martes, 30 de enero de 2024

La conversión de San Pablo

El pasado día 25 de enero se celebró la Conversión de San Pablo que viene relatada en el libro de Los Hechos de los Apóstoles (9, 1-22). El relato es precioso impactante, pero ¿qué es lo que convierte a San Pablo? Era un fanático perseguidor de los cristianos que los persigue hasta Damasco para detenerlos y entregarlos a las autoridades de los judíos; y en un instante cambia radicalmente de actitud. Esto podría deberse a que Dios le cambiase la mente, pero entonces no habría habido conversión ni libertad en su cambio de actitud. Repasemos qué es lo que ocurre.

Un resplandor le hace caer a tierra y oye una voz: "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?" Lo llama por su nombre, demostrando así a que conoce a Pablo y que el que le habla está vivo, luego no murió en la cruz. ¿Será verdad que resucitó como proclamaron sus discípulos?, debió pensar Pablo. Le dice que le está persiguiendo a Él, porque Jesús ya había dicho: "lo que hagáis a uno de estos a mí me lo hacéis". El resucitado frena a Pablo para defender a los suyos; pero la mejor forma de hacerlo habría sido fulminar a su perseguidor. En vez de esto, lo interpela... ¿Sería el tono de voz como aquel otro que utilizó para que Pedro, Andrés, Nathanael y Mateo le siguiesen inmediatamente? Pablo siente que Dios no se lo recrimina (a pesar de que él estuvo presente y aprobó el martirio de San Esteban), sino que le insta a cambiar de actitud: debe seguir prestando un servicio a Dios, pero no persiguiendo cristianos, sino difundiendo su doctrina.

Con seguridad, Pablo sintió el amor de Cristo hacia él y hacia los demás cristianos; y esto es lo que lo enamoró, lo que pudo provocar un cambio tan radical. Simultáneamente, se queda ciego, como para ratificarle que tendrá que volver a buscar el camino. Se le dice que se ponga en contacto con los cristianos de Damasco, de los que recibe las primeras enseñanzas y, después, se retira unos meses al desierto, para orar y meditar sobre su nueva misión. El furibundo Pablo se deja llevar, enseñar y, pacientemente, espera a descubrir su nueva vocación. Y acabará siendo el apóstol más activo, el que evangelizó a los gentiles y llegó a más lugares; y recapituló la primera teología sobre el cristianismo.

Estos son los tres pasos para una auténtica y profunda conversión: encuentro con Cristo, conocimiento de su enseñanza y puesta en práctica y difusión de lo aprendido. Sin ese encuentro primero, no se suscita el amor que será necesario para no considerar "necedad" la doctrina y para obtener la fuerza para proclamarla. Y mantener a raya ese "aguijón de muerte" del que Dios no le quiso librar: "te basta mi gracia", le respondió (2Cor. 12 7-10).



No hay comentarios:

Publicar un comentario