lunes, 25 de marzo de 2013

Lunes Santo

Entramos en la Semana para la que nos hemos preparado durante toda la Cuaresma.
El Lunes Santo es como el comienzo de la Pasión: podríamos fijarnos en la oración en el huerto de los olivos.
Después de celebrar la Pascua rodeado del cariño de sus apóstoles (Judas se marchó pronto), de tener con ellos el gesto de humildad del lavatorio de los piés y de instituir la Eucaristía, les pide que recen con Él durante una hora. Pero los apóstoles caen adormecidos.
No es que no lleguen a cumplir sus brabuconas promesas de que darían la vida por el Maestro, es que simplemente se quedan dormidos, ignoran todo el peligro y dejan solo al Señor.
¡Qué inexplicable es la debilidad humana!
Se entiende que Pedro, por miedo a la soldadesca y a los criados del Sumo Sacerdote, negara a su Señor tres veces; pero no se puede entender que dejen solo a su Señor (por dos veces les encontrará dormidos) después de que éste les hubiese... "amado hasta el extremo", ni siquiera pudieron velar una hora...
Entonces, Jesús no pudo contar ni con la compañía ni el cariño de los que le querían de veras...; todavía podemos remediarlo.

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