sábado, 11 de mayo de 2019

¿Ama Dios sólo a los buenos?


Quizá lo que mejor definiría a Dios sería decir simplemente lo Él que hace, sin más adjetivos: Dios ama. Dios es amor y hace lo que Él es: amar.
Por eso es Uno y Trino: porque ama; y para amar tiene que ser Trinidad.
Por eso crea, porque ama; porque su amor trinitario se desborda en las criaturas.
Y para mejor hacer lo que Él es, ha creado un ser a su imagen y semejanza: al hombre. A esta criatura no sólo la ama, sino que puede ser amado por ella. Esta es la gran diferencia con otras criaturas: el hombre no sólo puede ser amado, sino que es capaz de amar; y en esto radica su felicidad, en amar y sentirse amado.
Por eso, decir que Dios ama a éste o aquél hombre por sus virtudes (que Él mismo le ha concedido) no tiene sentido.
Dios ama a todos, infinitamente, como sólo Él puede amar. Y a los que no le corresponden, también los ama.
En consecuencia, como somos seres capaces de amar y ser amados, creados a la imagen y semejanza de Dios, nosotros también debemos amar a los demás, independientemente de su conducta: incluso a los enemigos. De aquí deriva todo el sermón de la montaña: amar a los enemigos y hacer el bien a los que nos persiguen.
Pero amar no es consentir. Precisamente por que amamos debemos buscar el bien -el auténtico bien- del otro. Esta es exactamente la forma de amar de Dios: nos marca la senda de nuestra felicidad, de nuestro bien, no para someternos a Él -como un tirano- sino porque sabe qué es lo mejor para nosotros -como un buen padre..

No hay comentarios:

Publicar un comentario