lunes, 23 de noviembre de 2009

Fe o entendimiento

No quisiera que las últimas entradas diesen la sensación de que estoy en contra de que el hombre use su razón para tomar sus decisiones, o de la necesidad de que las actitudes del hombre deben ser razonables. Lo que he querido decir es que nuestro razonamiento tiene un cauce dentro del que debe que moverse. Este cauce es nuestra fe: la verdad que nos ha sido revelada. Por lo tanto, si nuestros razonamientos nos llevan fuera de ese cauce, si contradicen nuestra fe, entonces debemos descartarlos por estar -con toda probabilidad- equivocados. Y este error suele ser debido a la facilidad con la que nuestro entendimiento queda cegado por nuestro capricho y nuestro orgullo.


De hecho, Jesús nunca pregunta si "nos hemos enterado" de su mensaje, si lo hemos comprendido, sino que únicamente nos pregunta si "nos lo creemos". Porque lo importante no es llegar a descifrar las razones de nuestra fe, sino vivir conforme a ella, vivir conforme a la verdad que se nos ha revelado. La base de nuestro trato con Dios es la fe, no el entendimiento; y si esa fe nos parece razonable -o llegamos a razonarla- será bueno si nos lleva a seguirla con más ahínco. Pero si no logramos entenderla, también será bueno si la aceptamos y vivimos; incluso mejor, porque .... bienaventurados los que crean sin haber visto... o entendido.


Por esto, la Eucaristía es la piedra de toque del cristianismo: porque es la aceptación plena de la palabra de Jesús sin ningún apoyo racional. La presencia real de Cristo en la Eucaristía, con su cuerpo, su sangre, su alma y su divinidad, no tienen más prueba de credibilidad que su palabra. La fe en la Eucaristía es la mejor manifestación de nuestra fe rendida en Dios.

Y esta es la exigencia que se nos impone: id y predicad el Evangelio; quien crea se salvara, quien rehuse a creer, se condenara.

No hay comentarios:

Publicar un comentario