jueves, 6 de noviembre de 2025

La Creación continúa: la expansión del universo

Los descubrimientos científicos que vimos en entradas anteriores no solo ponen de manifiesto que el universo tuvo un inicio y, por tanto, un Iniciador, sino que atestiguan que este Iniciador no se limitó a provocar esa explosión inicial, el Big Bang, sino que se aseguró de que su evolución posterior estuviese de acuerdo con sus planes a largo plazo [¡y tan largo!: 13.700 millones de años].

Los astrólogos, cosmólogos y físicos, así como muchos otros científicos, han comprobado que  las leyes físicas y las constantes cosmológicas  que rigen el universo son exactamente las que tenían que ser para que, pasado dicho largo plazo, pudieran originarse la vida en uno de sus planetas. Este es un tema muy científico que requiere profundos conocimientos de física; pero, no obstante, intentaré resumirlo para que cualquier lector pueda entenderlo.

La posibilidad del origen de la vida se conoce como la cualidad antrópica del universo, refiriéndolo más en concreto a la forma de vida superior, que es la vida racional del animal humano.

Lo primero que tuvo que ocurrir fue que en el momento del Big Bang la energía estuviese tan ordenada que su posterior evolución no resultase un caos (que es lo habitual en cualquier explosión), sino que se fuese convirtiendo en átomos, elementos, astros, sistemas solares y galaxias, entre otros muchos elementos como nebulosas, gas intergaláctico, etc...  Roger Penrose, premio Nobel de Física 2020, calculó que la probabilidad de que la entropía fuese tan baja era de uno entre 10 elevado a 10 elevado a 123. Si ponemos esta magnitud en cifra convencional tendríamos que la probabilidad es de un:

0,000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000001 

Evidentemente, es una probabilidad tan baja que podemos decir que es nula. Por tanto, ese orden inicial no pudo ser casual, sino que tuvo que estar ordenado por Alguien. Otro parámetro imprescindible es la proporción que existe entre la fuerza electromagnética y la fuerza nuclear fuerte. Si esta proporción hubiera variado en un 0,000000000000000001% no se habrían formado las estrellas ni, por tanto,  planeta alguno en el que pudiese originarse la vida. La tercera condición para que el universo fuese antrópico es que la relación entre la masa de un protón y un electrón, lo que determina las características de la órbita de los electrones alrededor del núcleo del átomo, sea exactamente la necesaria para que se formen moléculas, sin las que la vida no habría sido posible.

Dicho de otra forma, que el universo haya evolucionado asó por casualidad es tan probable como que metamos petardos en diferentes botes de pintura y que, al estallar, dejen pintado Las Meninas de Velázquez.

La cualidad antrópica del universo es tan llamativamente extraordinaria que el famoso físico ateo El físico ateo Stephen Hawking reconoció en su libro A Brief History of Time , publicado en 1988, que “ las leyes de la ciencia, tal y como las conocemos en el momento presente, contienen muchos números fundamentales, como el tamaño de la carga del electrón o la relación de las masas del protón y el electrón, …, y el hecho extraordinario es que los valores de esos números parecen haber sido ajustados con precisión para hacer posible el desarrollo de la vida ”.

Al parecer, se puede seguir negando la existencia de Alguien que ha diseñado este universo a pesar de no entender cómo esto pudo ocurrir por casualidad.



 

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