Porque es Dios quien ha querido que no seamos una mera espiritualidad inmaterial, como los ángeles. Él ha querido crear un mundo que es a la vez material y espiritual; ha querido crear y amar a un hombre que es cuerpo y alma. Por esto, todas las cosas materiales creadas son santas; aunque todas, fuera de su momento oportuno y justa medida, nos pueden hacer pecar. Dominad y henchid la Tierra es el mandato que recibimos; pero si ella nos domina, entonces vamos contra el plan de Dios.
Nuestro cuerpo será glorioso en el cielo; pero mientras
tanto tiene necesidades materiales; y no sólo el nuestro, sino fundamentalmente
el de los demás. Así, debemos atender al bien espiritual de nuestros hermanos -que
es su salvación-; pero sin descuidar su bien material, sus necesidades para
mantener ese cuerpo que Dios le ha dado. El mismo Jesús quiso liberar a muchos
enfermos de su enfermedad (cuidar su cuerpo); pero siempre les dijo: vete y no
peques más (para cuidar también su alma). Porque, aunque sabía mejor que nadie que lo
realmente malo no es el mal del cuerpo, sino el del alma, también quiso curar nuestras enfermedades, aliviar nuestras penas.
Y lo que hiciéremos con cualquier hermano, a Él se lo hacemos (Mateo 25, 40).
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