miércoles, 30 de enero de 2013

Dios nos estorba

Dios, evidentemente, estorba al hombre que considera que su libertad no debe tener límites, ni físicos ni morales. Por esto es de algún modo lógica la postura de tanto ateo o liberal: Dios no existe.
Pero lo que ya resulta más extraño es que Dios también estorbe a los que creemos en Él y le consideramos nuestro creador. 
Frecuentemente consideramos que estorba en nuestra vida cotidiana y, sobre todo, que altera nuestros planes humanos.... que consideramos los mejores de los posibles.
¡Qué incongruencia!
Si Dios es nuestro creador y padre, entonces deberíamos estar atentos a sus planes y muy agradecidos de que nos los comunique con claridad para poder seguirlos; y rectificar inmediatamente los que nosotros nos hubiésemos trazado.
Pero la soberbia de creernos más listos que Dios, por una parte; y una falta de Fe práctica durante la vida ordinaria, por otra parte; nos hacen preferir nuestros errores a los magníficos planes de Dios.
¡Y luego le echamos la culpa de que nos hayan salido mal! 

lunes, 28 de enero de 2013

La acción de Dios

Si Dios fuese una mera creación humana, entonces sólo podría influir en nuestras ideas y nuestra espiritualidad. 
Por el contrario, si el cosmos, el hombre y su alma son creaciones de Dios, entonces Él puede influir fácilmente tanto en lo material como en lo espiritual, pues ambas cosas las ha creado de la nada.
La única limitación que tendría Dios es la de no incurrir en contradicción con su propia creación:  no interferir la voluntad humana, no alterar sin motivo las leyes físicas.
Por esto, los ateos se preocupan muy mucho de negar cualquier intervención divina, incluso las más patentes. Porque si Dios tiene influencia en lo material, entonces no puede ser creación del hombre, sino precisamente lo contrario.
Por eso, los científicos cuando no pueden explicar algo lo achacan a la casualidad -que es la más anticientífica de las razones-; porque por esa puerta abierta a otras explicaciones, se les podría colar Dios.

sábado, 26 de enero de 2013

Dios es amor

Dios es amor, por eso la mayor y mejor manifestación de Dios es el amor humano.
Si existe amor entre los hombres es porque existe Dios.
Si todo lo que existe no fuese más que una consecuencia de casualidades cósmicas que crearon la materia; y  los seres vivos -incluido el hombre- no fuesen más que el resultado de la evolución de dicha materia; entonces el amor no tendría ninguna cabida en ese mundo material. Por definición, la evolución es la tendencia de un ser a perfeccionarse y sobrevivir frente a los demás congéneres: la ley del más fuerte, del más hábil. 
Dentro de esa evolución no tienen ninguna cabida ni el amor, ni la misericordia, ni la solidaridad, ni el perdón, ni cualquiera de los muchos sentimientos humanos relacionados con el amor...; que son los que realmente han creado nuestra sociedad humana...
Pero si el hombre está creado a imagen y semejanza de quien es amor, entonces los sentimientos humanos tienen una clara explicación; y nos llevan al mundo que conocemos que -con todos los defectos humanos- es infinitamente mejor de lo que hubiese sido un mundo meramente material regido exclusivamente por las leyes de la evolución.
Demos gracias a Dios.

jueves, 24 de enero de 2013

Nuestros límites

El hombre moderno se empeña en combatir a Dios, porque le considera como un límite de su libertad; y en cierto modo no se equivoca: Dios es quien determina nuestros límites morales. Así como la Naturaleza nos impone a los hombres muchas limitaciones con sus leyes físicas; y las autoridades nos imponen límites a nuestra libertad de actuar; así Dios, que es quien nos ha creado, ha establecido limitaciones a la conducta humana para que no nos desviemos de nuestra propia naturaleza, aunque nos deje en libertad para traspasar dichos límites. De hecho, el hombre, en su afán de dominarlo todo, se rebela contra los limites; y ha logrado eliminar muchos de los limites físicos (hemos conquistado la velocidad, el espacio, las telecomunicaciones, etc...), o los ha disfrazado (transexualidad); y ahora solo le queda eliminar a Dios para acabar con sus límites morales.
Pero corremos el riesgo de perder la más importante de nuestras libertades, la libertad intrínseca, la libertad de ser lo que debemos ser. Si incurrimos en el error de eliminar a Dios, de eliminar los límites que nuestra propia naturaleza nos impone, puede que entonces nos creamos absolutamente libres, pero en realidad nos habremos hecho esclavos de nuestro error, de nuestros caprichos, en definitiva, de nuestro pecado. Y de esta esclavitud no es posible liberarse, porque no querremos, ya que nos empecinaremos en el error de creernos libres, absolutamente libres..., sin nadie que nos pueda sacar del error. Por eso dijo Jesús que el pecado contra el Espíritu ( aquél que no se reconoce como pecado) no podrá ser perdonado, nunca...
Dios respeta nuestra libertad y nos permite transgredir sus límites morales sin impedírnoslo; pero también respeta nuestra naturaleza y no elimina los efectos dañinos que esas transgresiones tienen para el individuo y para la sociedad.

martes, 22 de enero de 2013

El signo para nuestra confianza

El signo que se nos da para que confiemos en la providencia Divina es este: una virgen concebirá y dará a luz un hijo que se llamará Emmanuel, Dios con nosotros. Este signo es el que acabamos de conmemorar con la celebración de la Navidad. La encarnación es el signo por el que se nos puede exigir plena confianza en Dios y en sus caminos; por que: si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros?
Tenemos que desterrar de nuestras vidas la soberbia de pensar que, de vez en cuando, en algunos temas, Dios se equivoca, que nosotros tenemos mejores soluciones que Él, que nuestros "atajos" son mejores y mas rápidos que sus caminos...
Esto es lo que le ocurrió a Acaz, rey de Judá, que confió más en una alianza con el rey de Asiria que en sus hermanos de Israel; y fue esta desconfianza la que le mereció la profecía sobre el signo que hemos transcrito arriba.
Confiemos  más en la providencia de Dios, en sus preceptos y designios, que en la sabiduría humana; porque de hecho los "atajos" humanos nos llevan tarde o temprano al desastre.

domingo, 20 de enero de 2013

Tus pecados te son perdonados (2)

Como ya vimos en la anterior entrada con este mismo título, Jesús nos perdona los pecados quizá cuando nosotros esperabamos de El otra cosa; quizá esperábamos que nos ayudase con nuestras dificultades o nos curase una enfermedad; pero El "sólo" nos perdona...
 
Es curioso cómo atribuimos a Dios todas las funciones menos la que le es más propia. Le consideramos nuestro médico o nuestro asesor personal o incluso nuestro adivino de los sorteos de la lotería; y no nos damos cuenta de que Dios es fundamentalmente "nuestro Dios"; es decir, Aquél que nos ha creado para que seamos felíces amándole; y para esto, el perdón es mucho más importante que la salud, el éxito y, por supuesto, el dinero.

Porque la función primordial del hombre -aquello para lo que ha sido creado- es estar en Dios; y el pecado le separa de Dios... Lo principal del hombre no es tener salud, ni techo, ni comida, ni trabajo: lo principal es estar en Dios y eso nos lo ha traído Cristo redimiéndonos; es decir, regalándonos el perdón de nuestros pecados.

Pero no debemos confundirmos. Precisamente por nuestra dignidad de hijos de Dios, que es consecuencia de nuestra trascendencia espiritual, debemos respetar también nuestra dignidad inmanente, como hombres creados y con necesidades materiales que debemos satisfacer. Ningún hombre puede consentir que su prójimo carezca de lo necesario; y mucho menos con la excusa de que eso no es lo fundamental para su salvación. Sólo Dios puede decidir cuándo un hombre ha de prescindir de lo conveniente, incluso de lo necesario, para acercarse más a Él; el hombre siempre ha de buscar el bien, material y espiritual del prójimo, sin excepción.

lunes, 7 de enero de 2013

La adoración de los Reyes Magos

Ayer celebrábamos la Epifanía, o manifestación del Señor a los gentiles. Y es que efectivamente, tres hombres que no compartían la fe de los judíos ni conocían sus tradiciones fueron capaces de reconocer a Dios a través de su manifestación en la Creación. En concreto, dice la tradición que descubrieron un hecho extrarodinario observando una estrella. Es decir, que incluso sin la revelación ni la Escritura, es posible reconocer la existencia de un Ser superior que ha intervenido en la creación y ordenación de todo lo que existe.
Al igual que los Magos, todos los hombres, ajenos a la revelación judaica, han reconocido la existencia del Creador simplemente observando sus obras. Es cierto que, sin la revelación, es difícil "conocer" al Creador; y por eso, unos le adoraban como sol, otros como un animal poderoso, otros como fuego o en cualquiera de las manifestaciones que más asombran al hombre; pero todos ellos descubrieron en lo creado la huella de lo divino.
Y en esto, la Ciencia no va en contra de la creencia popular, sino que, muy al contrario, cuanto más profundiza la Ciencia en los secretos de la Creación, más magníficas aparecen la obras de Dios y más difícil es creer que todo ello haya surgido "por casualidad".
El problema no es de la Ciencia, sino de los científicos, que cuanto más profundizan en su saber, más quieren suplantar al Creador de todo lo que ellos descubren. La alternativa, rendir su soberbia a Aquél que todo lo hizo desde la simplicidad, no les parece posible a "mentes tan preclaras"... mentes que, por supuesto, también fueron creadas por Aquél a quien rechazan.
Por el contrario, los Magos, no se sintieron "los dueños" de la estrella que habían descubierto, sino que por el contrario, sintieron que con ese hecho extraordinario, el Creador del cosmos quería decirles algo... y se pusieron en camino para descubrirlo.