Por supuesto, no será un reino parecido a los que conocemos, que se basan en estructuras de poder más o menos democráticas. El reino de Dios en la tierra será un reino de justicia, paz y amor. “
Entonces, tú eres rey”, le preguntó Pilatos. “Tú lo dices, Soy Rey; pero mi reino no es de este mundo…”; y poco después murió en una Cruz. Pues cuando Él vuelva con gloria, no gobernará su reino desde un trono, sino desde esa Cruz; porque su reino es distinto y se rige mejor desde la Cruz que desde el trono.
Es
reino de Justicia, pero no esa
justicia que imparten los soberanos desde sus tronos, mediante la cual
absuelven a los inocentes y condenan a los que se declaran culpables. En el
reino de Dios se absuelve al que reconoce su culpa; y se permite que el
inocente se ofrezca a cumplir la pena del culpable. Por esto, desde la Cruz se
imparte mejor este tipo de Justicia divina.
Reino de Paz, esa paz que san Agustín definía
como “la tranquilidad en el orden”;
¿y hay mayor Paz que entregar la vida en cumplimiento de la propia misión?;
¿hay mayor Paz que estar agonizando colgado de una Cruz y perdonar a los
ejecutores?; ¿hay mayor Paz que conservar la mirada de amor, cuando se está
cargando con todos los pecados de los hombres?
Reino de Amor, porque el Rey es sólo eso: Amor. Un
Reino en el que cada uno busca el bien para los demás, en el que se da todo sin
esperar nada a cambio, en el que cada cual prefiere al otro antes que a uno
mismo.Pues a pesar de todo esto, Cristo ya nos advirtió de que muchos dirían: “no queremos que ese reine sobre nosotros…”
¿Y
quién mejor?
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