El lazo indisoluble entre fe y caridad
En la tercera parte de su carta, el Papa Benedicto nos sigue insitiendo en la unidad que debe existir entre Fe y Caridad, porque cualquiera de las dos se queda totalmente coja sin la otra: ni la Fe puede sustituir a las obras, ni las obras pueden sustituir a la Fe.
Para una vida espiritual sana es necesario rehuir tanto el fideísmo como el
activismo moralista. La existencia cristiana consiste en un continuo subir
al monte del encuentro con Dios para después volver a bajar, trayendo el amor y la fuerza
que derivan de éste,
a fin de servir a nuestros hermanos y hermanas con el mismo amor de Dios.
Por esto, en la Iglesia la misión de transmitir el Evangelio ha estado siempre unida al servicio a los hermanos y la preocupación por sus necesidades tanto espirituales como materiales: porque el servicio a Dios se debe concretar siempre en el servicio a los hombres.Pero el Papa nos hace dos advertencias al respecto:
- La prioridad corresponde siempre a la relación
con Dios y el verdadero compartir evangélico debe estar arraigado
en la fe.
- La mayor obra de caridad es precisamente la
evangelización,
es decir, el servicio
de la Palabra.
Resumiendo: Una fe sin obras es como un árbol
sin frutos: estas dos virtudes se necesitan recíprocamente.
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