Si el Cristianismo es el mejor camino, verdad y vida (Jn 13, 34-35), ¿Qué
medios son los que nos proporciona?
El primero es la propia Fe cristiana, que da al hombre la
respuesta sobre el misterio del hombre: quién es y a dónde debe ir. Además, el mensaje evangélico nos da la mejor guía
del peregrino para esta vida; una guía que nos asombra y que nunca se nos
podría haber ocurrido a nosotros mismos: las bienaventuranzas y el amor a los
enemigos son buena muestra de la originalidad del mensaje.
Luego nos da un medio inequívoco para
entrar en su Iglesia: el bautismo,
que nos proporciona la seguridad de estar insertos en su Cuerpo Místico. Sin un
sacramento así, nunca tendríamos la certeza de pertenecerle…
Pero también nos proporciona otros medios
extraordinarios: yo estaré con vosotros
todos los días hasta el fin del mundo (Mt 28, 20); y con la Eucaristía –ese misterio de amor- nos
permite compartir su Cuerpo y su Sangre.
Como su Iglesia –de la que Él es cabeza-
está formada por hombres, los fallos son continuos. Esto es algo que a muchos
nos cuesta reconocer: somos humanos, somos pecadores y metemos la pata con más
frecuencia de la que nos gustaría. Al insertarnos en su Cuerpo Místico, Cristo
no nos otorga la inmunidad para no volver a caer –entre otras cosas, porque no
nos quita la libertad-, sino que nos da los medios para sanarnos cada vez que
una parte de ese cuerpo enferma. Y esta medicina es tan sencilla como los otros
dos medios que ya hemos citado –bautismo y Eucaristía-: es la confesión. Otro de los asombrosos
inventos de Dios: simplemente con reconocer nuestra culpa se nos perdona el
pecado y el cuerpo queda restablecido. Además, al hacerlo ante un representante
de Cristo, que nos absuelve expresamente, tenemos la certeza de haber sido
perdonados.
Por supuesto, también contamos con Su
gracia y los otros cinco sacramentos para cada momento de nuestra vida.
Y dicen que es difícil ser cristiano. Yo
me pregunto si no será mucho más difícil no serlo.
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