Los cristianos estamos agobiados por la situación actual, que consideramos catastrófica. En realidad, los problemas nos parecen enormes, porque los vemos desde muy cerca: los tenemos pegados a la nariz. Sin embargo, nos despreocupamos de problemas realmente importantes que están muy lejos y por eso no les damos tanta importancia.
Por ejemplo, la crisis de la sociedad occidental nos parece un auténtico cataclismo (y desde luego no es para tomársela a broma); pero eso nos impide ver la primavera de la Iglesia en el resto del mundo. De hecho, en la actualidad hay más vocaciones sacerdotales de las que nunca hubo; aunque, por supuesto, no se producen en occidente.
El Evangelio de la Misa de ayer sobre el acompañamiento de Jesús a los discípulos que volvían a Emaús es muy revelador: el Señor les estaba acompañando; pero ellos no se daban cuenta y, además, creían que seguía muerto. ¡Cuando en realidad ya había resucitado!
Quizá estemos demasiado tiempo mirándonos al ombligo y doliéndonos de nuestras tribulaciones, para apreciar la Resurrección que ya se produjo.
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ResponderEliminarSaludos y éxitos
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