad occidental, defender una gran idea provoca molestias; y esa misma sociedad nos ha enseñado que la felicidad es vivir tranquilo. Este planteamiento es un gran error. La felicidad se consigue con la búsqueda del bien, al que todo hombre tiende por naturaleza. La cuestión es que a veces se acierta y otras veces uno se equivoca, alcanzando un fin que no es un bien real. Pero, cuando con nuestras decisiones acertamos con el bien, entonces es cuando se alcanza la auténtica felicidad, que es el objetivo de todo hombre.

Lo importante no es la ley moral, sino el encuentro con Cristo: el cristianismo no tiene que ser el cumplimiento de un reglamento moral, sino una historia de amor con nuestro Salvador. De este modo, a la Fe se llega por la Caridad; en ningún caso por la moral.

No obstante, también es necesario el comportamiento moral. Pero, incluso cuando el individuo está dispuesto a ajustar su comportamiento a la moral, surge el dilema de. "¿qué es bueno y qué es malo?" Una manera práctica de comprobar si algo es bueno sería preguntarnos: si esta actitud se generalizase, ¿qué pasaría en la sociedad? De este modo, se evitan los subjetivismos que siempre son muy permisivos con la propia conducta: ¿si todos hiciesen esto que me apetece hacer -u omitir-, ¿qué pasaría? Con un lenguaje más actual, también podríamos preguntarnos: ¿esa actitud moral es sostenible? O resultaría imposible si se generalizase.

Unas cuantas ideas para pensar... ¡que es lo primero que debemos hacer!