martes, 10 de marzo de 2020

El Verbo Divino, La Palabra.

Dice el comienzo del evangelio de San Juan que al principio existía El Verbo, La Palabra. A Dios se le designa en el cristianismo con este término: La Palabra. Y es curioso que sea precisamente la palabra, las palabras, las que vengan a demostrar (de un nuevo modo) la existencia de La Palabra. Me explico:
La semiótica (la ciencia que estudia los signos, la escritura) no puede explicarse sin pensar en que existe una mente detrás que ha creado las palabras con esos signos y que es capaz de entenderlas cuando las lee. El significado de los signos (valga la redundancia), no puede ser casual, aleatorio; el lenguaje no puede explicarse en base a meras leyes físicas y químicas. 
Si vemos una palabra escrita en la arena de una playa, no pensamos que ha sido un cangrejo que al andar erráticamente ha construido esos signos. Sabemos con certeza que un ser inteligente la ha escrito con la intención de que otros seres inteligentes la lean y la entiendan. Es decir: ha querido transmitirnos una información o un sentimiento. Entonces, la palabra más larga que existe, el ADN, el código genético, 3.500 millones de letras perfectamente ordenadas, ¿sí puede explicarse con física y química? ¿deriva de cambios aleatorios no guiados? No sería más razonable pensar que alguien inteligente la ha escrito para que las células vivas puedan interpretarla (por cierto, la ciencia no ha podido explicar cómo "leen" y aplican su código genético las células... deben ser más listas que nosotros).
La información es algo distinto de la física y la química, no se puede reducir a movimientos de partículas elementales. La información, no sólo es interpretada correctamente por alguien distinto de quien la produjo, sino que incluso puede provocar sentimientos. La información se plasma sobre la materia (un libro) pero no es material y puede generar actividad inmaterial, sentimientos (quizá porque la información es la forma de comunicarse las almas, no los cuerpos).
Esta realidad está haciendo tambalearse muchas teorías materialistas y cosmovisiones ateas del universo.
Las palabras no pueden explicarse sin una inteligencia que las produzca inteligencia: ¿será por esto por lo que Dios se denomina a sí mismo la Palabra?
Todo procede de la nada o todo procede de Dios: ¿qué es más difícil de creer?

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