martes, 3 de enero de 2006

El Cristianismo

Veíamos en la última entrada que la religión verdadera es el mejor camino para amar a Dios como El quiere ser amado; y repasamos sus principales características. Lógicamente, tenemos la obligación de buscar la religión verdadera y practicarla: vamos a ver qué religiones se identifican con las características expuestas

Sintoísmo (religión oficial en Japón) es más una actitud sagrada que una religión. No tiene fundador, ni dogmas, ni código moral preciso. Admite un Dios supremo; pero también otros dioses con apariencia animal. Su moral se basa en la adecuación de la vida a la voluntad divina. Se rinde culto a los poderes espirituales y al emperador. Existe mitología. No encontrarás ninguna referencia al amor en esta religión.
Budismo: fundado por Buda en la India (Siddhârtha, +563 a.c.), que deja el lujo y la quietud de su casa en busca de la verdad y su liberación interior. Su doctrina se puede resumir en que el dolor se suprime suprimiendo el deseo; la supresión se consigue con la pureza de meditación y acción. La salvación espiritual se basa en la reencarnación (metempsícosis) hasta alcanzar una existencia impersonal. Se excluye la noción de Dios Supremo y el alma. Más que una religión, se trata de una terapia para suprimir el dolor, ya que no persigue la relación entre la criatura y su Creador. Tampoco aquí encontrarás nada parecido al amor, aunque sí una gran fortaleza espiritual.
Hinduismo: religión inmemorial de la India. Cree en un Dios supremo (Brahmán), causa y origen de todo; pero también es politeísta (Visnú y Shiva son los dioses menores más importantes). No tiene credo común, ni sistema filosófico, ni jerarquía, ni culto público, ni ritos uniformes. Se puede ser escéptico, ateo o agnóstico y buen hinduista, ya que lo que importa es la conducta, no la creencia. Para el hinduismo la eternidad no es un encuentro con el amor, afirmación de la personalidad, sino la disolución en el todo.
El Brahamanismo se confunde con el hinduismo: orden universal, sacrificios rituales y jerarquización del mundo (sistema de castas). Búsqueda de la verdad a través de la lógica sistemática. ¿Dónde te hablan del amor? ¿Cómo encontrar aquí las respuestas a los retos diarios?
Confucianismo: doctrina de Confucio (n. 552 aC en China) no tiene Dios, ni sacerdotes ni templos; es más una filosofía política. Busca una ética moral y social -basada en la ley natural- para crear hombres perfectos y superiores, que puedan gobernar rectamente a otros hombres. Pero no te confundas, no tienen un concepto parecido al de la caridad cristiana; buscan únicamente la rectitud en sí misma; y no satisface la necesidad del hombre de trascendencia.
Taoísmo: fundado por Lao-Tse (n. el 604 a.C. en China) busca la salvación fuera de la experiencia ordinaria del mundo. Es monoteísta panteísta. Su principio es no actuar, no intervenir, dejar a las cosas seguir su curso natural, porque la madre naturaleza es divina. Su ética es individualista, no social. Propugna la humildad y profundizar en la interioridad. Es el polo opuesto al confucianismo. Como puedes ver, tampoco se ocupa de la caridad, ni da respuesta a las cuestiones sociales.

Zaratustra o Zoroastro (600 a.C. en Persia). Su dios en Ahura Mazda (el Sabio Señor), predica una moral elevada. Cree en la otra vida, el juicio con premio o castigo. Admite cierto politeísmo, con divinidades buenas y malas, que se enfrentan entre sí en un plano de igualdad. Admite la oración, el culto, la ascética y la moral. Por desgracia, Zaratustra no llegó a predicar algo parecido a las bienaventuranzas, ni descubrió la maravilla de un Dios Padre.
Judaísmo: religión revelada por el único Dios creador, con el que establecieron una Alianza, mediante la cual deben cumplir el Decálogo, posteriormente concretado en seiscientos trece preceptos (unos positivos, otros negativos) que regulan minuciosamente los diversos aspectos de sus vidas. Al seguir esperando en el Mesías, no han recibido el mensaje de Jesús de que somos hijos de Dios, que es amor; ni conocen las bienaventuranzas ni la caridad cristiana.
Islamismo: fundado por Mahoma en el siglo VII, a quién el único Dios (Alá) le reveló su auténtica Ley, libre de las impurezas del judaísmo y el cristianismo. Esta religión abarca las creencias, prácticas rituales y el ordenamiento jurídico religioso; pero también comprende la organización administrativa, jurídica, política y económica. Su fe consiste en creer en Alá, sus ángeles, los profetas, la vida futura, la resurrección, que el Corán es la Ley divina positiva y que Mahoma es el profeta enviado. A Dios toda la gloria; pero no parecen haber recibido el mensaje de que es Padre amoroso. Están más influidos por el fatídico destino que por el espíritu de las bienaventuranzas, que desconocen.
Existen otras religiones que tuvieron menos importancia o que no han tenido influencia en nuestro tiempo. Todas ellas son politeístas y mitológicas, su culto y ritual se centra en solicitar el favor o aplacar la ira de sus dioses: la religión griega, romana, egipcia (salvo el corto período de Atón, que era un Dios único y amoroso), inca, maya, azteca, etc...; éstas últimas, incluso practicaban los sacrificios humanos.

Pues bien, vemos que el Cristianismo es la única religión que reúne todos estos requisitos: Predica a un solo Dios, creador y señor de todas las cosas, que se revela al hombre y le ama; y que le revela la filiación divina y la dignidad igual de toda persona humana; contiene la Ley Natural para regular en todos sus aspectos la vida espiritual y material del hombre; se preocupa por las relaciones entre los hombres y su perfeccionamiento (moral natural), además de guiarle en su necesaria relación con el Creador. El Decálogo que rige el cristianismo comienza por dirigir al hombre hacia Dios (el culto en los tres primeros mandamientos: amarás a Dios sobre todas las cosas); pero inmediatamente pasa a preocuparse de las obligaciones del hombre consigo mismo y con los demás (la moral en los siete últimos mandamientos: amarás al prójimo como a ti mismo).

Pero no es que el Cristianismo sea la religión verdadera por exclusión de las demás, sino porque las supera y comprende a todas. Por una parte, la religión Católica tiene elementos que ponen de manifiesto que no puede proceder de mente humana: ¿A qué hombre se le habría ocurrido imponer el amor a los enemigos y el bien a los que nos persiguen?; y más aún, ¿qué religión meramente humana mantendría estos preceptos después de veinte siglos de mayoritario incumplimiento?; y, por otra parte, sólo en la Iglesia Católica
se cuenta con las promesas, los sacramentos y demás medios de salvación, que permiten al hombre unirse a Dios.

Al repasar la Historia objetivamente, encontramos que sólo en el mensaje del Evangelio se dan las raíces de teorías tan modernas como la igualdad de todos los hombres, la igualdad de hombre y mujer, la preocupación por los más necesitados, la defensa de la vida... y, además, la caridad, la justicia, la generosidad, el perdón, la paz, etc...

Entre otras cosas, porque ha sido el Evangelio el que ha hecho de occidente el defensor de estas teorías tan modernas.

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