miércoles, 5 de febrero de 2014

En defensa de la vida

Es cierto que el Papa Francisco ha puesto el acento en la totalidad del mensaje evangélico, que va mucho mas allá que la mera defensa de unas cuestiones morales concretas. Entre otros motivos, porque a quien no se le ha transmitido el mensaje de salvación y se le ha explicado que Dios con su enseñanza lo único que pretende es nuestro bien, no se le puede pedir que siga una conducta que con frecuencia es muy dura.
Pero esto no significa que determinadas cuestiones hayan dejado de ser importantes, simplemente porque no forman la centralidad del Cristianismo.
En concreto, con respecto al respeto que se debe a toda vida humana, el Papa ha querido ser muy charo y dedicarle al tema unos párrafos de su Evalgelii Gaudium:
Frecuentemente, para ridiculizar alegremente la defensa que la Iglesia hace de sus vidas, se procura presentar su postura como algo ideológico, oscurantista y conservador. Sin embargo, esta defensa de la vida por nacer está íntimamente ligada a la defensa de cualquier derecho humano. Supone la convicción de que un ser humano es siempre sagrado e inviolable, en cualquier situación y en cada etapa de su desarrollo. Es un fin en sí mismo y nunca un medio para resolver otras dificultades. Si esta convicción cae, no quedan fundamentos sólidos y permanentes para defender los derechos humanos, que siempre estarían sometidos a conveniencias circunstanciales de los poderosos de turno.
Cuando se abre una brecha en la defensa de la vida y se considera que durante determinados periodos ésta puede ser eliminada, lo que se está haciendo es despreciar la dignidad de la propia vida humana; y si el hombre no tiene, por el mero hecho de serlo, una dignidad intrínseca, entonces ¿como defender sus otros derechos?

lunes, 3 de febrero de 2014

Cristianismo y nacionalismos

Una de las cosas que más le costó a Cristo enseñar a sus discípulos es la vocación universal del Cristianismo: con la venida del Reino de Dios, el Evangelio pasa a ser propiedad de toda la humanidad, sin distinción de cultura nación ni raza. Y les costó entenderlo porque hasta entonces Dios había sido sólo para el pueblo de Israel... Quizá el primero en comprenderlo y ponerlo en práctica fue San Pablo; y esta apertura le costó más de un disgusto entre los judíos e incluso entre los discípulos.
Por esto la Iglesia que continúa la tradición apostólica desde Roma se llama Iglesia Católica, entendiendo este término como universal... Y al igual de las demás confesiones cristianas, trata de llevar el mensaje evangélico a todo el mundo.
Si hay algo contrario al espíritu del cristianismo es esa cortedad de miras de quien, por defender sus costumbres o su lengua, rechaza la de los demás. Y los nacionalismos, muy habitualmente, caen en este defecto... Es de bien nacido amar la propia tierra, la propia cultura y la propia lengua; pero es mera soberbia encerrarse en ellas y rechazar al que no las comparte. 
No siempre los clérigos lo han entendido así y con frecuencia se alinean con posturas nacionalistas excluyentes, creyendo que así hacen un servicio a la fe. Nada más opuesto a la realidad del cristianismo.
El Papa Francisco dedica un párrafo de su exhortación Evangelii Gaudium a este asunto. Y aunque se refiere a los gobiernos... sería plenamente aplicable a las Diócesis: 
Por ello, exhorto a los países a una generosa apertura, que en lugar de temer la destrucción de la identidad local sea capaz de crear nuevas síntesis culturales. ¡Qué hermosas son las ciudades que superan la desconfianza enfermiza e integran a los diferentes, y que hacen de esa integración un nuevo factor de desarrollo! ¡Qué lindas son las ciudades que, aun en su diseño arquitectónico, están llenas de espacios que conectan, relacionan, favorecen el reconocimiento del otro!

sábado, 1 de febrero de 2014

La caridad cristiana no es ideología

Dos párrafos del Papa Francisco aclaran la actitud que la caridad cristiana debe infundir en todo discípulo de cristo, saliendo al paso tanto de los que se preocupan sólo por transmitir ortodoxia al prójimo, como de los que su solidaridad les lleva a olvidar que el Cristianismo en una religión: el camino para unir a la criatura con su Creador.
No nos preocupemos sólo por no caer en errores doctrinales, sino también por ser fieles a este camino luminoso de vida y de sabiduría. Porque «a los defensores de “la ortodoxia” se dirige a ve ces el reproche de pasividad, de indulgencia o de complicidad culpables respecto a situaciones de injusticia intolerables y a los regímenes políticos que las mantienen».
Pero para que ese rechazo de los regímenes injustos no nos desvíe del camino, en otro párrafo nos aclara:
El pobre, cuando es amado, «es estimado como de alto valor», y esto diferencia la auténtica opción por los pobres de cualquier ideología, de cualquier intento de utilizar a los pobres al servicio de intereses personales o políticos. Sólo desde esta cercanía real y cordial podemos acompañarlos adecuadamente en su camino de liberación. Únicamente esto hará posible que los pobres, en cada comunidad cristiana, se sientan como en su casa.
No es que el Papa o la Iglesia esté en contra de la política, sólo están en contra de confundir el mensaje evangélico con una ideología concreta; pero animan a todo cristiano a participar en este servicio social (porque la política, por mucho que hoy no lo parezca, debe ser un servicio):
La política, tan denigrada, es una altísima vocación, es una de las formas más preciosas de la caridad, porque busca el bien común. Tenemos que convencernos de que la caridad «no es sólo el principio de las micro-relaciones, como en las amistades, la familia, el pequeño grupo, sino también de las macro-relaciones, como las relaciones sociales, económicas y políticas». ¡Ruego al Señor que nos regale más políticos a quienes les duela de verdad la sociedad, el pueblo, la vida de los pobres! Es imperioso que los gobernantes y los poderes financieros levanten la mirada y amplíen sus perspectivas, que procuren que haya trabajo digno, educación y cuidado de la salud para todos los ciudadanos.