domingo, 30 de agosto de 2009

En el Santuario de Fatima

He aprovechado las vacaciones estivales para pasar unos días en el Santuario de Fátima; y he podido comprobar que todavía sigue muy viva la fe en algunos lugares.

Una de las cosas que llama la atención es la cantidad de jóvenes y hombres que se ven por allí rezando el rosario, en la capilla del Santísimo (que está permanentemente expuesto a la adoración) o esperando en los confesionarios. Os aseguro que una visita a Fátima echa por tierra el tópico de que la religión es sólo cosa de cuatro viejas. Se ven familias enteras, matrimonios jóvenes con bebés, parejas jóvenes... y muchos sacerdotes a los que se les nota que son sacerdotes. Y, por supuesto, dentro del recinto del santuario el silencio y el recogimiento son más que aceptables (salvo los inevitables grupos de españoles e italianos, siempre tan bulliciosos).

Solíamos asistir a la Misa en castellano de las 19,15 horas. La preside algún sacerdote de cualquiera de los muchos grupos de Españoles que allí van; y es habitual que diga una pequeña homilía. En una de ellas me impresionó mucho un comentario del sacerdote. Al referirse a la fe de Nuestra Señora cuando aceptó la voluntad de Dios que le fue manifestada por el ángel en la Anunciación, comentó: "menos mal que la Virgen no fue a consultar a un cura, porque entonces todavía estaríamos esperando la encarnación"
. Inmediatamente explicó lo que quería decir. Se refirió a su experiencia de que muchos curas siempre tratan de facilitar la vida de los fieles; y trató de reproducir el supuesto diálogo de la Virgen con el cura de la época:
<<¿Estás segura de que era un ángel? ¿No estarás muy cansada y lo confundes con un sueño?
Una decisión así hay que tomarla después de pensarlo mucho.
¿Has pensado el escándalo que provocarás en tu pueblo? ¿Qué dirá el bueno de José?>>

Efectivamente, muchos curas bienintencionados aparcan la providencia y la gracia a la hora de aconsejar a sus fieles. Tratan de hacerles el cristianismo tan fácil y agradable, que lo acaban desvirtuando. Por una parte, debemos contar siempre con la ayuda de Dios: nunca nos pedirá nada que no nos haya dado Él antes. Por otra parte, tenemos las palabras de Jesús: quien quiera seguirme que cargue con su cruz... si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros... Nunca dijo el Señor que seguirle o hacer la voluntad de Dios fuese cosa fácil, al menos en el arranque; aunque luego... mi yugo es suave y mi carga ligera.

Quizá esta sea la clave del catolicismo claudicante actual: en vez de coger el rábano por las hojas... nos dedicamos a templar gaitas.

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