sábado, 24 de febrero de 2024

La Moral, esa gran desconocida.

Recientemente he asistido a una exposición sobre la situación de la Moral en nuestros días; y algunas de las ideas escuchadas me han resultado impactantes y quisiera compartirlas.

Se reduce la moral al impacto emotivo que producen los actos humanos. Por esto, es más impactante la muerte de un animal, que puede verse, que la muerte de un feto, que no se ve, entre otros motivos, porque las clínicas abortivas se encargan de que no circulen imágenes de los niños descuartizados. Hace más daño a un joven respirar el humo de un cigarrillo que ver pornografía en la red, porque los efectos de aquello son visibles; pero los de esto no lo son.

La moral es el ejercicio responsable de la libertad en orden al bien; y, para esto, lo primero que hay que hacer es pensar. Este es el reto del individuo occidental: pensar por sí mismo.

La libertad humana está condicionada (que no determinada) por la cultura social del lugar y el momento, sobre todo cuando se ha tratado de sustraer al hombre de su aprendizaje y su capacidad de razonar. El individuo occidental, formado por los medios de comunicación y las redes sociales, ha renunciado a pensar por sí mismo. Los intelectuales son los "influencers" y el individuo adopta sus ideas porque es más cómodo que pararse a pensar. En la sociedad occidental, defender una gran idea provoca molestias; y esa misma sociedad nos ha enseñado que la felicidad es vivir tranquilo. Este planteamiento es un gran error. La felicidad se consigue con la búsqueda del bien, al que todo hombre tiende por naturaleza. La cuestión es que a veces se acierta y otras veces uno se equivoca, alcanzando un fin que no es un bien real. Pero, cuando con nuestras decisiones acertamos con el bien, entonces es cuando se alcanza la auténtica felicidad, que es el objetivo de todo hombre.

Lo importante no es la ley moral, sino el encuentro con Cristo: el cristianismo no tiene que ser el cumplimiento de un reglamento moral, sino una historia de amor con nuestro Salvador. De este modo, a la Fe se llega por la Caridad; en ningún caso por la moral.

No obstante, también es necesario el comportamiento moral. Pero, incluso cuando el individuo está dispuesto a ajustar su comportamiento a la moral, surge el dilema de. "¿qué es bueno y qué es malo?" Una manera práctica de comprobar si algo es bueno sería preguntarnos: si esta actitud se generalizase, ¿qué pasaría en la sociedad? De este modo, se evitan los subjetivismos que siempre son muy permisivos con la propia conducta: ¿si todos hiciesen esto que me apetece hacer -u omitir-, ¿qué pasaría? Con un lenguaje más actual, también podríamos preguntarnos: ¿esa actitud moral es sostenible? O resultaría imposible si se generalizase.

Unas cuantas ideas para pensar... ¡que es lo primero que debemos hacer!

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