No se sabe bien por qué, pero desde finales del siglo XIX se considera que la ciencia y la razón en general son lo opuesto a la fe religiosa. Nada más lejos de la realidad. De hecho, durante siglos la ciencia y la lógica fueron desarrolladas por personas creyentes, fundamentalmente por los cristianos que fundaron las Universidades cuando el saber era patrimonio de muy pocos. Los grandes científicos y pensadores que cambiaron el mundo fueron en su práctica totalidad cristianos creyentes y religiosos. En la entrada anterior figura una relación de los premios Nobel que fueron cristianos; y en una entrada posterior incluiré una relación de científicos eminentes que también lo fueron.
Realmente, con los últimos descubrimientos científicos a la vista, la ciencia y la razón con lo que están enfrentadas es con el ateísmo que sigue afirmando (sin poder aportar prueba alguna, por lo que constituye también una fe, aunque negativa) que todo el Universo se creó por casualidad o que la materia se crea a sí misma y se ordena con la perfección que conocemos por simple azar.
Estos descubrimientos son fundamentalmente:
El Big Bang (la gran explosión) que inició el Universo y que pone de manifiesto inequívocamente que tuvo un principio, por lo que Alguien provocó ese principio.
El conocimiento de las constantes cosmológicas, que están tan exactamente afinadas para propiciar la aparición de la vida, que no pueden haberse producido por casualidad. El físico ateo Stephen Hawking reconoció en su libro A Brief History of Time, publicado en 1988, que “las leyes de la ciencia, tal y como las conocemos en el momento presente, contienen muchos números fundamentales, como el tamaño de la carga del electrón o la relación de las masas del protón y el electrón, …, y el hecho extraordinario es que los valores de esos números parecen haber sido ajustados con precisión para hacer posible el desarrollo de la vida”.
La radiación cósmica de fondo, que pone de manifiesto el eco del Big Bang, por lo que lo ratifica sin duda alguna; y, además, dicha radiación muestra que la "explosión inicial" no fue arbitraria, sino que ya tenía impresas las irregularidades que acabarían creando el Universo que conocemos (Arno Pencias y Robert Woodrow Wilson recibieron el Premio Nobel de Fisica en 1978 por este descubrimiento).
El ADN o el genoma humano, compuesto por seis mil millones de bases perfectamente ordenadas que no han podido ordenarse por accidente, sino que muestran que una Inteligencia las ha ordenado. El expresidente de los Estados Unidos, Bill Clinton, en la presentación de los resultados del Proyecto Genoma Humano, en el año 2000, dijo: “Hoy estamos aprendiendo el lenguaje con el que Dios creó la vida. Estamos llenándonos aún mas de asombro por la complejidad, la belleza y la maravilla del más divino y sagrado regalo de Dios".
Frente a estos descubrimientos, los creyentes en la no-existencia de un Creador y los científicos materialistas no pueden oponer ninguna razón lógica. Esto es lo que e llevó a Antony Flew (1923-2010), que fue el filósofo ateo más influyente del mundo y que en 2004 se proclamó creyente en un Dios creador, a afirmar: “Los argumentos más impresionantes a favor de la existencia de Dios son los que se apoyan en recientes descubrimientos científicos. … el origen de las leyes de la naturaleza. La única explicación aquí es la mente divina… No, no oí ninguna Voz. Fue la evidencia la que me llevó a esta conclusión”. Y muchos eminentes científicos también tuvieron que convertirse al enfrentarse a estos descubrimientos.
Ya lo iremos viendo.
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