miércoles, 23 de marzo de 2011

El crucifijo en Occidente

Una sentencia del Tribunal Constitucional de Perú aclara perfectamente la polémica entre los laicistas empedernidos (que quieren eliminar cualquier símbolo religioso y cercenar la libertaad de expresión de los creyentes) y los auténticos tolerantes (que toleran tanto las expresiones religiosas como las agnósticas o ateas):

“El Tribunal Constitucional considera que la presencia de símbolos religiosos como el crucifijo o la Biblia que se encuentran histórica y tradicionalmente presentes en un ámbito público, como en los despachos y tribunales del Poder Judicial, no afecta la libertad religiosa ni el principio de laicidad del Estado, en tanto que la presencia de esos símbolos responde a una tradición históricamente arraigada en la sociedad, que se explica por ser la Iglesia Católica un elemento importante en la formación histórica, cultural y moral del Perú, conforme lo reconoce el artículo 50º de la Constitución”.
“De este modo, si bien en un templo el crucifijo tiene un significado religioso, en un escenario público (como en los despachos y tribunales del Poder Judicial) tiene un valor cultural, ligado a la historia del país, a su cultura o tradiciones. En tal contexto, que el Estado mantenga dichos símbolos en tales espacios públicos no significa que abandone su condición de Estado laico para volverse un Estado confesional”.
“Además, la sola presencia de un crucifijo o una Biblia en un despacho o tribunal del Poder Judicial no fuerza a nadie a actuar en contra de sus convicciones, pues no puede sostenerse que de la presencia de tales símbolos se derive alguna obligación de, por ejemplo, adoración o veneración, cuyo cumplimiento afecte la conciencia de los no creyentes.Tal supuesto de coacción no sucede ni se configura por el solo hecho de exhibir o colocar crucifijos siguiendo una tradición arraigada a nuestra historia y a nuestras costumbres”.

Está muy claro; pero el que no quiere entender...

viernes, 18 de marzo de 2011

Dios y la libertad

Dios es lo que hace grande al hombre, le otorga la dignidad que posee y le revela el secreto de la naturaleza humana, que Dios conoce perfectamente por haberla creado. Pero es precisamente esta condición de criatura de Dios, el tener una naturaleza creada, lo que limita su campo de acción a aquello que le es propio según su naturaleza. El origen de nuestra grandeza es precisamente la causa de nuestra limitación en el obrar, si queremos mantenerla. Pero esta limitación no hace sino manifestar la libertad que tenemos para mantenernos dentro de dichos límites o saltárnoslos olímpicamente.
Por el contrario, sin Dios, sin un origen personal que nos conforme según un plan creador, el hombre no es más que una cosa, fruto de la casualidad y que actúa en función de un cúmulo de reacciones electroquímicas. Si el hombre no tiene una naturaleza personalmente concebida, entonces puede actuar como quiera en cada momento, modificando su naturaleza a capricho y despreciando la de los demás seres que -como casuales- también carecen de dignidad. Pero si todo es fruto de la casualidad, entonces el propio actuar humano también lo es: el hombre sin límites naturales no es libre, ya que no actúa según una voluntad ni un plan, sino simplemente siguiendo los sentimientos que sus reacciones electroquímicas le imponen en cada momento.
Es decir: solo Dios nos da la libertad, aunque nos marque límites; sin Dios no hay límites, pero tampoco somos libres...
¿Es que seríamos personas sin Dios?

jueves, 10 de marzo de 2011

El humanismo cristiano

Seguimos con el tema de la entrada anterior.
La diferencia entre el humanismo inmanentista -en el que el hombre es soberano de si mismo y centro del universo, lo que le permite cualquier conducta que su razón le muestre- y el humanismo cristiano -en el que el hombre posee una dignidad trascendente, pero está sometido a una Ley superior, que le impone límites y le exige el respeto de los demás seres, humanos o no-, no radica en su racionalidad -que ambos la tienen- sino en la Fe, que sólo el último tiene.
Como decía Juan Pablo II, sin Dios no es posible un auténtico humanismo; es decir, un humanismo que sea realmente humano. Porque sólo Dios revela al hombre su propio misterio, su fin último y sus límites como criatura.
Por desgracia, demasiados ejemplos nos dan la razón: sin Dios el hombre se vuelve irracional e inhumano.

lunes, 7 de marzo de 2011

El Renacimiento

Leo en un libro de texto escolar la siguiente frase referente al Renacimiento, plagada de errores:
El humanismo es una nueva corriente de pensamiento que supone un gran cambio con respecto a la Edad Media, por la que se pone al hombre como centro del universo se le libera de la religión y se proclama su capacidad de actuar y pensar racionalmente.
Vayamos por partes:
  • Efectivamente, se produce un gran cambio con respecto a la Edad Media. Durante ésta, la cultura y el arte está exclusivamene ligado con la religión y se desarrolla en los monasterios, que fueron los encargados de hacernos llegar toda la cultura clásica. La sociedad civil no religiosa fue tremendamente oscura y bárbara, dominada por un feudalismo señorial que sometía a la pleve a la esclavitud de la incultura. Por lo tanto, es la religión la que preserva toda esa cultura y permite que en el Renacimeinto llegue al resto de la sociedad civil.
  • Al hombre como centro del universo le pone el Cristianismo, al afirmar que es la única criatura creada a imagen y semejanza de Dios; y, por lo tanto, con una dignidad intrínseca que nos iguala a todos y nos pone en un plano infinitamente superior al del resto de los seres creados.
  • Si el humanismo libró al hombre de la religión, por qué siglos después sigue habiendo religión en el mundo. ¿De qué religión le liberó? Porque, por ejemplo, en España durante la Edad Media la religión mayoritaria era el Islam; y precisamente a la salida de la Edad Media fue volviendo al Cristianismo.
  • El humanismo proclama la capacidad del hombre de pensar y actuar racionalmente al margen de la religión. Por esto, en las ocasiones en que más renegó de la religión actuó racionalmente (¿?) pero no tan humanamente. Tenemos tres ejemplos de esto:
    • La época del terror en la revolución francesa, que tras entronizar a la diosa razón, se dedicó a cortar la cabeza a todo aquél que se puso a mano, incluidos los propios revolucionarios; pero, por supuesto, lo hizo racionalmente: utilizó un invento aseptico y efectivo, la guillotina.
    • El Comunismo, tanto el soviético como el chino o camboyano, que utilizó los mejores métodos de manipulación personal y social para torturar y aniquilar a todos sus oponentes, con el sano objetivo de imponer el paraíso del proletariado... allí en donde ya había acabado con todos los proletarios.
    • El nazismo científica doctrina para solucionar finalmente el problema del odio y la envidia y establecer el orgullo humanista de la raza aria: exterminar a todo aquél que nos estorba ya sea en el campo de batalla o en los científicamente diseñados hornos crematorios después de aplicar el último invento de la razón: el gas ziklon.
Después de apreciar estos ejemplos de racionalismo, ¿quien puede no sentirse atraído por este humanismo sin religión?
Y conste que soy admirador de los logros del Renacimiento; pero estos no se produjeron de espaldas a la religión, sino gracias al valor que el Cristianismo otorga al ser humano y a su paso por la Tierra.

viernes, 4 de marzo de 2011

El humanismo sin Dios

En la entrada anterior incluíamos una parábola sobre la creación de dios por el hombre: sigamos ahondando en las graves consecuencias de esto.
Sin Dios, no se puede siquiera crear un auténtico humanismo, ya que la dignidad del hombre procede precisamente de su condición de ser criatura de Dios, hecha a su imagen y semejanza. Sin un Dios Padre común, ¿cómo ser hermanos?; y si no somos hermanos, ¿por qué respetarnos en vez de buscar exclusivamente el propio provecho? 
Un mundo sin Dios es un mundo sin esperanza, y una cultura sin Dios lleva en su núcleo la desesperación, se vuelve inevitablemente cultura de la muerte.” Joseph Ratzinger, 2001. Por desgracia, hemos podido comprobar la realidad de esta afirmación con los millones de muertes derivados de la sustitiución de Dios por un ideal a la medida del hombre: el comunismo, el nazismo; pero también el aborto, la eutanasia y las esterilizaciones masivas, porque sin Dios y sin esperanza la vida deja de tener sentido.
Por el contrario, la esperanza en Dios nos lleva a la actividad, al progreso, a compartir con nuevos hombres lo logrado. Por esto, Pablo VI afirmaba sin miedo que "el humanismo cristiano es la fuerza más poderosa al servicio del desarrollo". Puede parecer exagerada esta frase, pero ¿de dónde proviene el desarrollo del mundo, sino de la cultura cristiana?