martes, 16 de mayo de 2006

La Vida Humana

La Vida
¿Que es la vida? Esta es una más de las grandes cuestiones que nuestros científicos no saben responder. Los que más se han acercado son los filósofos: "vida es la capacidad de obrar". Pero esta definición a la gente de la calle nos dice muy poco. Todos sabemos que la vida humana es algo muy grande y muy importante... pero como no sabemos por qué, no acabamos de defenderla adecuadamente. Así hay algunos que piensan que la vida antes del parto no merece la pena ser protegida... y que la vida de los enfermos o ancianos no merece la pena ser vivida.
Yo creo que la vida es fundamentalmente una oportunidad para amar y ser amado. Es lo principal que distingue la vida humana de cualquier otra forma de vida; y, por supuesto, de la simple materia. Es esta oportunidad única e irrepetible lo que hace a mi vida importante: si se pierde nada podrá sustituirla. La vida de todo ser humano hay que respetarla porque alguien la está amando infinitamente: Dios; porque los demás podemos amarla -en especial los más cercanos-; y porque todo se humano puede amar a los demás.
Si una madre odiase la vida que lleva en su seno, que Dios ama y que ella debería amar -y un médico quiere sacar provecho económico de este odio-, el Estado debe evitar que la destrucción de esa vida se lleve a cabo, porque de otro modo se destruiría la oportunidad de que ese niño llegue a amar y ser amado.
Así visto, no hay calidad de vida tan ínfima que no merezca la pena ser vivida, ya que en cualquier caso es una oportunidad de amar o ser amado: si a esos tetrapléjicos a los que se quiere eliminar para que no sufran, se les amase y se les diese la oportunidad de amar, su vida sería, en lo fundamental, tan plena como la de cualquier otro en plenitud de sus facultades... y así ocurre en la mayoría de los casos.
Y es que el mundo occidental ha olvidado que no estamos aquí para disfrutar -lo que no nos distinguiría de los animales- sino para amar... y es el amor lo que da sentido pleno a nuestra vida... cualquiera que sea.

miércoles, 10 de mayo de 2006

Deus Caritas Est

El Papa Benedicto, con su primera encíclica "Deus Cáritas Est" (Dios es Amor), ha querido iniciar su pontificado indicándonos cuál es el origen y final del cristianismo: el amor. Y ha querido tratar tanto del amor de Dios al hombre, como del amor del hombre a Dios y del amor entre los hombres; y de éste último, del más importante: el amor entre hombre y mujer.

Nos recuerda el Papa que el fundamento del cristianismo no es un compendio de ritos y normas, ni siquiera se fundamenta en nuestro decálogo moral. Ser cristiano es amar; y si no se ama, de nada sirven ni los ritos ni la moral. Si queremos difundir el cristianismo -ese credo tan desconocido hoy en día en occidente-, no podemos empezar por intentar recuperar el código moral que funcionó hasta ahora... Tenemos que empezar por el fundamento, por transmitir amor. Ésta fue la señal que distinguió a los cristianos cuando se los comparaba con la sociedad romana, tan disoluta como lo es la nuestra: ¡mirad cómo se aman! Si no conseguimos que primero se difunda el amor, no lograremos recuperar ningún código moral ni ético.

Sin embargo, nos hemos empeñado en lo contario, en enfrentarnos de plano a los que no opinan como nosotros, fomentando la confrontación y rezumando odio hacia quienes revientan nuestro código moral... y, claro, no nos hacen caso. No nos preocupamos por el prójimo, por sus problemas, por sus razones o debilidades: simplemente le exigimos que reconozca su errores y rectifique.

Nos hemos olvidado de la caridad: si comenzásemos con asumir esa obligación de manifestar nuestra solidaridad no con el mero rechazo del mal ajeno, sino con una lucha empeñada en conseguir el bien común. Si empezamos por implantar la Doctrina Social de la Iglesia, con radicalidad, no sólo en su aspecto moral (defensa de la vida, la familia y la libertad de enseñanza, que son principios irrenunciables), sino también en sus aspectos sociales y económicos, entonces nos resultará más fácil convencer de las bondades de la concepción cristiana de la sociedad.... recordar al mundo que ha sido esta concepción cristiana la que ha llevado a occidente al grado de dignidad humana que ha alcanzado.

Nos recuerda el papa Benedicto en su encíclica que la justicia social no es el objetivo directo de la Iglesia... pero también afirma que la justicia es la base de la caridad. La única amanera de compaginar ambas afirmaciones es adjudicando a los cristianos, a cada uno en particular, ese cometido de practicar la caridad luchando por la justicia social. Esto lo entendió muy bien la madre Teresa de Calcuta -misionera de la caridad, como forma más efectiva de ser misionera de la fe-: amando a los más necesitados transmitió nuestra fe de forma mucho más efectiva que predicando dogmas y moral.

Y es que el cristianismo solo tiene una dimensión: la mística, la moral y la caridad [nuestro compromiso por la cuestión social] deben ir unidas
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