sábado, 15 de septiembre de 2012

El matrimonio cristiano

Se dice que los cristianos le damos excesiva importancia al sexo… y quizá sea verdad. Pero la razón de eso es que a lo que le damos realmente mucha importancia es al matrimonio: hombre y mujer unidos para siempre.

Por supuesto, la sexualidad es una de las manifestaciones del matrimonio; pero ni es la primera ni la más importante. Es más, si se la disocia de las demás, de la unión total que debe existir entre los esposos, la sexualidad puede producir un efecto contrario: divide, en vez de unir.

Y esto no es algo que nos hayamos inventado, o que nos parezca socialmente muy conveniente. Para los cristianos el matrimonio es algo cuya importancia nos viene expresamente manifestada por Dios.

En la Biblia, se define en tres ocasiones (en el génesis, en los Evangelios y en las Cartas de San Pablo): “Por esto abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán una sola carne” (Géminis, 2, 24; Mt 19, 5; Mc 10, 7 y Efesios 5,31). Observad que son tres los pasos que hay que dar para formar un matrimonio: elegir frente a los demás, hacer unión de proyecto y, finalmente, ser una sola carne. Y si empezamos esta casa por el tejado (la unión carnal), difícilmente la terminaremos bien…

Cristo mismo nos recordó que el matrimonio (y no se refería al sacramento cristiano, sino que hablaba de la institución natural) es para toda la vida… Y es tal su importancia, que lo elevó, para los cristianos, a la categoría de Sacramento; es decir, se comprometió a otorgar su gracia a quienes quisieran vivirlo en plenitud.

Los cristianos no estamos obsesionados con el sexo (o no deberíamos estarlo), sino que estamos obsesionados con la más grande manifestación de un ser humano: el amor conyugal llevado a sus últimas consecuencias. Y cuando vemos que el sexo desbocado puede estropear esta maravilla, nos preocupamos… y mucho.

Por cierto, lo del matrimonio para toda la vida no es algo impuesto por Dios y ajeno a las pasiones del hombre. Es la propia pasión del hombre enamorado la que exige esa duración vitalicia: te amaré siemprecontigo para toda la vidanada nos separarájamás habrá otra mujer/hombre en mi vidapara mí eres la/el única/o… Estas frases no se encuentran en la Biblia, sino en el repertorio de los amantes, cualquiera que sean sus creencias.

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