martes, 6 de marzo de 2012

El cristianismo total

Ya hemos explicado que el cristianismo ni es de derechas ni es de izquierdas, sino todo lo contrario. Se podría decir que Cristo vino a la tierra para exigir a las derechas que asumiesen los postulados de la izquierda; y a la izquierda, que asumiese los de la derecha. La perfección del mensaje evangélico consiste precisamente en que conjuga siempre los dos extremos. In medio virtus: sí, pero no por la mediocridad de quedarnos a la mitad de todo, sino por la perfección de conjugar los opuestos.
Pues bien, qué pocos cristianos se esfuerzan en conocer y aplicar al totalidad del mensaje evangélico, desde la parábola del buen samaritano, hasta aquello de que quien mira a una mujer deseándola ya está adulterande con ella; y pasando por lo de la expulsión de los mercaderes que convertían el Templo en cueva de ladrones.
El cristianismo es así de exigente: tanto en la justicia social, como en la moral como en el culto y el trato con Dios.
Y por esto, ni los cristianos nos atrevemos a hacerlo triunfar: nos exigiría demasiado. Pero si en un arrebato de arrojo nos atreviésemos, seguro que teníamos más seguidores que proponiendo estas medias tintas que vamos predicando.

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