Algunos ejemplos:
Isaac Newton, el científico que formuló la ley de la gravedad, se maravillaba de un Dios que había creado leyes en la naturaleza para que pudiésemos entenderla y describirla.
Si embargo, Stephen Hawking se escudaba precisamente en la gravedad para negar a Dios: como ya sabía cómo funcionaba el universo, ya no necesitaba más explicaciones. Pero quizá a esa mente privilegiada [aunque demasiado orgulloso de sí mismo] se le escapaba un detalle: ¿quién había establecido esa ley que a él le permitía conocer el funcionamiento del universo? ¿La casualidad?
También fue Stephen Hawking quien pronunció una frase muy poco científica, pues no se molestó en demostrarla: “la religión es un cuento de hadas para gente que tiene miedo de la oscuridad”. A la que contestó el matemático John Lennox con otra frase no menos ingeniosa: "el ateísmo es un cuento de hadas para gente que tiene miedo de la luz".
El premio Nóbel de literatura Czeslaw Misloz dijo: "el ateísmo es el auténtico opio del pueblo, porque nos libera de la posibilidad de responder por nuestros crímenes y el daño hecho a los demás".
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