lunes, 11 de abril de 2011

Los cristianos y la guerra

En España ha habido en los últimos años varios debates fuertes sobre la participación en conflictos bélicos. Y en uno de los casos, la postura se politizó mucho, ya que tuvo importante influencia en un proceso electoral. A muchos les extrañó el apoyo a la entrada en la guerra de Irak por parte de un amplio sector de la "derecha española", a pesar de que el propio Juan Pablo II se manifestó en contra del inicio de dicha guerra. Recientemente ha sido un gobierno de "izquierda" el que ha decretado la participación en la guerra civil de Libia. Esto nos pone de manifiesto dos ideas muy claras:
- El belicismo no es de derechas ni de izquierdas, sino que depende de los intereses del gobierno de turno.
- La "derecha española" no se guía por las indicaciones del Papa; y ya no mantiene posturas netamente cristianas, como lo hacía antaño. Y es que una cosa son las posturas políticas y otra las creencias religiosas o morales. Tradicionalmente se ha considerado a los católico como votantes de derechas (y puede que así sea) pero esto es una mera coincidencia, no una consecuencia lógica.
Hecha la anterior advertencia, paso a lo importante.
La postura auténticamente cristiana es siempre pacifista; y a esta conclusión se llega mediante la lectura del sermón de la montaña, que es sin duda el compendio más importante del mensaje evangélico. En este sermón se contienen las bienaventuranzas; la séptima de las cuales no admite lugar a dudas: "Bienaventurados los pacíficos porque ellos serán llamados hijos de Dios". Y si repasamos el resto del sermón veremos que Jesús nos anima  a no reclamar nuestros derechos: "si te quitan el manto dale también la capa"; " a quien te obligue a caminar un trecho, acompáñale dos".
Ya sé que la moral cristiana permite el ejercicio de los propios derechos, incluso admite la guerra justa en defensa propia; pero lo propio del cristiano, lo más coherente con el espíritu evangélico es la actitud pacífica.
Y me ha gustado mucho encontrar esta confirmación en el nuevo libro de Benedicto XVI (la segunda parte de Jesús de Nazaret), en donde pone de relieve que el pacifismo de los cristianos se puso de manifiesto desde el principio, renunciando a la lucha armada contra Roma e incluso negándose a combatir en la defensa de Jerusalén, ni siquiera para impedir la destrucción del Templo. Efectivamente, siguiendo el consejo evangélico, huyeron a la montaña, en vez de participar en su sangrienta defensa; y esto no fue por cobardía, sino por coherencia con el mismo mensaje evangélico.
No debemos olvidar esta enseñanza, ni siquiera cuando esta postura coincida con la de nuestro oponentes políticos...

No hay comentarios:

Publicar un comentario