lunes, 7 de enero de 2013

La adoración de los Reyes Magos

Ayer celebrábamos la Epifanía, o manifestación del Señor a los gentiles. Y es que efectivamente, tres hombres que no compartían la fe de los judíos ni conocían sus tradiciones fueron capaces de reconocer a Dios a través de su manifestación en la Creación. En concreto, dice la tradición que descubrieron un hecho extrarodinario observando una estrella. Es decir, que incluso sin la revelación ni la Escritura, es posible reconocer la existencia de un Ser superior que ha intervenido en la creación y ordenación de todo lo que existe.
Al igual que los Magos, todos los hombres, ajenos a la revelación judaica, han reconocido la existencia del Creador simplemente observando sus obras. Es cierto que, sin la revelación, es difícil "conocer" al Creador; y por eso, unos le adoraban como sol, otros como un animal poderoso, otros como fuego o en cualquiera de las manifestaciones que más asombran al hombre; pero todos ellos descubrieron en lo creado la huella de lo divino.
Y en esto, la Ciencia no va en contra de la creencia popular, sino que, muy al contrario, cuanto más profundiza la Ciencia en los secretos de la Creación, más magníficas aparecen la obras de Dios y más difícil es creer que todo ello haya surgido "por casualidad".
El problema no es de la Ciencia, sino de los científicos, que cuanto más profundizan en su saber, más quieren suplantar al Creador de todo lo que ellos descubren. La alternativa, rendir su soberbia a Aquél que todo lo hizo desde la simplicidad, no les parece posible a "mentes tan preclaras"... mentes que, por supuesto, también fueron creadas por Aquél a quien rechazan.
Por el contrario, los Magos, no se sintieron "los dueños" de la estrella que habían descubierto, sino que por el contrario, sintieron que con ese hecho extraordinario, el Creador del cosmos quería decirles algo... y se pusieron en camino para descubrirlo.

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