Es alarmante la extensión que en la sociedad ha experimentado el vicio del sexo, en cualquiera de sus manifestaciones. Incluso en esta sociedad ultra-liberal, se llega a hablar de la sexo-adicción, como una enfermedad de la que es difícil salir.
Por desgracia, la propia Iglesia Católica no ha podido escapar a esta epidemia, en parte debido a la corriente de relativismo y relajación moral que se infiltró ya hace décadas. Cada vez son más frecuentes las noticias de conductas sexuales inmorales por parte de personas consagradas, incluso de abusos a menores. Parece como si la posesión del sexo fuese en nuestros días algo similar a las posesiones diabólicas que sufrían los contemporáneos de Jesús; y a quienes vino a liberar: los ciegos ven, los sordos oyen y los poseídos son liberados...
Por supuesto, también ahora nos puede liberar, solo es necesario acudir a Él con fe y determinación; en definitiva, la primera y casi única condición es querer liberarse.
La esclavitud del sexo… y del alcohol , de la pereza, de la gula…
ResponderEliminarPero a todos nos gusta disfrutar con la pareja, de un vaso de vino, de holgazanear en la cama, y de una buena comida…
La dependencia y sumisión es lo que nos esclaviza.
El sexo no siempre es esclavitud
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