sábado, 23 de noviembre de 2013

La moral, ¿es algo exclusivamente personal? (y3)

Y terminamos con el comentario de los dos últimos mandamientos -el 9º y el 10º-, los más aparentemente personales, los que se refieren al pensamiento y el deseo:

No consentirás pensamientos impuros: Esto sí que es algo exclusivamente moral, personal de la conciencia de cada uno y que dependerá de sus creencias: en el pensamiento ajeno nadie puede meterse. ¿O sí que puede? Veamos.

No, porque efectivamente el pensamiento no puede regularse en un código, entre otras cosas, porque no podríamos controlar su cumplimiento.
Sí, porque de hecho sí nos metemos en el pensamiento ajeno y tratamos de regularlo; porque el pensamiento suele ser el primer paso para una conducta… y un pensamiento impuro es el primer paso, para una conducta impura. Así, en los colegios se trata de prevenir la xenofobia y el racismo, como mejor manera de prevenir la violencia hacia estos colectivos.

Quizá tengo que aclarar que en la moral cristiana “pensamiento impuro” no se refiere sólo a la cuestión sexual –que también- sino a cualquier pensamiento de algo que no sea lícito. Por ejemplo, no debo imaginarme con demasiado detalle el cuerpo de esa vecina tan guapa, aunque no tenga intención de llegar a mayores; pero tampoco debería pensar en lo formidable que sería estafar a mi empresa aprovechando las oportunidades que me da mi cargo, aunque por ahora no tenga previsto ponerlo en práctica.
En los dos casos anteriores, ningún juez podría condenarme. Pero yo me pregunto: si se enterasen, ¿me condenaría el marido de la vecina?, ¿me condenaría mi jefe en la empresa? Por supuesto, mi vecino y mi jefe considerarían poco ético que me entretuviese con esos pensamientos, porque en el fondo, esta parte de la moral cristiana no va tan desencaminada, ya que trata de prevenir posteriores conductas que sí tienen reflejo social negativo.

No codiciarás los bienes ajenos: aquí sí que nos encontramos con la mayor de las paradojas. Es un precepto exclusivamente moral. La sociedad, muy al contrario, admira y promueve la ambición: el capitalismo y el sistema de mercado descansan en que cada uno trate de obtener el máximo beneficio, como mejor manera de optimizar la economía general. La ética nada tiene en contra de que una inmensa cantidad de dinero se concentre en unas pocas manos, siempre que lo hayan obtenido legalmente…
Pero esto es solo una apariencia, porque en realidad sí se considera reprobable la especulación, el enriquecimiento rápido, el abuso de posición, por no mencionar el tráfico de influencias y la información privilegiada. Aquél que está siempre pensando en cómo hacerse con lo ajeno, por muy legalmente que sea –en muchos casos porque las leyes no pueden prevenirlo todo-, provoca el rechazo social; y muchas veces con la consabida frase de “forrarse así es inmoral”. Repito: si hay acciones legales pero inmorales, entonces, ¿por qué hemos proscrito esa moral?
Alguien dijo que la presente crisis financiera ha sido provocada por la codicia de algunos… Creo que Occidente debería repensarse su postura frente a la moral…; si el décimo mandamiento se respetase más, el código penal tendría que aplicarse menos y habría menos crisis económicas.

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