domingo, 5 de febrero de 2012

Vuelvo al blog

Después de dos meses ausente del blog, vuelvo a mis comentarios. Pero ahora lo quiero hacer con una reflexión personal, que aunque siempre tendrá algo que ver con la Fe y la Razón, se aleja mucho del estilo más bien didáctico que he utilizado en otras entradas.
El motivo de mi ausencia de estos meses es que, después de muchos años en los que Dios me ha cuidado como a un hijo mimado, permitiéndome no sólo vivir la fe cristiana desde niño y sentirme muy protegido y cerca de Dios, por motivos que sólo Él conoce, me ha permitido conocer la Cruz muy de cerca y sentirla en mi propia alma.
Como cristiano, sabía de sobra que todos debemos estar dispuesto a "tomar nuestra cruz cada día y seguir al Señor"; pero una cosa es saberlo y otra tener que cargar con ella a pulso, sobre todo cuando no se tiene costumbre.
La primera reacción fue de rechazo: ¡Dios no puede hacerme esto a mí, que siempre he tratado de seguirle! Pero el Señor, a su manera, ha seguido cuidándome y no me ha permitido separarme de Él. Ha mantenido en mí la fe sin soporte racional alguno, simplemente a fuerza de voluntad.
Ya sé que he comentado muchas veces que si la Fe se razona y se comprueba, ya no es fe, sino conocimiento científico o experimental. Pero también es cierto que todos sentimos en nuestro corazón que nuestra fe es cierta, sin más.
Pues bien, incluso esa sensación interna me ha sido retirada: solo me queda la voluntad de seguir creyendo en Aquél a quien prometí amar toda mi vida. La única razón que me mantiene es esta voluntad -por ahora firme- es que cuanto peor estén las cosas, cuanto más pesada sea mi cruz, más cerca del Señor quiero estar, para seguir su recomendación de "venid a mí los que estáis cansados y agobiados, que yo os aliviaré".
Y en estos momento de tribulación, he recordado la ocasión en la que más cerca estuve del Señor: cuando hace cinco años asistí a un Cursillo de Cristiandad: un auténtico encuentro personal con Cristo. Por eso, ahora que tanto le necesito, he vuelto a frecuentar las actividades de Cursillos y a sentir el amor de Dios a través del amor de los demás.
Esta es mi situación, esta ha sido mi experiencia y esta mi solución. Lo comparto con todos, porque creo que, como siempre, Dios sabrá sacar muchos bienes de este mal aparente.

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