martes, 15 de mayo de 2012

Mira que estoy a la puerta y llamo...

¿Por qué nos cuesta tanto a los cristianos creernos el mensaje evangélico?
Unos lo encuentran tan utópico que ni siqueira se atreven a intentarlo.
Otros lo interpretan como un estricto reglamento que es necesario cumplir para salvarse o para tener contento a nuestro Dios.
Ni lo uno, ni lo otro...
He repasado recientemente un pequeño discurso/homilía de la Beata Teresa de Calcuta -¡qué bien entendió esta mujer el mensaje evangélico!- y extraigo algún párrafo en el que se explica lo que Cristo pide de nosotros:

 "Te conozco como la palma de mi mano, sé todo acerca de ti. hasta los cabellos de tu cabeza he contado. No hay nada en tu vida que no tenga importancia para mí. te he seguido a través de los años y siempre te he amado, hasta en tus extravíos. Conozco cada uno de tus problemas. Conozco tus necesidades y tus preocupacionesy, sí, conozco todos tus pecados. Pero te digo de nuevo que te amo, no por lo que has hecho o dejado de hacer, te amo pro ti, por la belleza y la dignidad que mi Padre te dio al crearte a Su propia imagen. Es una dignidad que muchas veces has olvidado, una belleza que has empañado por el pecado. Pero te amo como eres y he derramado Mi Sangre para rescatarte. Si sólo me lo pides con fe, mi gracia tocará todo lo que necesita ser cambiado en tu vida. Yo te daré la fuerza para librarte del pecado y de todo su poder destructor."

¿Está claro?

No hay comentarios:

Publicar un comentario