El Papa San Juan Pablo II escribió una carta encíclica titulada ECCLESIA DE EUCHARISTIA, que comenzaba diciendo "la Iglesia vive de la Eucaristía"; y en la que afirmaba que la vida de la Iglesia gira alrededor de este sacramento.
Le he estado dando vueltas y creo que no sólo la Iglesia, sino cada uno de nosotros. Porque la Eucaristía actualiza y nos hace vivir cada una de las tres virtudes teologales.
Por supuesto, es manifestación de nuestra FE: una fe plena en la palabra de Cristo, en su afirmación de que ESTO ES MI CUERPO, que tanto escandalizó a los apóstoles cuando les predijo que deberían comer su carne. Y si tenemos fe en esto, todas las demás enseñanzas de Cristo ya son fáciles de creer.
También es cauce para nuestra CARIDAD: Cristo inventa la Eucaristía para poder quedarse con nosotros, para mantenerse en contacto (tan íntimo que nos permite comerlo): es la manifestación de su amor por nosotros y de su solicitud de nuestro amor por Él. Y, efectivamente, podemos demostrarle nuestro amor a través de nuestra veneración eucarística, de nuestras comuniones y adoraciones. Incluso es cauce para manifestarnos, compartiendo la Eucaristía, nuestro amor recíproco.
Y, finalmente, es fuente de nuestra ESPERANZA: si a Cristo podemos comerlo ya en la Tierra, ¿cómo no vamos a compartir con Él nuestra vida del cielo? Si Él ha querido quedarse con nosotros, ¿cómo no va a llevarnos con Él cuando muramos?
Sin Eucaristía, no solo no tendríamos las gracias extraordinarias que el sacramente nos aporta, sino que nuestra Fe, Esperanza y Caridad se harían mucho más difíciles.
Todos vivimos de la Eucaristía
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