Podíamos seguir con nuestro ejemplo de la entrada anterior y repasar las diferentes actitudes con las que se puede encontrar nuestro "camarero celestial".
Podríamos encontrarnos con quien responde con grosería y malas palabras (¿blasfemias?) a las atenciones recibidas; quien nunca está contento con el servicio recibido y exige a gritos algo más y mejor. Por supuesto, esta es una actitud que cualquiera rechazaría.
También habría quien se comportase con absoluta indiferencia; algunos ni siquiera se da cuenta de que eso que se esta tomando lo ha
preparado una persona, no una máquina; que todo lo que les rodea se lo deben a Alguien... Serían los ateos...
Por supuesto, una gran mayoría -como en el ejemplo de la entrada
anterior-, se comportaría con agradecimiento e incluso dejando propina...; quizá algunas oraciones. Reconocemos lo bueno que recibimos y consideramos que con nuestra respuesta cortés,
compensamos sobradamente los esfuerzos de nuestro camarero celestial. Es más, después de la propina, es él quien nos tiene que estar
agradecidos. Son las personas creyentes, que consideran que con rezar de vez en cuando a su Creador y asistir a algunos actos piadosos, han cumplido...
Pero la manera correcta de comportarse con quien tantas atenciones tiene constantemente con nosotros debe ir mucho más allá: tenemos que mirar a los ojos al divino camarero, para
establecer una comunicación interpersonal, de corazón a corazón, reconociéndonos
mutuamente los sentimientos; y entonces el agradecimiento y la propina ya no
están fuera de lugar, porque se dirigen a la persona, con afecto..., no le estamos comprando, sino compartiendo...
Por
supuesto, existe una respuesta perfecta: la de aquél que también se enamora del
Amor, lo deja todo y se entrega...
De verdad, ¿no sientes curiosidad por
conocer al divino camarero, que tantas molestias se ha tomado por ti?
No hay comentarios:
Publicar un comentario