Es cierto que no se puede despreciar ni una tilde de la Ley, pero la Ley al final no es lo importante; lo importante es la actitud con la que actuamos. Y en esto, la Ley de Dios es totalmente distinta a la Ley o justicia humanas, que se fija únicamente en los actos externos y sus consecuencias. Para Dios, lo importante es que hayamos actuado según nuestro conocimiento del bien y el mal; y que lo hayamos hecho por amor a Dios y al prójimo.
Porque, en definitiva, lo que a Dios le importa es la medida de nuestro amor, no la eficacia en cumplir sus normas. si así lo hubiese querido, entonces no habría creado hombres, sino máquinas perfectas sin posibilidad de error... y carentes e todo cariño.
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