jueves, 20 de noviembre de 2025

La creación continúa: el hombre, esa especie animal tan "especial".

Hemos visto en las entradas anteriores cómo fue evolucionando el universo, nuestro planeta Tierra y la vida dentro de él. El culmen de la evolución sería la aparición del hombre: un animal muy evolucionado que cuenta con la capacidad de razonar. De hecho, el hombre es el ÚNICO animal racional, y esto lo hace algo muy especial y lo diferencia cualitativamente del resto de los animales. Pero en esta entrada me limitaré a manifestar mi asombro por ese hecho extraordinario de que el hombre sea la única especie animal racional; y en las siguientes entradas repasaremos sus otras asombrosas características.

La Naturaleza muestra una potencia diversificadora asombrosa. Cada vez que se produce un salto cualitativo en la evolución de la vida, aparecen infinidad de especies que lo consolidan. Cuando la vida sale del agua y conquista la tierra, aparecen los reptiles diversificados en más de ocho mil especies de todo tipo y tamaño, sin incluir las cerca de dos mil especies de dinosaurios que se extinguieron. Después, cuando se conquista el cielo, las especies de aves llegan a ser unas dieciocho mil. Finalmente, los amos de la tierra, los mamíferos, están representados por nada menos que seis mil quinientas especies. Pero cuando se produce el último salto cualitativo, la aparición de la vida racional, esta se queda estancada en una única especie. Parece como si este enorme salto hasta la vida racional fuese algo tan extraordinario y único que ni siquiera toda la potencia generadora de la Naturaleza pudiese reiterarlo. La ciencia no tiene explicación lógica para esto. El género homo va evolucionando, pasando por muchas etapas, pero en cada una de ellas hay solo una o dos especies coetáneas.[1]. El cristianismo aventura una respuesta: la vida racional es tan exclusiva que para lograrse necesitó la intervención directa y expresa del Creador; y, al parecer, a Dios le parecía conveniente que una sola especie —la humana— fuese racional y dominase toda la Tierra. De hecho, el hombre se ha extendido sobre la superficie del globo, conquistando todos sus hábitats por muy hostiles que fuesen; y, con su inteligencia y voluntad, ha dominado su entorno y prosperado industrial y científicamente hasta poder viajar por el espacio. Pero, no obstante, permanece siendo una única especie.

Quizás lo más curioso de toda esta evolución sea que los primates —simplificando: simios y monos— desde el Ardipithecus ramidus,  del que hablé en la entrada anterior, se han diversificado en 705 especies y subespecies; mientras que de los homínidos ¡solo ha quedado una! ¿No hubiera sido lógico que cada especie de homínidos se hubiera adaptado mejor a determinadas circunstancias ambientales y hubieran perdurado varias con capacidad racional? Además, ¿a qué se debe que ningún otro animal camine erecto? Si esta fue la gran ventaja de los todos los homínidos, ¿por qué se extinguieron? ¿Es que el homo hábilis estaba menos adaptado a su entorno que el chimpancé?, ya que este ha pervivido y aquel no. ¿Fueron exterminados por catástrofes naturales?; entonces, ¿cómo sobrevivieron los que sí evolucionaron? De nuevo, la ciencia, cuanto más averigua sobre la evolución de la vida, y en concreto la racional, más cuestiones suscita. Y la única respuesta lógica es que la Inteligencia que dirige toda la evolución del universo así lo quiso.

Si todo lo anterior es correcto, significa que el hombre es un ser querido expresamente por el Creador, que diseñó un universo que fuese capaz de generar vida y que esta evolucionase hasta una única especie creada libre a " su imagen y semejanza ". Este descubrimiento sería fundamental, porque entonces el hombre no sería un insignificante ser en medio de un vastísimo universo, sino la razón por la que todo lo demás fue creado.



[1] Desde el homo habilis de hace dos millones de años, el homo erectus de medio millón de años después, el homo neandertalensis y finalmente el homo sapiens hace doscientos mil años.


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