lunes, 18 de marzo de 2013

Mi matrimonio (y II)

Dicen los entendidos que el amor matrimonial debe tener tres características: ser pleno, permanecer fiel y ser fecundo.
Creo que en nuestro matrimonio dichas características se dieron en plenitud.
Nuestro amor matrimonial afectaba a la totalidad de nuestras vidas, sin que hubiese ni un aspecto ni un momento en el que no estuviese presente: nos dimos recíprocamente sin reservarnos nada.
La fidelidad fue absoluta, no sólo desde que nos casamos, sino que ambos mantuvimos esa fidelidad desde siemrpe, incluso antes de conocernos; y por supuesto la seguimos manteniendo a pesar de nuestra separación. Personalmente, cuando decidí recibir por esposa a mi mujer, rechace la posibilidad de que en el futuro hubiese otra mujer, ni siqueira en caso de enviudar.
Creo que la manifestación de nuestra fecundidad es evidente: de los catorce embarazos nacieron nueve hijos, de los que viven ocho. Tenemos una nieta y están de camino otros dos nietos. Pero esta fecundidad no ha sido solo demográfica. Creo que como matrimonio hemos podido ayudar a mucha otra gente y participar en numerosas iniciativas.
A pesar de la separación actual, impuesta por una fatalidad que Dios ha consentido, mi matrimonio sigue afectando a toda mi vida, me mantengo fiel (con la Gracia de Dios) y ahí siguen los frutos de su fecundidad...: creo que puedo seguir poniendo en el perfil de este blog que estoy casado...

Y eso no es óbice para que, en opinión de mi anónimo comentarista, siga siendo "un mierda"...; pero un mierda casado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario