lunes, 27 de enero de 2014

Evangelii Gaudium: el amor es la medida del hombre.

Insiste una y otra vez el Papa Francisco en la dignidad intrínseca de todo hombre; y por eso rechaza de plano cualquier tipo de exclusión o imanación:
Confesar a un Padre que ama infinitamente a cada ser humano implica descubrir que «con ello le confiere una dignidad infinita». Confesar que el Hijo de Dios asumió nuestra carne humana significa que cada persona humana ha sido elevada al corazón mismo de Dios. Confesar que Jesús dio su sangre por nosotros nos impide conservar alguna duda acerca del amor sin límites que ennoblece a todo ser humano.
Por esto, insiste el Papa, la mejor expresión del Evangelio, la mejor manifestación del amor a Dios, es el amor a los demás, sin discriminación alguna:
La Palabra de Dios enseña que en el hermano está la permanente prolongación de la Encarnación para cada uno de nosotros: «Lo que hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, lo hicisteis a mí» (Mt 25,40). Lo que hagamos con los demás tiene una dimensión trascendente: «Con la medida con que midáis, se os medirá» (Mt 7,2); y responde a la misericordia divina con nosotros: «Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo. No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados; dad y se os dará [...] Con la medida con que midáis, se os medirá» (Lc 6,36- 38). Lo que expresan estos textos es la absoluta prioridad de la «salida de sí hacia el hermano» como uno de los dos mandamientos principales que fundan toda norma moral y como el signo más claro para discernir acerca del camino de crecimiento espiritual en respuesta a la donación absolutamente gratuita de Dios.

Sí, ya sé que esto ha formado parte de la enseñanza de la Iglesia desde los primeros tiempos; pero que bueno es que se nos recuerde de vez en cuando...

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