sábado, 18 de septiembre de 2010

Lutero

He visto recientemente la película LUTERO, que es una burda deformación de la realidad histórica; pero que, no obstante, me ha suscitado varios pensamientos interesantes.

Una vez más, cuando la Iglesia esconde sus errores en vez de corregirlos, acaba provocando -a sí misma y a los demás-un daño mucho mayor del que se pretendía evitar. Los malintencionados esconden esos errores para poder seguir aprovechándose de ellos; los bienintencionados, los esconden para evitar el escandalo de los inocentes; pero el malo acaba aprovechando esas mentiras e hipocresías para hacer su labor. Tenemos ahora un ejemplo doloroso de lo que digo: los casos de los abusos a menores por parte de eclesiásticos, que antes se trataban de ocultar.

Creo que la mejor actitud ante las vergüenzas de la Iglesia sería denunciarlas con humildad, sabiendo que todos somos pecadores, para tratar de corregirlas. De esta forma se evita el abuso de los malintencionados y no se escandaliza a nadie.

Por el contrario, Lutero no se limitó a denunciar lo que era incorrecto [la venta mercantilizada de indulgencias], sino que pretendió imponer su criterio y destruir a los corruptos [que no eran todos]; pero con su soberbia acabo destruyendo la Fe de los inocentes con doctrinas totalmente equivocadas sobre la salvación, la fe y los sacramentos. Efectivamente, afirmó que para la salvación sólo importaba la Fe, al margen de los muchos pecados, que ya no hacía falta confesar; y que esa fe dependía de la libre interpretación de las Escrituras. De esta forma, acaba con la Fe y con la moral, que son sustituidas por la propia postura personal subjetiva, por muy equivocada que esté. Estas doctrinas tan radicales no quedan reflejadas en la película, porque de hecho, en la actualidad, ni los pastores protestantes aplican esas doctrinas de Lutero, sino que exigen un comportamiento moral objetivo y se reservan la facultad de interpretar las Escrituras. Con esto actitud han logrado reducir a unas 25.000 las ramas protestantes que hoy existen, porque de otro modo habría tantas como individuos protestantes.

Lo que no tiene lógica es que los protestantes se empeñen en seguir separados de la Iglesia Católica cuando ésta ya ha superado todos esos pecados y corrupciones; y ellos han rectificado la radicalidad de sus doctrinas iniciales. Quizá se deba a esta incongruencia el constante flujo de conversiones al catolicismo.

Pero recordemos: la verdad nos hará libres..., aunque nos haga pasar vergüenza.

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