lunes, 3 de agosto de 2009

Santificar el mundo

Sigo con el tema de la entrada anterior: la oposición del mundo al mensaje evangélico.

Muchos ya se han dado cuenta de que la mejro manera de oponerse no es combatirlo directamente, sino tratar de santificarlo con nuestra actuación. Pero no se trata sólo de santificar nuestra vida ordinaria dentro de este mundo, de santificar sus estructuras, sino de cambiarlas por estructuras que faciliten la venida del Reino, que es algo muy distinto.

Como ya he dicho en una entrada anterior, no nos podemos conformar con ganarnos la vida santamente, por muy bueno que fuese que todo el mundo lo hiciese así. Para santificar el mundo, tenemos que luchar por aplicar el mensaje de las bienaventuranzas: tenemos que estar ajenos a las ambiciones humanas, a las seguridades humanas y a las vanidades humanas.

Con la gracia de Dios, por supuesto.

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