miércoles, 29 de enero de 2014

Evangelii Gaudium: la solidaridad.

Recuerdo cómo explicaba Juan Pablo II el tema de la propiedad privada, recordándonos que ésta tiene como una hipoteca en favor de los necesitados. Ya comentamos sobre lo que Benedicto XVI nos explicó sobre este asunto en la entrada del 22-2-2012. El Papa Francisco lo explica de otra forma: la propiedad privada se justifica por su servicio al bien común. "Sensu contrario", que dirían los juristas, cuando la propiedad privada no sirve al bien común, entonces ya no tiene justificación...

La solidaridad es una reacción espontánea de quien reconoce la función social de la propiedad y el destino universal de los bienes como realidades anteriores a la propiedad privada. La posesión privada de los bienes se justifica para cuidarlos y acrecentarlos de manera que sirvan mejor al bien común, por lo cual la solidaridad debe vivirse como la decisión de devolverle al pobre lo que le corresponde. Estas convicciones y hábitos de solidaridad, cuando se hacen carne, abren camino a otras transformaciones estructurales y las vuelven posibles. Un cambio en las estructuras sin generar nuevas convicciones y actitudes dará lugar a que esas mismas estructuras tarde o temprano se vuelvan corruptas, pesadas e ineficaces.

En definitiva, esa solidaridad depende más de la actitud de quienes detenten la propiedad o el poder que de la estructura política implantada. No basta con un cambio en los actores: la revolución bolquevique retiró la propiedad de los poderosos, pero no se la entregó al pueblo.  

lunes, 27 de enero de 2014

Evangelii Gaudium: el amor es la medida del hombre.

Insiste una y otra vez el Papa Francisco en la dignidad intrínseca de todo hombre; y por eso rechaza de plano cualquier tipo de exclusión o imanación:
Confesar a un Padre que ama infinitamente a cada ser humano implica descubrir que «con ello le confiere una dignidad infinita». Confesar que el Hijo de Dios asumió nuestra carne humana significa que cada persona humana ha sido elevada al corazón mismo de Dios. Confesar que Jesús dio su sangre por nosotros nos impide conservar alguna duda acerca del amor sin límites que ennoblece a todo ser humano.
Por esto, insiste el Papa, la mejor expresión del Evangelio, la mejor manifestación del amor a Dios, es el amor a los demás, sin discriminación alguna:
La Palabra de Dios enseña que en el hermano está la permanente prolongación de la Encarnación para cada uno de nosotros: «Lo que hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, lo hicisteis a mí» (Mt 25,40). Lo que hagamos con los demás tiene una dimensión trascendente: «Con la medida con que midáis, se os medirá» (Mt 7,2); y responde a la misericordia divina con nosotros: «Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo. No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados; dad y se os dará [...] Con la medida con que midáis, se os medirá» (Lc 6,36- 38). Lo que expresan estos textos es la absoluta prioridad de la «salida de sí hacia el hermano» como uno de los dos mandamientos principales que fundan toda norma moral y como el signo más claro para discernir acerca del camino de crecimiento espiritual en respuesta a la donación absolutamente gratuita de Dios.

Sí, ya sé que esto ha formado parte de la enseñanza de la Iglesia desde los primeros tiempos; pero que bueno es que se nos recuerde de vez en cuando...

sábado, 25 de enero de 2014

El océano del bien

Quizá una de las mayores armas del maligno sea la magnificación del mal en el mundo. Los modernos medios de comunicación le permiten hacer que el mal sea inmediatamente conocido por todos; y el constante machaqueo de males nos aturde y provoca la sensación de que todo esta podrido. No es así. En el mundo prevalece el bien, la solidaridad, la bondad de unos con otros, la apreciación de la familia y el matrimonio, la defensa de la vida y de los derechos humanos, aunque todo esto rara vez salga en las noticias. Los actos de bien son innumerables y constantes; los actos malignos son raros y pocos (por esto son noticia); pero el maligno los utiliza para desanimarnos y que nos dejemos llevar por esa aparente corriente de mal, que es un simple arroyo en comparación con el inmenso océano de bien.

jueves, 23 de enero de 2014

La Caridad es la prueba

La fe no permite demostraciones ni seguridades tipo científico, entonces, ¿que medio nos dejo Cristo para "convencer" a los demás de su mensaje? ¿Cómo demostraremos a los seguidores de otras religiones o o a los ateos la verdad del cristianismo? ¿Cuáles serán las señales que den credibilidad a nuestro mensaje? 
La respuesta es sencilla: la prueba es el amor. Si Dios es amor, la mejor manifestación de su existencia es mostrar ese amor. Y, ¿qué es el amor, la caridad? Pues es esa capacidad de vivir siempre para los demás. 
Este es el ejemplo que Jesús mismo nos ha dejado. Él se alegra con las alegrías de sus amigos, como en las bodas de Caná o cuando aquellos 72 volvieron de predicar el Evangelio; y sufre también con el dolor ajeno, cuando siente lástima por los leprosos, los ciegos, los endemoniados o la viuda de Naín.
La caridad cristiana es la demostración "cientifica" de la verdad y bondad del Cristianismo; cada vez que un cristiano atenta contra la caridad en su condición de tal, niega el mensaje evangélico. Por esto, la fe se ha transmitido siempre en familia y por amistad (ámbitos de la caridad) y a través de las obras de caridad: hospitales, misiones, atención a cautivos, enseñanza, etc... 
Mucho mejor que con razonamientos!(1)
Y al revés; como el mismo Jesús nos dijo: En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si os tenéis amor los unos a los otros (Jn 13, 35).
¡Es una gran responsabilidad para nosotros los cristianos!
(1) Espa, Fulgencio. “Adviento Navidad 2013, vívela con Él.” Ediciones Palabra, 2013-10-25. iBooks

miércoles, 22 de enero de 2014

Evangelii Gaudium: las maneras también son importantes.

Y si el Papa quiere que recuperemos el mensaje fundamental de la evangelización, también nos indica cómo debe transmitirse ese mensaje, porque no solo el contenido es importante, también la manera de transmitirlo debe ajustarse a la enseñanza evangélica:
Necesitamos ejercitarnos en el arte de escuchar, que es más que oír. Lo primero, en la comunicación con el otro, es la capacidad del corazón que hace posible la proximidad, sin la cual no existe un verdadero encuentro espiritual. La escucha nos ayuda a encontrar el gesto y la palabra oportuna que nos desinstala de la tranquila condición de espectadores. Sólo a partir de esta escucha respetuosa y compasiva se pueden encontrar los caminos de un genuino crecimiento, despertar el deseo del ideal cristiano, las ansias de responder plenamente al amor de Dios y el anhelo de desarrollar lo mejor que Dios ha sembrado en la propia vida.
Pero el respeto a la libertad ajena, no nos debe hacer olvidar que en algunos casos tenemos que liberar al hermano de su erróneo ejercicio de la libertad, 
Aunque suene obvio, el acompañamiento espiritual debe llevar más y más a Dios, en quien podemos alcanzar la verdadera libertad. Algunos se creen libres cuando caminan al margen de Dios, sin advertir que se quedan existencialmente huérfanos, desamparados, sin un hogar donde retornar siempre. Dejan de ser peregrinos y se convierten en errantes, que giran siempre en torno a sí mismos sin llegar a ninguna parte. El acompañamiento sería contraproducente si se convirtiera en una suerte de terapia que fomente este encierro de las personas en su inmanencia y deje de ser una peregrinación con Cristo hacia el Padre.
No olvidemos que nuestra tarea es transmitir la verdad: dejar en un cómodo error al hermano, sería hacerle un flaco favor... Tenemos que advertirle del error; aunque el cambio dependa exclusivamente de su voluntad.

lunes, 20 de enero de 2014

Evangelii Gaudium: el kerigma.

Quiere el Papa Francisco -y lo ha demostrado desde que fue elegido- que la Iglesia vuelva a la centralidad del mensaje fundamental del Cristianismo -lo que se llama el kerigma-: que Dios nos ha querido salvar por amor; que Dios quiere compartir su vida con los hombres, por simple amor, sin exigir nada más que la correspondencia a ese amor, con respecto a Él y a los demás hombres.
En la práctica, esta correspondencia se plasma en multitud de detalles y prácticas que la Iglesia ha ido recopilando y enseñando durante 20 siglos; y esto es bueno. Pero lo que no es bueno es que tanto "detalle", nos haga olvidar el mensaje fundamental:
La centralidad del kerygma demanda ciertas características del anuncio que hoy son necesarias en todas partes: que exprese el amor salvífico de Dios previo a la obligación moral y religiosa, que no imponga la verdad y que apele a la libertad, que posea unas notas de alegría, estímulo, vitalidad, y una integralidad armoniosa que no reduzca la predicación a unas pocas doctrinas a veces más filosóficas que evangélicas.
Y con respecto al necesario anuncio de la moral evangélica, matiza:
En lo que se refiere a la propuesta moral de la catequesis, que invita a crecer en fidelidad al estilo de vida del Evangelio, conviene manifestar siempre el bien deseable, la propuesta de vida, de madurez, de realización, de fecundidad, bajo cuya luz puede comprenderse nuestra denuncia de los males que pueden oscurecerla. Más que como expertos en diagnósticos apocalípticos u oscuros jueces que se ufanan en detectar todo peligro o desviación, es bueno que puedan vernos como alegres mensajeros de propuestas superadoras, custodios del bien y la belleza que resplandecen en una vida fiel al Evangelio.
En definitiva, como decía Santo Tomás de Aquino: explicar que "el pecado es lo que es malo para el hombre", no la mera transgresión de una normativa arbitraria. 

sábado, 18 de enero de 2014

La unidad de los cristianos

Hoy comienza la semana por la unidad de los cristianos, ya que ese deseo de Cristo manifestado en la oración sacerdotal antes de su Pasión "que todos sean uno como tú Padre y Yo somos uno", en la actualidad no se cumple, por la múltiple división entre los bautizados.
Y aunque entre muchos cristianos sí se puede hablar de un solo rebaño bajo un solo Pastor, ya que todos tenemos como Pastor y Guía a Cristo, otros cristianos se han alejado tanto de la doctrina del Evangelio, ya puede ponerse en duda que pertenezcan al "rebaño".
Lo importante no es la unificación de ritos y obediencias, sino la unidad en el seguimiento de Cristo. Así lo expresa el Papa Francisco en su Evangelii Gaudium:
Las diferencias entre las personas y comunidades a veces son incómodas, pero el Espíritu Santo, que suscita esa diversidad, puede sacar de todo algo bueno y convertirlo en un dinamismo evangelizador que actúa por atracción. La diversidad tiene que ser siempre reconciliada con la ayuda del Espíritu Santo; sólo Él puede suscitar la diversidad, la pluralidad, la multiplicidad y, al mismo tiempo, realizar la unidad. En cambio, cuando somos nosotros los que pretendemos la diversidad y nos encerramos en nuestros particularismos, en nuestros exclusivismos, provocamos la división y, por otra parte, cuando somos nosotros quienes queremos construir la unidad con nuestros planes humanos, terminamos por imponer la uniformidad, la homologación. Esto no ayuda a la misión de la Iglesia.
Este párrafo, que se refiere a la propia Iglesia Católica, también podría aplicarse a la unión de los cristianos: debe ser el Espíritu el que indique el camino: ni tratar de imponer los particularismos de cada uno, ni exigir que desaparezca toda diferencia.
Por ejemplo, ente los Católicos y los Ortodoxos, no hay más distancia que la que reflejan los distintos ritos y la obediencia a la cabeza.
¡qué fácil sería la unión si nos centrásemos en la obediencia a la Cabeza que ya es común a ambos: Cristo!


jueves, 9 de enero de 2014

Evangelii Gaudium: ¿qué anunciamos?

Este es el objeto de la auténtica evangelización:
...la evangelización, como predicación alegre, paciente y progresiva de la muerte y resurrección salvífica de Jesucristo, debe ser vuestra prioridad absoluta...
Y si nuestro mensaje es el amor de Cristo por todos, las personas que se acerquen a la Iglesia tienen que notar la coherencia entre nuestra vida y nuestro mensaje:
La Iglesia tiene que ser el lugar de la misericordia gratuita, donde todo el mundo pueda sentirse acogido, amado, perdonado y alentado a vivir según la vida buena del Evangelio.
Y nunca confundamos nuestras costumbres, nuestra cultura cristiana (que es lo accesorio) con el mensaje fundamental:
...en la evangelización de nuevas culturas o de culturas que no han acogido la predicación cristiana, no es indispensable imponer una determinada forma cultural, por más bella y antigua que sea, junto con la propuesta del Evangelio. El mensaje que anunciamos siempre tiene algún ropaje cultural, pero a veces en la Iglesia caemos en la vanidosa sacralización de la propia cultura, con lo cual podemos...
Una vez más, el Papa Francisco en esta Exhortación nos ha recordado cosas que parecen obvias, pero que frecuentemente se olvidan.

viernes, 3 de enero de 2014

Evangelii Gaudium: actitudes a evitar

El Papa Francisco identifica dos actitudes a evitar en la evangelización, porque en vez de facilitar la cercanía a los demás y la transmisión del mensaje evangélico, alejan a los que las mantienen por el camino diametralmente opuesto:

Una es la fascinación del gnosticismo, una fe encerrada en el subjetivismo, donde sólo interesa una determinada experiencia o una serie de razonamientos y conocimientos que supuestamente reconfortan e iluminan, pero en definitiva el sujeto queda clausurado en la inmanencia de su propia razón o de sus sentimientos. 
En definitiva, el cristiano no tiene que transmitir una mera filosofía de vida o una aséptica doctrina social: el cristiano debe transmitir su propio testimonio de amor a Dios y, por esto, de amor a los demás.

La otra es el neopelagianismo autorreferencial y prometeico de quienes en el fondo sólo confían en sus propias fuerzas y se sienten superiores a otros por cumplir determinadas normas o por ser inquebrantablemente fieles a cierto estilo católico propio del pasado. Es una supuesta seguridad doctrinal o disciplinaria que da lugar a un elitismo narcisista y autoritario, donde en lugar de evangelizar lo que se hace es analizar y clasificar a los demás, y en lugar de facilitar el acceso a la gracia se gastan las energías en controlar. 
Si nos presentamos ante los demás como seres perfectos, una especie de super-héroes-, además de ser bastante hipócritas, no podremos animar a nadie a seguir el camino evangélico, ya que los demás son muy conscientes de sus propias limitaciones. Quizá por esto, el propio Evangelio no oculta los errores, debilidades y traiciones de quienes después tendrían el encargo de transmitir la buena nueva a los demás. Con nuestro testimonio de vida, con más sombras que luces, pero con empeño y confianza en la ayuda del Señor, sí podremos ayudar a los demás.

En los dos casos, ni Jesucristo ni los demás interesan verdaderamente. Son manifestaciones de un inmanentismo antropocéntrico. No es posible imaginar que de estas formas desvirtuadas de cristianismo pueda brotar un auténtico dinamismo evangelizador.
Y es que a veces confundimos el transmitir a los demás el mensaje recibido con el imponerles nuestras propias convicciones; y esto no es apostolado, sino soberbia.

miércoles, 1 de enero de 2014

Evangelii Gaudium: con optimismo.

Llama la atención el optimismo del Papa, que, sin negar la crudeza de nuestro tiempo, nos anima a confiar con paciencia tanto en la acción de Dios -que es el principal interesado en la evangelización- como en la bondad de fondo de las gentes:
Nuestra fe es desafiada a vislumbrar el vino en que puede convertirse el agua y a descubrir el trigo que crece en medio de la cizaña...
en contraposición con
...la conciencia de derrota que nos convierte en pesimistas quejosos y desencantados con cara de vinagre. El mal espíritu de la derrota es hermano de la tentación de separar antes de tiempo el trigo de la cizaña, producto de una desconfianza ansiosa y egocéntrica.
Y por esto identifica las peores tentaciones que puede sufrir un evangelizador: el individualismo, el complejo de inferioridad, refugiarse en seguridades económicas o de poder, búsqueda del propio tiempo libre, falta de espiritualidad que impregne la acción, proponerse tareas irrealizables, tener prisa por cosechar los frutos, diseñar proyectos imaginados por la vanidad, cuidar más las organizaciones que las personas, no tolerar las contradicciones y las cruces del camino:
...así la fe se desgasta y lleva a una tristeza dulzona, sin esperanza...