Esta otra aparente contradicción se entiende mucho mejor después
de conocer el símil del barco del que hablaba en mi entrada anterior: la
humanidad entera puede viajar en el barco de la salvación, que es la única
manera de llegar a buen puerto; solo hace falta que cada uno conserve su pasaje
con su decisión de llegar. La mejor y más segura forma de obtener un pasaje es
el bautismo de los cristianos, que es el medio que Cristo -nuestro Salvador-
instituyó. Pero en ningún sitio se dice que no haya otras formas de obtenerlo.
Ya lo comentaba san Juan Pablo II: fuera de la Iglesia no hay salvación; pero
nadie conoce con certeza los límites de esa Iglesia. Casi sería mejor dar la
vuelta a la frase: todo el que se salva es porque estaba en la Iglesia; aunque
no sepamos cómo, aunque ni siquiera él lo supiese.
No obstante, para los que conocemos un método seguro y
directo -el bautismo-: ¿no sería absurdo buscar otras vías inciertas?
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