viernes, 4 de noviembre de 2016

Somos diamantes

Ante Dios todos somos como valiosos diamantes, ya seamos piedras pulidas y brillantes o diamantes en bruto; porque para Dios somos siempre valiosos. Incluso, como decía en la entrada anterior, aunque estemos manchados de estiércol. Porque a Dios no le engaña el envoltorio o el estuche en el que aparezca el diamante: envuelto en papel de estraza o entre terciopelo. El lujo o la pobreza no le impiden a Dios ver el auténtico valor de lo que tiene delante, que es siempre infinito, ya que se molestó en entregar toda su sangre para redimirlo. Dios siempre aprecia la capacidad de brillar de todo diamante y espera pacientemente a que nos dejemos tallar... Eso sí, no nos forzará nunca.

No hay comentarios:

Publicar un comentario