Sí, feliz Navidad; es decir, feliz Natividad del Señor.
Hoy conmemoramos el hecho más importante que jamás ocurrió en la Historia: el mismo Dios se hace hombre... y lo hace para salvarnos. Desde ese instante el rumbo de la humanidad cambió: ahora las riendas las lleva Dios... aunque nosotros sigamos sin entender "sus caminos"; y cada vez que acudimos a Él implorando "Señor, sálvanos que perecemos", Él sigue contestándonos: "todavía no tenéis fe".
Y es que todavía no nos creemos que, desde la primera Navidad, el rumbo de la humanidad no es otro que el de nuestra salvación... a pesar de los pesares... y a pesar de lo mal que puedan parecernos las cosas en nuestros días: el triunfo de Dios -el nuestro- está asegurado.
Lástima que, como celebramos esta importantísima conmemoración cada año, ya casi hemos olvidado que se trata del día más importante, junto con la Resurrección del Señor... y no por los turrones, las reuniones familiares ni los deseos de paz, sino porque ya nada puede torcer el buen rumbo de la humanidad... ni siquiera la torpeza y maldad humanas.
Por todo esto: ¡feliz Natividad del Señor!
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