miércoles, 1 de septiembre de 2010

El poder de Dios

Dice San Pablo en su carta a los corintios que él sólo predica a Cristo y éste crucificado, porque prefiere que sea el poder de Dios y no la sabiduría humana la que lleve la fe a los hombres.


Efectivamente, si apoyamos nuestra fe en nuestros hilados razonamientos, entonces ésta dependerá de nuestra sabiduría, que siempre puede torcerse. Además, ya no sería fe, sino convencimiento...; y podremos convencer a los que sean menos sabios que nosotros y se nos resistirán aquellos que se crean más sabios.


San Pablo lo vio muy claro: la fe tiene que llegar a los hombres a través de la propia fe que se manifiesta mediante una vida coherente. Entonces es cuando Dios con su poder enciende la chispa de la fe en los que nos rodean. Fe que dependerá del poder de Dios y no de que nuestros razonamientos tengan o no fallos.

Mostremos el rostro de Cristo con nuestra propia vida... y el resto llegará por añadidura.

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